Estefan:
Acababa de terminar de hablar con mis empleados y fui a mi oficina. Esa chica de antes Juliet, me parecía conocida, esos ojos lo había visto antes en algún lugar solo que no lograba recordar ese nombre Juliet, Juliet, no paraba de repetir en mi mente y cuando la puerta de mi oficina estuvo abierta me encontré conque había un niño de unos ocho años sentado en mi silla. Pasé la mano por mi rostro para cerciorarme que no se trataba de una visión, ese pequeño era completamente igual a mí en todos los aspectos. Saqué mi teléfono sin decir nada y miré una foto antigua que había guardado de cuando tenía siete años y en la que aparecía al lado de mi madre y ese pequeño era completamente igual.
—Hola ¿qué haces aquí?—¿cuestioné en voz suave para no asustarlo.
—Estoy practicando...—respondió mientras continuaba dibujando.
—¿Practicando? —pregunté con duda.
—Sí para cuando sea el jefe de esta empresa—respondió y sonreí.
—Eso va a ser muy difícil pequeño el jefe de esta revista soy yo—acomodé mi corbata.
—Nada es imposible cuando lo deseas con el corazón—exclamó. Yo sonreí, además de hablar muy parecido a mí tenía mi misma determinación. Creo que si tuviera algún hijo fuera idéntico a este niño. Debía conocer a la madre de este pequeño quien sabe y era algunas de mis exnovias. ¿Podría ser? O estaría exagerando...
—Llamen inmediatamente a la madre de este niño—pedí confundido a mi secretaria por teléfono mirando al pequeño que era absolutamente idéntico a mí. Su voz, sus ojos, era completamente igual a la fotografía que tenía con mi madre cuando era pequeño y no creí que fuera coincidencia.
—¿Cómo te llamas pequeño? Lo puedes repetir...
—Emilio—pronunció. Mientras vi las iniciales de su nombre en el dibujo que hacía E. C, mi nombre era Estefan Cooper y las iniciales de este niño EC.
—¿Emilio otra vez causando problemas? —preguntó la madre del pequeño entrando a mi oficina y al verme dio unos pasos hacia atrás.Era la misma chica de antes Juliet. Esos ojos yo los conocía de algún lado sin embargo no lograba recordar de donde.
—¿Nos conocemos? —cuestioné, ella tragó en seco, pude notar que estaba nerviosa.
—No lo creo—tomó la mano del pequeño—no se preocupe Emilio no volverà a molestarlo.
—Espera ¿cuàl es el apellido de tu hijo?... Juliet—exclamé recordando su nombre. Yo conocía a esa mujer de alguna parte, ella dudó en responder.
—Coonor igual que mi madre—respondiò el pequeño y eso me hizo dudar más.
—Ya vamos Emilio—lo regañó su madre llevándoselo de la mano de allí. Mi teléfono comenzó a sonar y se trataba de Damián, aún continuábamos siendo amigos, la verdad Damián era ahora el esposo de mi hermana y con el único que continué la amistad luego del desastroso evento que ocurrió con aquella chica. Nunca la volví a ver y si lo hacía me disculparía con ella, nunca debí aceptar esa apuesta; sin embargo, yo no había sido quien gravó ese video, menos quien lo divulgó, los rumores se esparcieron como agua y todos me acusaron de un crimen que no cometí, llegando a manchar mi reputación y a ser mal visto por la sociedad. Eso me llevò a aislarme de todos y a cambiar totalmente mi personalidad. Odiándome completamente por hacerle daño a quien no lo merecía y volviéndome un hombre frío y estricto con todos.
—Hermano—exclamó Damián. Hoy es el cumpleaños de Eduarda y quiero hacerle una fiesta sorpresa ¿te sumas?—preguntó.Eduarda era mi hermana menor y la protegida de mis padres y Damián se había ganado el respeto de toda mi familia a lo largo de estos años. Incluso trabajaba en la empresa de mi padre, era el segundo, sin embargo yo había optado por crear mi propio patrimonio y hacer mis propios negocios lejos de los de mi familia.
—Por supuesto, ya compré su regalo—exclamé.—Sabes algo Damián, acabo de ver un niño idéntico a mí, aquí en la revista que compré
—Será tu hijo—se burló mientras yo observaba mi foto de pequeño en el teléfono.
—Hablo en serio. Deberías verlo y la madre, a esa mujer lo conozco de algún lado. Pero no...
—Hay gente que se parece. Te lo he dicho ya es hora de que te cases y tengas hijo, tener tantos amoríos puede dañarte la cabeza.
—Ok, nos vemos en la tarde—colgué la llamada y me quedé pensativo Juliet... No paraba de repetir ese nombre en mi cabeza