Nick
En cuanto menos lo esperé, el soñado viaje de Elisse ya había llegado. Estar en el aeropuerto sólo me hacía recordar aquella última vez cuando la dejé ir con Noah, ese día que me atreví a decirle que la amaba, sin importarme que me escucharan mis amigos y su antiguo novio, esperando una respuesta de su parte y queriendo que regresara mandando a la mierda todo para que se quedara conmigo, como en las películas que vi con Becca. Sin embargo, ese día se fue, caminando para abordar el avión justo como lo estaba haciendo en este preciso momento.
—¿En qué piensas, Nick? —Pregunta Elisse.
—Aquí te dije que te amaba por primera vez.
—Lo sé. Estuve pensando en eso durante el vuelo, pero creo que es momento de dejar a un lado lo que ya pasó. —Ella tomó mi mano—. Iremos a Francia y nos vamos a divertir.
Abordamos el avión y una vez en los asientos, Elisse me habló de París con la intención de transmitirme la emoción que estaba sintiendo, habló de lugares y personas que no podía esperar por ver una vez más, me platicaba sobre sus tardes parisinas y lo mucho que disfrutaba reunirse con su querida amiga Florentine, ella evitaba mencionar que Noah fue parte de cada día que vivió allá. Cuando las anécdotas terminaron, Elisse se dedicó a leer una vez más uno de sus muchos libros de Pierre-Cortot y yo, simplemente me dedicaba a ver las imágenes recargado en su hombro, el viaje comenzaba a hacerse eterno para mí.
Elisse
Nick se quedó dormido demasiado rápido, a lo mejor mis vivencias en París le aburrieron tanto que el sueño le ganó o puede que realmente estuviera cansado, no ha parado ni un poco en el trabajo, sí, seguro que es eso. ¡Pero es que no puedo esperar para que el viva lo mismo que viví cuando vivía en París! Tengo muchos planes para nosotros, llegaríamos antes de mediodía, así que si bien nos iba, podríamos ir a recorrer la ciudad un poco.
Llegamos a Francia poco después del medio día, el chófer que Pierre-Cortot envió ya esperaba por nosotros para llevarnos al hotel. Mientras recorríamos algunas calles para llegar a nuestro destino, Nick se dedicaba a mirar parte de la ciudad por la ventanilla del automóvil y yo, yo no pude evitar ponerme nostálgica por todo lo que viví aquí y por todo lo que me he perdido de esta ciudad que logró enamorarme.
—¿Qué tal? Estamos pasando por el arco del triunfo.
—¿Conoces toda la ciudad?
—No toda. —Respondo—. Pero si los lugares turísticos. Es algo inevitable estando aquí.
Al llegar al hotel, me encaminé hacia la recepción para recoger la llave de nuestra habitación mientras Nicholas y el chófer se encargaban del equipaje.
—¿Necesita que la lleve al restaurante, señorita Wilkinson? —Cuestiona el chófer con un marcado acento francés.
—No, iré más tarde. Primero quisiera instalarme en la habitación y adaptarme una vez más a la ciudad.
Agradecí la hospitalidad del chófer, quien se marchó poco después. Nick y yo subimos a nuestra habitación para instalarnos, él de inmediato fue hacia la terraza y yo me encargué de pagarle a botones que trajo nuestro equipaje. Me reuní con él en cuanto aseguré que todo estuviera en orden con mi ropa, temía haber olvidado algo en casa.
—Tenemos una vista increíble. —Le digo.
—Sí, es asombroso a pesar de que está un poco nublado. Espero no enfermarme.
—¿Quieres salir a explorar un poco?
El asintió con la cabeza, ambos nos preparamos para poder salir, carteras y abrigos. Nos aseguramos de no olvidar nada y fue entonces que tomé su mano para salir de la habitación, saldríamos a explorar un poco y Nicholas no podía esperar para tomar algunas fotografías. Debo aceptar que estaba igual de emocionada que la primera vez que estuve aquí, incluso parecía que la turista era yo y que Nick era el local, aún recuerdo cuando quería que el tiempo fuera eterno para recorrer cada rincón. Pero esta vez me dediqué a ser la guía de Nick en lugares como la plaza de la concordia, la avenida de los campos Elíseos, por supuesto la torre Eiffel, el ayuntamiento y demás.
—Vaya, ahora entiendo porque estabas tan cómoda y feliz aquí.
—París me dio meses increíbles, se me hace raro estar aquí porque hace un tiempo todo esto era tan cotidiano para mí.
Me acerqué a él para tomarlo del brazo y hundir mi nariz un poco en su abrigo de color negro, me encanta el aroma. Después, me puse de puntillas arrugando las puntas de mis zapatos tipo oxford para poder besarle la mejilla.