Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 26

Al llegar a Francia maldije mil veces que haya sido un viaje así de corto. El desgaste físico que representa el cambio de horario y de clima... ¡Solo esperaba poder descansar las pocas horas que me quedan antes de volver a Le Champeaux a trabajar!

La buena noticia es que Florentine no preguntó nada en el desayuno sobre la boda, toda su atención la tenía su celular, me ha dicho que está esperando el resultado del examen de admisión de la universidad de su hermano y ha callado, por primera vez en el desayuno no ha hablado hasta por los codos. Debo aceptar que no hablar con ella ahora me hacía sentir un poco aliviada, aún no sé qué tanto le voy a contar de la boda, iniciando por el tórrido romance de una noche que tuve con Nick. 

 

[...]

 

Parecía que Florentine no estaba interesada en mi fin de semana y eso fue como quitarme un peso de encima, ya que durante el camino hacia Le Champeaux mantuvo su atención en el teléfono, por lo poco que he logrado ver, está mirando cosas en Amazon que de seguro no tardaría en comprar. 

 

—Ni siquiera sabes para que sirve.

—Pero se vería bonito en la mesa, ¿no? —Pregunta—. Además esta noche tendrán ofertas contra reloj.

—Como la lámpara que ni siquiera sirve que tienes a un lado del sofá.

—Pero tiene un bonito diseño, ¿no?

 

Le sonrío y asiento con la cabeza.

 

—Bueno, cuéntame cómo te fue este fin de semana. —Florentine guarda su celular, buscando mi mirada—. ¡Todo!

 

¡Genial! Sabía que no podía dejarlo escapar, pero si ya había podido evitar el tema durante todo el tiempo que ya hemos pasado juntas, ¿por qué justo ahora se le ocurre preguntar? 

 

—Fue una boda normal, vestido blanco, dos enamorados felices, su mamá llorando, me gané el ramo pero no sé en dónde lo dejé.

—¿Estuviste bebiendo?

—Un par de copas. —Respondo.

—¿Conociste a alguien?

—Sí, su nombre era Dave Collins. Es primo de Becca.

 

Florentine sonríe pícaramente.

 

—¿Tuviste una noche de alcohol y sexo con un extraño?

—Alcohol con el extraño, sexo con uno muy conocido.

 

Jugueteo con mi cabello al mismo tiempo que ella intenta procesar la información.

 

—¿Estuviste en un trío?

—¡No! Con Dave no pasó nada, pero con Nicholas pasó todo. Pero estaba borracha así que no cuenta, anda vamos, aquí está nuestra parada. 

 

Florentine y yo nos pusimos de pie, caminamos juntas hacia la puerta del bus y bajamos, solo nos quedaba caminar un par de cuadras para llegar al restaurante.

 

—¿Cómo que no cuenta? ¡Elisse! —Florentine me detiene en la calle—. Cogiste con Nick, ¡con Nick! C'est important...

—Solo fue algo físico, no es como si nos fuéramos a casar o a regresar. Yo no puedo perdonarle lo que me hizo con Nina, aunque me jure y perjure que no la quiere. —Le digo, caminando delante de ella—. Además en la mañana cuando tomé su celular tenía muchas llamadas perdidas de ella, es obvio que algo pasa.

—¿Y no te movió nada?

—Sabes que sí, sabes que lo sigo amando. Pero, no puedo olvidar lo que me hizo, se suponía que Nick era el «hombre diferente» ¿entiendes? No se suponía que fuera el mismo cabrón como todos los que ya he conocido. 

 

Florentine prefirió no decir más al respecto. Creo que entendía mi punto, esperaba que así fuera, ella me vio en Mónaco cuando no podía dejar de llorar por lo que pasó. Nicholas me movió todo, incluso cuando creí haberlo superado. No pude evitar pensar en él durante todo el vuelo de México a Francia, pensé en la boda y luché por acordarme de la noche que compartimos juntos pero tengo muy vagos recuerdos. 

 

—Le traje un souvenir muy parecido al que te di en la mañana a Pierre-Cortot, ¿crees que le guste?

 

[...]

 

El día en el trabajo estuvo lleno de preguntas respecto a mi viaje exprés a Los Cabos. Pierre-Cortot me agradeció por el regalo, decía que esa pieza de cerámica hecha y pintada a mano tipo talavera sería algo que conservaría muy bien en su hogar. Fue conciso en cuanto a sus cuestionamientos, creo que la boda fue lo de menos para él, solo me preguntó si me divertí, decía que llevaba días observándome y que no era la Elisse que trabajó previamente para él. 

 

—Últimamente te he visto un poco triste.

—No es nada, solo... Me he sentido un poco enferma. —Le miento, intentando mantenerle la mirada.

—Bueno, espero que este fin de semana te haya servido para despejarte un poco y que el cambio de temperatura no te afecte mucho.

—Gracias, por dejarme ir. Yo... Iré a trabajar. 

 

Cuando el día laboral llegó a su fin, Florentine y yo regresamos juntas a casa, esta vez sin hacer una parada para comprar macarons como ya se nos estaba haciendo costumbre, quizás ella entendió que aún necesitaba descansar porque el viaje me ha q...        




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