Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 6

Nick

El desfile que año con año sacudía Nueva York en acción de gracias lo estaban transmitiendo en el televisor que estaba en la recepción de la disquera. Llevaba rato esperando a Rob para que me entregara un par de permisos que necesitaba Chad para hacer ciertos trámites respecto a los derechos de una canción, fue entonces que mi celular vibró. Era un mensaje de Elisse.

 

Elisse WilkinsonHola Nick, lo siento mucho pero al parecer hoy tendremos demasiado trabajo en el restaurante y no sé a qué hora voy a llegar a casa. ¡Feliz día de acción de gracias! Agradezco bastante tenerte conmigo. Te amo.

 

—¿Todo bien con Elisse?

 

Sarah acaba de llegar, vestía una increíble camiseta con el diseño de The OLZ impreso en ella y he notado que se ha pintado las puntas del cabello de color azul rey. Se sentó a un lado de mí dispuesta a acompañarme.

 

—Elisse no podrá estar conmigo y con Mike y Becca para la cena.

—¿Trabajo?

—Exacto.

 

Sarah pone su mano en mi hombro.

 

—Si ella no puede ir a ustedes, ustedes vayan a ella. ¿Tienes el número del lugar donde trabaja?

—Creo que sí.

—Deberías hacer el intento por pasar este día con ella. Haz una reservación.

 

Sarah recoge un par de sobres y camina hacia el pasillo que llevaba al estudio 1 de grabación. Rob llega minutos después y me extiende un par de hojas respecto al contrato que tenemos con aquella televisora para hacer el unplugged de The OLZ, reviso los puntos que Chad me pidió que checara antes de subir a entregarle lo que necesitaba, estuve con ese equipo de trabajo un buen rato hasta que llegó mi hora del almuerzo.

Salí directo a la cafetería de la disquera. Busqué un lugar para sentarme pero casi todos estaban ocupados, la única cara conocida de ahí era la de Nina Hansset, quien se comía una manzana mientras hojeaba una revista.

 

—Hola, ¿me puedo sentar contigo?

—No tengo problema con ello. —Responde apenas mirándome de reojo.

—Hoy es día de acción de gracias, y se supone que debes agradecer por algo. —Nina deja de prestarle atención a la revista para poner su vista en mí—. Yo te quiero agradecer porque a pesar de que fui muy grosero contigo, no hiciste lo que cualquiera con la influencia que tienes en este lugar hubiera hecho.

—Tampoco soy mala persona. —Musita—. No sé en qué situación estés, si estás manteniendo a siete hijos o si no cubres el monto total de una renta, no soy tan mala persona como para dejarte sin empleo, además... —Comienza a sonar su celular y ella lo mira con cierto fastidio—. Alarma. Tengo que tomarme una pastilla.

 

Saca una pequeña caja de su bandolera de colores, busca entre sus medicamentos una píldora que segundos después termina en su boca. Me doy cuenta de que Chad pasa a la cafetería a comprar su acostumbrado café, no podía trabajar sin cafeína dentro de su organismo. En cuando me vio con Nina me miró con picardía, sabía que todos aquí querían acercarse a ella para conseguir mejores ofertas de trabajo, sobre todo por los nuevos rumores de que va a llegar una nueva estrellita pop y Carl requiere un equipo de trabajo especialmente para él.

Pero al contrario de Chad, yo no hablaba con Nina por ofertas de trabajo, hablaba con ella porque me hizo sentir fatal y quería reparar mi culpa de alguna forma.

 

—¿Qué era eso?

—Acenocumarol, ya sabes, para tratar mi cardiopatía.

 

Bebe un poco más de su agua embotellada, finalmente mete de nuevo su mini farmacia a su bandolera y regresa su atención hacia mí.

 

—Si eres así de agradable, ¿por qué ese día estabas tan de mal humor?

—Estaba regresando de un viaje, ya sabes, cuando regresas de un largo vuelo no quieres hacer otra cosa más que descansar.

—¿A dónde fuiste? —Pregunta.

—A París, verás, mi novia es la mejor chef de California.

—¿El mejor chef de California no es Brody Wheels? —Interrumpe.

—Para mí, ella es la mejor. Trabajó para Jean Pierre-Cortot en París, de hecho trabaja ahora para él en uno de los restaurantes que tiene aquí. Te digo, es asombrosa, es la mejor de hecho. Me atrevo a decir que más que Brody Wheels.

 

Nina comienza a reír.

 

—Bueno entonces es cierto que el amor te vuelve... —Lo duda un poco—. Ciego. No es por ofender pero tu novia no es tan perfecta como lo crees, o al parecer eso percibí cuando la vi en aquel karaoke bar.

 

Ahora soy yo el que empieza a reírse.




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