Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 32

—Gracias. 

 

Recibí mi trago y bebí un sorbo de el, dejándolo de regreso en la barra, dirigiendo mi mirada hacia la mano femenina que estaba a mi lado, mi atención se dirige especialmente a ese tatuaje en la muñeca... Una cruz invertida. Tomo mi vaso de ron y bebo una vez más antes de mirarla. Su largo y ondulado rubio cabello que ahora parecía ser más claro caía sobre sus hombros, el entallado vestido negro hacía que su delgada figura se viera espectacular, seguía utilizando el mismo perfume y seguía bebiendo lo mismo que bebía cuando estábamos juntos, a pesar de que han pasado demasiados años de eso.

 

—¿Amanda Jones?

—¡Oh por dios! ¿Nicholas? 

 

Sus pupilas se dilatan al verme, rodea con sus delgados brazos mi cuerpo para darme un corto pero cálido abrazo. 

 

—¡No puede ser! ¿Quién diría que nos encontraríamos en Boston justo hoy?

—Lo sé. —Respondo, mirándola directamente a los ojos, esos ojos azules tan profundos—. ¿Cómo has estado?

—Ya sabes, de aquí a allá. 

 

Amanda se muerde el labio inferior, jugando con el anillo que traía puesto en el dedo medio. 

 

—¿Qué tanto has hecho, Amanda?

—No se te quita ¿verdad? Siempre quieres saber todo.

—Tengo años sin saber de ti.

—Y yo de ti Nick, y no he preguntado nada. 

 

No pude evitar pensar en esa última vez que nos vimos hace unos años en la fiesta de Cassie, cuando me contó que estaba de regreso en la ciudad después de un viaje mochilero. Esa noche que pasamos juntos en una habitación de un motel, cuando me robó la virginidad y después desapareció en la mañana, cuando aún tenía su nombre tatuado en el cuerpo y en mi corazón, cuando la amaba con cada parte de mí.

 

—¿En verdad decidiste cubrirlo? —Cuestiona al mirar el tatuaje que reemplazó su nombre en mi brazo. Una pluma que simbolizaba el liberarme de ella.

—Así es. Me convencí de que jamás te volvería a ver.

—Y henos aquí, bebiendo en un bar de Boston. La vida es muy rara. 

 

La miré una vez más, seguía siendo la misma mujer de siempre, tan libre, tan desinteresada.

 

—¿No te da curiosidad saber qué he hecho? —Le pregunto—. ¿A qué me dedico? Si estoy soltero o casado... ¿No te importa?

—Bueno, anillo de casado no tienes así que asumo que estás soltero. —Dice, tomando mi mano—. ¿A qué te dedicas?

—Trabajo para una disquera, para RSH Records.

—Woah ¿y qué haces?

—Antes me encargaba de la publicidad de ciertos artistas, ahora me dedico a escribir canciones para Ian Accolo, ¿lo conoces?

—No, ni idea. 

 

Esbocé una sonrisa, ella continuaba jugando con mis dedos. 

 

—Amanda yo... Aquella última vez que nos vimos hace unos años...

—Hey Nick, no hablemos hoy del pasado. Es más, ni siquiera hablemos de algo en concreto. Vayamos a bailar. 

 

Amanda me tomó de la mano y me llevó casi arrastrando hacia la pista de baile, no tenía ganas de mover el cuerpo esta noche pero sabía que no iba a rendirse hasta que me hiciera bailar, ese era su objetivo. Ella siempre quería hacer de mí lo que se le antojara y esta noche no fue la excepción, me moví junto a ella y dejé que guiara mis torpes pasos gracias al alcohol.

Miré momentáneamente hacia el piso de arriba, hacia el área VIP, los chicos continuaban celebrando que todo salió bien en el show de Ian y rogué para que Mike no viera que sucumbía ante los deseos de la rubia que me ha hecho tanto daño. Agradecí que la gente en la pista fuera demasiada para pasar desapercibido para todos los que me conocen allá arriba y le oculté a Amanda la verdadera razón por la que me encontraba aquí esta noche.

En realidad, no quería hablar de nada, así como ella que se movía al ritmo de Tame Impala, jugueteaba con su cabello y danzaba siguiendo The less I know the better, cantando de vez en cuando las únicas líneas que se sabía. 

 

—Se nota que has bebido demasiado esta noche. —Dice Amanda, muy cerca de mi rostro, tocando mi nariz con su dedo índice—. ¿Viejas costumbres de Jeremy, huh?

—Eso creo...

—Ya no quiero bailar. —Declara—. Vayamos a la terraza, aquí hay demasiada gente.

 

Amanda tomó mi mano y me sacó de ahí, abriéndose paso entre la gente, guiando mi camino hasta la terraza de un club que al parecer conocía muy bien. Se encaminó hasta el barandal para ver el panorama, yo me quedé atrás observándola a lo lejos, había sido una terrible noche para un encuentro con una mujer como ella, ella que nunca sabía que quería con exactitud y se la pasaba cambiando de ideas cada cinco minutos.

Ella era tan diferente a Elisse. Amanda iba por la vida tomando decisiones al momento, Elisse siempre pensaba en las consecuencias primero, Amanda amaba tomar riesgos, Elisse siempre tenía que meditar antes de hacer cualquier cosa. Amanda vivía su vida como una partida de póker, siempre al azar... Eran tan diferentes una de la otra. 

 




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