Tú y yo tenemos un pasado pendiente

Capítulo: 7

Estefan:

Al llegar a la cafetería donde almorzaban mis empleados vi al niño de antes y caminé hacia donde estaba sentado.

—¿Emilio? ¿Verdad? —pregunté sentándome frente al pequeño que me observó con atención y asintió. —Quiero mostrarte algo Emilio—dije sacando mi teléfono y mostrándole la foto en la que aparecía con mi madre cuando tenía siete años y en la cual era exactamente igual a ese pequeño y la duda me estaba matando. Este niño era demasiado parecido a mí y debía haber una explicación para ello

—¿Ese soy yo? —preguntó dudoso el niño—No conozco a ese señora ¿cómo tienes una foto mía? —preguntó inocentemente. Una de las empleadas se acercó

—Señor Cooper parece que ya conoció a Emilio nuestro pequeño aprendiz —exclamó pasando la mano por el cabello del niño. De un momento a otro se quedó mirándonos fijamente.

—Epa, Emilio es idéntico a usted, parecen padre e hijo. —exclamó cubriéndose los labios—mira Juliet—dijo al acercarse la madre del niño—Creo que encontré al padre de tu hijo, ese del que nunca hablas, ta tan—nos señaló y el rostro de la chica palideció dejando caer la comida al piso.

—¡No conozco a este señor de ningún lado! ¡No lo conozco! —exclamó enojada tomando la mano del pequeño—Ven Emilio, debemos irnos.

—Solo era una broma—murmuró la supervisora y cada vez que veía a esa mujer tenía la impresión de que sí nos conocíamos pero ella intentaba ocultarlo a toda costa.

Me quedé un rato pensando sin lograr unir puntos. Sin poder recordar a Juliet y con la certera y molesta idea de que ese pequeño y yo debíamos ser familia.

Salí de la empresa y conduje mi auto hasta la casa de mis padres que estaba a casi dos horas de allí, en donde antes vivía, hasta que fui expulsado cuando ese video se filtró pero nunca me había perdido un cumpleaños de mi hermanita y esta vez no sería la excepción. Ella salió corriendo cuando vio mi auto parquearse frente a la casa. Y corrió a abrazarme. Eduarda era alta y delgada, pelo rubio, tes pálida y facciones finas, la consentida de la familia y mi adoración, dos años menor que yo pero sentía que era una niña chiquita que debía proteger a toda costa.

—Te extrañaba hermano—pronunció con voz dulce. Llevaba un vestido de flores amarillas que la hacía ver aún más inocente.

—Alguien lleva todo el día esperándote como si fuera una niña de cinco años—se burlo Damián que también me saludó con un abrazo y a los pocos minutos mi padre también estaba allí.

—Que bueno que llegas hijo—saludó mi padre y lo abracé a él y a mi madre, no eran personas de muchos gestos, más bien mi padre era un hombre estricto de negocios y desde que me culparon de divulgar aquel video mi relación con él se complicó al punto que no me permitió trabajar en su empresa la mayor empresa constructora del país. Por eso cuando salí de la Universidad junto a un amigo creé una revista informativa digital que alcanzó bastante renombre y luego de ser muy conocida empezamos a promocionar por así decirlo marcas y objetos, y a ganar comisiones por ello. Luego una tienda virtual de todo tipo de artículos y luego varios centros comerciales propios, no lo niego mi padre cuando vio que mis negocios iban creciendo le inyectó capital o de lo contrario no estarían al margen que hoy está. Mi principal objetivo con la compra de esa revista era promover mis otros negocios y mi nuevo proyecto que era una enorme empresa de maquillaje que saldría a la luz dentro de muy poco tiempo. —quiero que hablemos, ven tú también Damián exclamó y ambos lo seguimos hasta su oficina.

—Quiero decirle algo a ambos. Hijo, sabes que tu cuñado ha estado ayudándome en la empresa y se ha convertido en mi mano derecha. También ambos saben que estoy enfermo y que en cualquier momento puedo irme de este mundo...

—No hables de esas cosas papá—pronuncié y él puso su mano en mi hombro.

—Estoy muy orgulloso de la persona en la que te has convertido Estefan—pronunció—eres un hombre capaz, te quité todo y aún así fuiste capaz de crearte un nombre, hacer tu propia empresa, te superaste en los negocios y como persona y me he dado cuenta que todos estos años estuve muy equivocado contigo. Ya hablé esto con tu hermana y ambos estamos de acuerdo, cuando mueras quiero que tú Estefan te quedes a cargo de mi empresa y la saques adelante como has hecho con todos tus negocios. Esa empresa la heredé de mi padre y mi padre de mi abuelo y tú eres mi sucesor y sé que la llevarás adelante también. Y quiero que en ese proceso Damián sea tu ayudante y consejero. —dijo abrazándome emotivamente y sentí algo de nostalgia. Hace dos años a mi padre le habían descubierto un tumor cerebral que no se podía operar, aún así contra todo pronóstico seguía trabajando y manteniéndose en pie superando todas las expectativas médicas. No pensé nunca que mi padre me heredaría su negocio luego de sacarme de él.

—Voy por unas copas para brindar—dijo Damián saliendo de allí. Y al poco tiempo una empleada tocó la puerta.

—Señor Estefan hay alguien buscándolo fuera—pronunció.

—¿De quién se trata? —cuestioné dudoso.

—Dijo que era un viejo amigo—pronunció y seguí a la empleada hasta el jardín para llevarme la desalentadora sorpresa de ver a Bruno allí.

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? —pregunté enojado. A pesar de haber pasado ocho años le seguía guardando rencor por la mierda que me hizo en el pasado. Arruinó la vida de Rocío y la mía y me hizo ver como la más baja escoria ante la sociedad.

—Supe que estabas aquí y no pude resistir venir. Tú y yo siempre fuimos buenos amigos.—dio un paso acercándose, mi rostro estaba serio, su presencia allí me molestaba y no podía dusimularlo, tampoco quería hacerlo.

—Nunca fuiste un amigo realmente. Vete, no eres bienvenido aquí—exclamé.

—Han pasado ocho años y no voy a esperar un minuto más: no fui yo quien gravó ese video Estefan.

—No juegues conmigo, por qué después de ocho años vienes a intentar confundirme. ¿Crees que soy tonto? O no se te olvidó la paliza que te di hace ocho años y quieres otra—dije pasando enojado ambas manos por mi rostro.




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