Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 9

Por fin llegó el día en el que nos presentaron oficialmente a Ian. Carl nos reunió en una sala para que así pudiéramos conocer al nuevo talento que firmó contrato con su disquera y por supuesto, él estaba ansioso por conocer a su nuevo equipo de trabajo. Ian es un hombre alto, le calculo una estatura aproximada de 1.87 metros, es delgado pero de contextura atlética, por supuesto que es guapo, tiene el cabello de color negro quebrado y ojos celestes, la línea de la mandíbula marcada y la nariz recta. El aspecto físico es un plus que busca Carl en los artistas que firma, sabe que un hombre guapo como él atrae adolescentes y las adolescentes garantizan las altas ventas de discos y mercancía oficial.

A simple vista parecía ser un hombre egocéntrico, de mirada intensa, pero apenas abrió la boca nos demostró que es una de las personas más sencillas y agradables con las que hemos trabajado hasta el momento. Ian Accolo no perdió la oportunidad de hacernos saber que le entusiasmaba pensar en su álbum debut y que necesitaba trabajar en equipo para hacer de este algo exitoso. 

 

—Ya vi algunas de las letras que le proponen a Ian. —Comenta Rick, rascando su cabello tipo afro—. Igual la música. Quieren otro Bieber.

—El problema es que no tiene cara de Bieber. —Continúa Mike—. Pero, es obvio que nuestra opinión no cuenta, Ian es asunto de Carl.

—¿De quién es esa guitarra? —Pregunto.

 

Nadie me responde, así que agarro la guitarra, es hermosa. Es acústica, me gusta el tallado de la madera y lo bien hecho que está el traste. Me siento en la esquina dejando de lado a Michael y Rick que continuaban conversando sobre lo que sería el futuro de Ian en la industria, yo por mi parte me dedico a buscar en mi cartera la única cosa que conservo de Rosalie: una plumilla de The Ramones. Acomodé la guitarra en mis piernas y comencé a rasgar las cuerdas, lo primero que se me vino a la mente, tocaba sin pensar en una canción que conociera. 

 

—Hey, me gusta el riff.

 

Ian me escucha tocar. Se sienta a un lado de mí moviendo la cabeza tratando de seguirme el ritmo, al mismo tiempo que su pie golpeteaba el piso con el sonido de la guitarra. Cuando la futura estrella de Carl se interesa en lo que haces, de repente toda la atención se dirige por completo a ti, o por lo menos así fue en esta sala.

Carl me observaba desde del rincón junto con el ejecutivo y pude percatarme de que Nina ya se había unido como espectador al espectáculo, está en la puerta escuchando una melodía que salía de lo que se me iba ocurriendo, sin seguir reglas ni partituras, simplemente tocaba para Ian quien parecía fascinado con mi música.

 

—¿Para qué canción planean usar esto? —Pregunta Ian.

—Para ninguna. —Responde Carl—. Ya te diremos después cuando comienzas a grabar y luego nos encargamos de todo con los ingenieros. Hyland, procura no agarrar la guitarra y ponerte a hacer esto en horas de trabajo.

—Pero es muy bueno, ¿Hyland? Realmente me gustó lo que tocaste. ¿Formarás parte de mi banda?

—No ahmm... Soy parte de tu equipo de marketing solamente. Además, Carl tiene razón. Los ingenieros de audio sabrán qué hacer con tu música.

 

Dejo la guitarra en su lugar y regreso con Michael y Rick para seguir con lo mío, Carl tomó a Ian del hombro y lo llevó a otra sala, necesitaba platicar con él acerca de los días de grabación que tenían que agendar. Entonces me pregunté si la melodía que toqué hace un rato podría hacer juego con el sonido de su voz, o tal vez... Podrían echar a perder todo esto en el área de producción y harían de una buena canción algo lleno de autotune.

Cuando terminamos de trabajar bajo las instrucciones de Rick, tuvimos nuestro tiempo libre. Mike salió de inmediato de las instalaciones porque tenía un par de cosas que hacer en el banco y me dejó prácticamente solo. O al menos eso creía. Nina vino hasta mí con un estuche, lo colocó sobre la mesa de la cafetería y abrió el cierre solo para dejarme ver que dentro de este se encontraba guardada una guitarra de color negro acústica. 

 

—Aunque papá se puso un poco exigente, a mi sí me gusta escuchar tu música.

 

Nina me invita a tomar la guitarra, sonriéndome. Finalmente acepto la invitación, saqué el instrumento y me senté para acomodarla sobre mi regazo, necesitaba sacar la plumilla una vez más. Ella se sentó a un lado de mí esperando escucharme tocar como lo hice hace un rato.

 

—¿De esa si tienes letra?

—Sí, se la escribí a Elisse cuando se fue a Francia.

 

Entonces, por petición de Nina, canté mientras tocaba para ella una de las canciones que le escribí a Elisse. La hija de Carl por fin obtuvo lo que quería en su fiesta de bienvenida. 

 

—La quieres mucho, ¿verdad?

—Sí, Elisse es... Increíble. La amo como no tienes idea.

 

Nina acaricia la guitarra, pasa de la madera a mi mano y con sus fríos dedos, libremente acarició mi piel.

 

—¡Qué envidia! —Deja escapar—. Me gustaría sentir algún día eso, ya sabes, que te amen de esa manera así como tú la amas a ella, que te idolatren de alguna forma, que piensen que eres la mejor en algo o que hablen de mi como si fuera el ser más extraordinario sobre la faz de la tierra.

 




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