Por la mañana me despertó el olor de unos panqueques recién hechos. Elisse estaba en la cocina ya lista para irse, traía el castaño claro y largo cabello recogido en una coleta alta, su rostro lucía cada vez más afilado por el peso que ha perdido, quizás por todo el estrés que ha sufrido en las últimas semanas. Sin embargo, aún con que se la pasaba metida en Autumn Delights la mayoría del tiempo, esta mañana no perdió la oportunidad de darle una sorpresa a su comensal preferido, me dejó el desayuno sobre la mesa y me dio un beso en la frente después de haber tomado sus llaves.
—¿Tú no piensas desayunar?
—Tengo prisa. Hoy va a ir el contador y al parecer también el equipo del área de comercialización para ver todo lo del marketing, Pierre-Cortot me mandó un correo ayer, pidiéndome que me involucre junto con Jamie.
—Bueno, ¡suerte!
Me besa cortamente en los labios y agarra sus cosas dispuesta a irse. Así que hoy me tocó desayunar completamente solo, como lo ha sido durante los últimos días. Realmente una de las cosas que extraño de vivir con Mike es que nuestros desayunos jamás eran en silencio, siempre encontrábamos la forma de hacer entretenido esto, nos aventábamos comida con la cuchara, hacíamos ciertos chistes locales y hablábamos acerca de cualquier serie televisiva con la que tuviéramos cierta obsesión dependiendo el momento. ¡Vaya! Sí que echo de menos vivir con él.
Estar en el trabajo quizás es lo único que últimamente me salvaba de la soledad que a veces sentía en el apartamento. Es algo triste considerar como consuelo encerrarme con Rick y el resto del equipo en una sala para discutir sobre trabajo y más trabajo, pero me está costando adaptarme a esta vida adulta de mierda en la que no estoy con Elisse y Mike 24/7 haciendo otras cosas que no sea solo generar dinero para pagar las cuentas.
—Bien, ¿traes las letras? —Pregunta Rick, quien estaba acompañado de Nina, seguro que ya lo puso al tanto.
—Solo una, no me dio mucho tiempo de hacer otras.
Tomo el cuaderno de entre mis cosas, Nina me miraba ansiosa buscar la hoja en donde escribí anoche la que sería, si lo aceptan, una de las canciones de Ian. Le paso el cuaderno a Rick, él comienza a leerla con Nina husmeando por encima de sus hombros, hasta que la chica dejó de prestarle atención, se tomó el brazo izquierdo con la mano y la expresión de su rostro cambió por completo, como si algo estuviese mal, como si estuviese sintiendo algo de dolor.
—¿Te sientes bien? —Le pregunta Rick a Nina.
—No... Me está costando...
Todo sucedió demasiado rápido ante mis ojos, Nina comenzó a desvanecerse y Rick soltó el cuaderno para poder sostenerla antes de que se impactara contra el piso. Yo estaba en shock, no sabía qué hacer, con Rick ahí sosteniéndola y tocándole el rostro con tal de hacerla reaccionar, todo parecía inútil.
—¡¿Qué haces ahí parado?! ¡Llama al 911, Hyland!
—No, no. Van a tardar demasiado.
Así que decidí tomar a Nina en mis brazos para llevarla de inmediato al servicio de enfermería de la disquera. Fue imposible no acaparar las vistas de las personas que me vieron durante todo el trayecto, los chismes comenzaron a correr de inmediato, «¿qué le ha pasado a la hija de Carl?» «¿Por qué Nicholas la está llevando a la enfermería?» «¿Será cierto eso de que ese par tiene una relación?», no me importaba una mierda lo que hablaran de nosotros, lo importante es que alguien la ayude ya.
La enfermera me ayudó a recostarla sobre la camilla y buscó de inmediato la forma de auxiliar a Nina, disculpándose porque el doctor tuvo que salir de emergencia, diciéndome que haría lo posible por salvaguardarla.
—Dejó esto en la sala. —Rick entró entonces con el bolso de Nina—. Puede que traiga medicamento, no sé.
—¡Sí! El pastillero.
Le quité el bolso negro y lo abrí para poder sacar el pastillero que siempre lleva con ella, se lo entregué a la enfermera, son tantas tabletas que no sé cuál es la adecuada para este momento en particular. La pelinegra entonces tomó una de las pequeñas y le abrió la boca para ponerla por debajo de su lengua, pidiéndonos un poco de espacio para Nina.
—Ya está reaccionando. —Comunica la enfermera después de unos minutos—. Voy a volver a tomarle la presión.
—¿Cómo te sientes?
La voz de Carl llamó la atención de todos los presentes en el consultorio, se acercó de inmediato a su hija, quién aún permanecía un poco confundida sobre la camilla. Carl la abrazó contra su pecho y besó su frente, aliviado porque al parecer hemos actuado a tiempo.
—Lo de siempre. Pero tranquilo, ya estoy bien, gracias a Nick, él fue quien me trajo a la enfermería.
—Gracias, Nick. En verdad te lo agradezco.
Carl me da unas palmaditas en la espalda y Nina, ya sentada, estira la mano pidiéndome que me acerque a ella.
—¿Te puedo dar un abrazo?
—Por supuesto.