Tú y yo tenemos un pasado pendiente

Capítulo: 2

Rocío:

—Por favor Rocío tienes que ir conmigo—exclamó Daniela, mi mejor amiga mientras yo tomaba un café en la sala de mi casa sin la menor intención de acompañarla.

—Tengo que estudiar, además me aburro mucho en esas fiestas—exclamé.

—Porque ignoras a todo el que te hable. Reservando tu virginidad para tu futuro esposo Estefan Copper, si no te divertirías—exclamó mi amiga.

—¿Estefan Cooper? ¿Quién es ese? —me interrumpió mi madre acercándose a nosotras y golpeé el brazo de mi amiga.

—No es nadie mamá—pronuncié

—Es el crush de Rocío desde que entramos en la Universidad.

—Ho cómo es que no sabía nada—exclamó mi madre.—Necesito que vayas a ese bar y conquistes a ese hombre, o por lo menos que si te vayas a ese bar porque adivinen quien tiene una cita hoy.—sonrió feliz y entusiasmada.

—¿Ahora con quién? —pregunté sin interés.

—Alguien nuevo—respondió mi madre—no lo conocen pero si te vas a ese bar nos quedaremos solos—suspiré mirando a mi madre. Ella a sus 36 años era todo lo que yo no era, juvenil, alegre, delgada, un cuerpo perfecto y muy coqueta, yo diría que demasiado, incluso parecía más joven que yo. Los años de fiesta que perdió en su juventud por tenerme a los dieciocho los estaba aprovechando ahora. Creo que todos los fines de semana tenía citas y este mes ya le había conocido tres novios distintos, con el de hoy serían cuatro, aunque creo que solo se juntaban a pasar el rato y con ninguno llegaba a nada serio, la del problema definitivamente era ella que amaba la vida loca. Demonios mi madre era como las adolescentes de mi colegio o inclusive peor, porque no tenía nadie que la controlara y mi padre, mi padre era mucho mayor, tenía cincuenta años y era un hombre adinerado y exitoso, en su tiempo fue el sugar de mi mamá. Lo venía cada tres o cuatro meses cuando venía a visitarme y aunque no teníamos una estrecha relación mandaba bastante dinero y me pagaba el colegio. Ya estaba adaptada a estar sin su presencia, pero lo poco que conocía de él me agradaba. Yo era su única hija aunque estaba casado y tenía una hijastra.

—Esta bien iré—me crucé de brazos—pero volveré temprano así que expulsa rápido a tu acompañante. A las 12 estaré aquí.

—A las dos—dijo mi madre sonriente.

—Mamà tengo examen el lunes.

—Y hoy es sábado, mañana trabajo y tendrás toda la casa para ti.intervino.

—Vamos te ayudaré a elegir la ropa —dijo mi amiga y así hicimos. Para mi sorpresa cuando puse un pie dentro de ese bar ahí estaba Estefan. Mi vista se quedó fija en él, llevaba desde la secundaria enamorada de Estefan, alto, apuesto, elegante, voz ronca y seductora y un tatuaje en su hombro izquierdo que hacía volar mi imaginación como nadie. Solo había un problema, era el chico más popular de la escuela, las chicas bonitas literalmente se le regalaban y allí estaba yo, siendo la inteligente y poco agraciada que por más dietas que hiciera no rebajaba una libra. Eso lo saqué de mi padre, mi cuerpo curvilíneo, con sobrepeso, sin esas curvas perfectas que tenía mamà.

—Hola—vi a Estefan acercarse a donde estaba con Daniela y mi corazón se heló—. ¿Crees que podamos hablar un momento a solas? —preguntó y todo mi cuerpo comenzó a temblar. No creo que Estefan y yo tuviéramos algo de lo que hablar.

—Mi hermana me andaba buscando—se excusó Daniela y se alejó de nosotros.

—¿Quieres hablar conmigo? —mi voz temblaba mientras preguntaba eso sin poder creerlo.

—Gracias por ayudarme en el examen. Llevo tiempo mirándote desde lejos y no me atrevía a hablar contigo...

—¿Por qué? —pregunté sujetando mis manos que temblaban, creo que estaba tan nerviosa que tenía miedo de desmayarme.

—Además de Matemáticas compartimos Literatura...me gustó mucho el poema del otro día sobre los amores pendientes que reencontramos en otro tiempo, otra vida... —sonreí tímida ni siquiera podía creer que había escuchado ese poema, lo había escrito pensando en él y la mitad de la clase se burló al escucharlo.

—Pensé que ni siquiera lo habían escuchado—me.—me atreví a decir.

—Tienes una voz muy dulce, quien no te escucharía, me gusta como piensas, como hablas, cuando te quedas pensativa en el aula con la vista perdida hacia afuera y pareciera que estás en otro mundo o leyendo un libro sin ni siquiera escuchar lo que dicen otros a tu alrededor. Rocío...creo que me gustas—lo miré a los ojos, mientras tanto él se acercó y unió sus labios a los míos que no paraban de temblar, ni siquiera podía creerlo, esto debía ser un sueño uno demasiado bonito.

—Me esperas un momento,quiero mostrarte un lugar—dijo y me quedé allí, quieta, inmóvil,sin lograr decir absolutamente nada intentando asimilar lo que estaba pasando.

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—Nunca imaginé que te gustaban este tipo de sitios. Pareces tan... —dije observando el lugar, un hermoso lago en medio de la noche estrellada:

—Superficial—me interrumpió, era eso lo que todos creían de él y puede que tuvieran razón—Cuando era màs joven le decía a mi padre que iría al campo, compraría una granja, y me casaría, viviría allí y tendría muchos hijos ¿Suena tonto verdad?

—Creo que es un buen plan—sonreí, él se acercó y me besó, me dejé llevar por el momento, sus manos rodearon mi cintura, Estefan era el hombre que siempre había deseado, esto lo había imaginado ya un millón de veces, quitó mi blusa con agilidad dejando mis pechos al descubierto mientras continuó acariciando mi cuerpo y terminé entregándome a él.

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Me desperté en la madrugada, comencé a vestirme con rapidez

—Debo ir a casa, ya es màs de las tres—pronuncié, él me miró y sonrió.

—Vamos te llevaré—abrió la puerta de la camioneta y entramos. Detuvo el auto frente a mi casa.

—Ya es domingo. ¿El lunes almorzamos juntos en la escuela? —preguntó y asentí sonriendo como una tonta y él me besó antes de que bajara del auto. Mi madre ya estaba durmiendo cuando llegué, era mucho mejor así para que no me llenara de preguntas. No podía creer todo lo que me estaba pasando. Ni siquiera pude estudiar para el examen porque de mi mente no salían las imágenes de la noche anterior.




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