Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 31

—No puedo hacerlo, Florentine.

—No lo hagas entonces. —Ella acaricia mi cabello, abrazándome—. Vamos a quedarnos con el bebé, ¿sí? Va a estar bien, tendrá una familia con nosotros.

—Pero por ahora necesito que esto sea un secreto. —Me paso la mano por la mejilla intentando limpiar las lágrimas que pasaron por ahí—. Nadie se debe enterar por el momento, sólo tú y George.

 

Ella asiente con la cabeza y me abraza una vez más, prometiendo guardar este pequeño secreto.  

 

—¿Qué le dijiste a Cortot para faltar?

—Que las dos estábamos enfermas, una pequeña intoxicación. —Musita—. George me dará una receta falsa para justificar.

 

Sonrío, ¡vaya día de locura! Y en verdad agradezco tener a Florentine conmigo en este momento lleno de emociones. No tardó mucho en decirle a George y a Angelique que he tomado una decisión, por lo que todo el motivo de la visita médica tomó otra dirección. Parecía ser que ahora Angelique se convirtió en mi ginecóloga y sería ella quien llevara todos los chequeos respecto al embarazo.

George se fue y Angelique me dio su número para cualquier duda que surgiera hasta que nos viéramos de nuevo. Después, Florentine y yo decidimos ir a la cafetería, sin olvidar hacer una parada en el sanitario porque mi vejiga ya no aguantaba más. 

 

—¿Qué quieres? ¿Tienes hambre?

—Un jugo de uva. —Respondo al encontrarme con ella afuera del sanitario—. No tengo hambre

—Tienes que comer algo.

—Más tarde, ¿sí? Necesito calmarme antes, han sido muchas emociones por hoy.


 

Caminamos juntas hacia la cafetería para comprar el jugo, una parada realmente rápida. Ahora teníamos que hacer otra parada en el consultorio de George para que nos entregara las recetas que nos servirían como justificante en el restaurante.  

 

—Ten. —Le entrega una receta médica a Florentine—. Elisse necesito que descanses, ha sido un día agotador y no es muy bueno para el bebé que estés así de estresada.

 

Se acerca a Florentine para darle un pequeño beso en los labios y se despide de mí con abrazo, recordándome que siempre podrá asistirme como médico cuando lo necesite y como amigo ahora que he tomado la decisión de quedarme con el bebé. Es hora de regresar a casa, esta montaña rusa de emociones me ha dejado agotada y muero de sueño, necesito dormir. 

 

—¿Te molesta si te dejo sola? —Pregunta Florentine desde la puerta—        




—¿Te molesta si te dejo sola? —Pregunta Florentine desde la puerta—. El cumpleaños de mi hermano es en una semana y quiero aprovechar el resto del día para buscarle un regalo. No te pido que me acompañes porque George dijo que tienes que descansar.

—Ve, cómprale algo bonito. Estaré bien estando sola, no te preocupes por mí.  

 

Ella va en busca de sus cosas, cartera, llaves, paraguas por si llueve. La escucho cerrar la puerta después de unos cinco minutos, oficialmente me he quedado sola y creo que lo necesitaba, hay muchas cosas que pensar. Me senté en el sofá y puse las manos sobre mi abdomen bajo, el embarazo no se nota aún, bastaran unas cuantas semanas para que comience a notarse y entonces...

 

—¿Cómo voy a ocultarle al mundo nuestro secreto? 

 

Me sentía un poco ridícula hablando sola, pero una vez Becca me confesó que ella suele hacer lo mismo con su bebé. Así que quise intentarlo. 

 

—¿Te das cuenta? Bueno, no sé si me escuchas pero... Vas a ser un bebé francés y voy a trabajar muy duro para darte la vida que te mereces, te lo juro. 

 

Oh... Ese sonido proveniente de mi estómago definitivamente no fue el bebé, ¡debí haber aceptado la comida que quería comprarme Florentine camino a casa! He olvidado por completo que no tenemos nada rico en la cocina y no quiero improvisar con lo poco que tenemos en el refrigerador, de hecho creo que tenemos que ir de compras al supermercado en cuestión de urgencia.

Además, ese queso roquefort que está en el refrigerador no se ve nada antojable, de hecho no hay nada ahí que se me antoje. ¡Cómo deseo comerme un mousse de chocolate! De tanto imaginarlo ya se me hizo agua la boca... 

 

[...]

 

El antojo por el mousse fue lo que me sacó de mi hogar. Fui a aquel bistró en el que solía pasar las tardes con Noah, de hecho fue él quien me enseñó este postre y apenas tuve un pie en el lugar me di cuenta de que he perdido valiosos días sin darme una vuelta por aquí. ¡Tan lindo y acogedor que es!

Me senté sola en una mesa un tanto alejada de los demás, el primer encuentro con el mousse después de tanto tiempo fue exquisito, definitivamente disfruté de ese sabor que añoraba sentir en mi boca desde que salí del departamento. El postre, un latte y ese blog que estoy leyendo acerca del primer trimestre del embarazo son mi compañía esta tarde. O eso creía.




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