Tú y Yo y el asesino de las tacitas de té

Capítulo 10

 

Esa mañana en la que ya estaba más tranquila, Simon, incluso era capaz de prestar atención al canto de los pájaros.

Se tomó su tiempo para desayunar y vestirse antes de caminar hasta la agencia.

Sobre las últimas noticias no tenía nada nuevo que saber. En los últimos días se había creado una investigación profunda para la agencia X. Cerrándola y dejando a todos sus trabajadores en suspensión permanente, hasta que se aseguraran que no habían sido comprados por Marianne Foster.

En general, todas las agencias serían investigadas por seguridad, pero sin llegar al cierre. Incluso la de Simon, a pesar de lo mucho que los había beneficiado encerrar a Marianne. Aunque, los delincuentes como ella, que manejaban negocios ilegales, que blanqueaban dinero, armas, y todo lo que se le pusiera por delante… nunca trabajaban solos, por lo que aún había mucho por hacer.

Y en cuanto a Miguel, de él sí que no sabía nada. No lo había vuelto a ver desde ese día, y tampoco sabía que había pasado con él ahora que su agencia cerraba.

Pero en ese momento se trataba de ella. Iba a ver a González, era hora de volver a la agencia.

 

—Marianne Foster es un pez gordo —le decía González—, a pesar de los años que llevaba desaparecida, de que no sé sabía ni su género, y de que a nadie le importaba ya… Lo cierto es que podría haber hecho sus negocios casi sin que lo supiéramos, sino hubiese tratado de comprar a nadie… En fin, agente Simon, ha tenido suerte. Por cerrar este caso olvidaré el incidente de la explosión… a pesar de que apenas han pasado unas semanas… Pero… ahora se tomará unos días de vacaciones.

—¿Vacaciones? —se asustó Simon.

—Sí. Pero no me mire así, no es la única. Ahora están inspeccionando nuestra agencia, así que por unas semanas sólo se mantendrán los casos que ya estaban abiertos o urgentes. Así que tómese unas vacaciones, hace tiempo que no hace ninguna.

Simon entendió que no había más remedio.

Estuvo a punto de preguntar por Miguel, pero al final no lo hizo.

Salió del despacho de González y se dirigió hacia las mesas de oficina donde estaba Lucas.

—González me ha dado vacaciones —le dijo.

—A mí también —contestó él—. Estoy terminando unos informes y me largo.

—Bien… pues yo me voy ya…

—Vale, por cierto… Después de dejar cao a la señora de las tacitas, podrías añadirme como agente de campo para trabajar contigo…

—Bueno… no estuvo mal… pero lo pensaré —Simon sonrió y comenzó a irse.

—A ver si ese de fuera te cambia el carácter —se quejó Lucas.

—¿Cómo?

—Nada, nada, vete, vete…

Lucas se refería a Miguel, que la estaba esperando fuera apoyado en su coche con los brazos cruzados.

Simon se acercó.

—Miguel… —comenzó a decir—. Siento lo de tu agencia.

—Bueno, ahora voy a trabajar en la tuya.

—¿Cómo?

Miguel se rio.

—¿Te molesta?

—No… es que… —Simon no sabía dónde meterse.

—Estuve hablando con Lucas.

—Hablas demasiado con Lucas… —le cortó ella, esperando a ver qué pasaba ahora.

—Ya —volvió a reírse él—. Bueno, él ha deducido que estabas molesta conmigo porque crees que te tomé como un posible rollo. Aquel día en el bar hace tantos años, crees que sólo quería enrollarme contigo, mientras yo te gustaba de verdad. ¿Es así?

Simon se limitó a encogerse de hombros, mientras pensaba que lo de aceptar a Lucas como agente de campo iba a ser que no… por bocazas.

—Mira —continuó hablando—, era muy joven y sólo pensaba en graduarme en la academia. No creo que pensara en nada serio con nadie. Pero nunca te hubiese tomado sólo como un rollete. Por eso estuve bien con el hecho de que al final no pasara, ¿entiendes lo que trato de decir?

—Sí, creo que sí…

—Ahora…, ahora ya no soy tan joven y no tengo que pensar en graduarme. Nunca es tarde para ser feliz ¿sabes? Así que ahora puedo…

Bueno, pensó Simon, quizás Lucas sí que le había hecho un favor.

Simon no dejó que Miguel hablara más, se lanzó sobre él y lo besó con fuerza, colocando sus manos sobre sus mejillas y raspando su cara con su barba. Él le respondió abrazándola por la cintura, mientras ella dejaba caer su cuerpo sobre él apoyados sobre el coche.

Se acabó estar enfadada, se lo quedaba todito para ella.

Simon separó poco a poco sus labios de los suyos.

—Si quieres compensarme… —comenzó a decirle.

—Un segundo —dijo él—, recuerda que fue un malentendido.

—No importa. Igualmente me compensas. Así que ahora vamos a mi casa y nos encerramos ahí. —Se lo dijo a la vez que se separaba de él y se dirigí a la puerta del coche.

—Vaya, eso suena bien —sonrió él y accionó el botón para abrir las puertas.

—Pero primero pasamos por la farmacia a comprar condones.

—¿Cómo? —se sorprendió él.

—Nada, nada, no preguntes y pon el coche en marcha.

 

FIN

….

 

Y aquí acaba esta corta historia.

 

¡¡Gracias por leer :D !!

 

Me puedes encontrar en: http://www.ireneperalta.es/blog



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En el texto hay: humor, romance, detectives

Editado: 10.01.2023

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