Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 42

Toqué un par de veces la puerta blanca y ella desde adentro me dio la autorización para que pudiera pasar, seguro pensando que se trataba de alguno de sus padres. Cuando entré, la vi sentada en la cama, llevaba el cabello lacio tomado en una coleta de caballo y tenía ya la pijama puesta, trabajando en su computadora personal.

 

—¿Qué haces aquí, Hyland?

—Te traje esto. 

 

Me acerqué a ella para entregarle las flores y Elisse las tomó, sorprendida por mi presencia. Aun así, no perdió la oportunidad de hundir su nariz en ellas para inhalar el aroma, algo que suele hacer siempre que le regalo flores. 

 

—Gracias, están muy lindas. 

 

Me siento a su lado, Elisse deja las flores sobre la cómoda y continúa con lo suyo, tecleando en la laptop. Por mera curiosidad veo la pantalla de la computadora, está trabajando en unas gráficas que parecían ser más importantes que mi presencia en su habitación. 

 

—¿Qué haces?

—Estoy diseñando algunos cambios para Autumn Deligths, pensaba mandárselos a Cortot esta noche para que los vea mañana por la mañana.

—¿Crees que pueda esperar un poco? Necesito hablar contigo.

 

Me miró de reojo, sin decir nada, soltándose el cabello segundos después. Simplemente guardó el archivo y bajó la tapa de la computadora, haciéndome entender con esa acción que está lista para prestarme atención. 

 

—¿De qué quieres hablar?

—De la actitud estúpida que hemos tenido a lo largo de estos meses, hace un tiempo nos juramos amor eterno en París y ahora parece que nos odiamos.

—Bueno Nick, jurar amor eterno ya no está acorde con la época en la que vivimos.

—Elisse... Los dos hemos cometido errores, creo que llegó el momento de olvidarlos y comenzar de nuevo.

—Tú no te imaginas lo mucho que me afectó lo que ocurrió contigo y con Nina. —Se quita un mechón de cabello de la cara y me mira directamente a los ojos—. Nina me habló un par de veces, pero sólo la primera vez atendí y... Te odie Nick, te odié bastante.

 

Y créeme Elisse, yo también me odie.

 

—Pero después aprendí a estar sola, lo fui superando.

—Yo no quería que nada de eso sucediera, esa noche estaba solo y tenía todo el alcohol que quisiera a mi alcance. No recuerdo mucho, sólo sé que yo no quería estar con ella. Nina tiene un diario íntimo y estoy seguro que relató esa noche ahí, quiero leerlo.

—¿Para qué? Creí que los relatos eróticos eran old school

 

Sonrío con ironía, Elisse no puede evitar esbozar una sonrisa también.

 

—Porque quiero saber qué pasó exactamente, tuve la oportunidad de leer parte de su diario y me enteré de un par de cosas que no son agradables.

—¿Cómo qué? ¿Acaso tiene una fotografía tuya en un altar satánico en el rincón más oscuro de su habitación?

—No. —Empecé a reír—. O bueno no sé. Pero no quiero hablar de ella, hoy no. Quiero hablar de algo más agradable...

 

Dejo escapar un ligero suspiro, hace tanto tiempo que no estaba con Elisse así de tranquilo.

 

—Del bebé, realmente no quiero alejarme de ustedes.

—No sé si puedo volver a confiar en ti. —Me dice—. No estoy lista para tener una relación contigo otra vez.

—No te estoy pidiendo que regreses conmigo, pero quiero estar cerca del bebé. No estuve contigo cinco meses, déjame estar el resto del embarazo a tu lado, déjame acompañarte al médico la próxima vez. Hay muchas formas de poder criar a ese bebé, podemos hacerlo como amigos, ¿qué dices?

—¿Crees poder hacerlo?

—Sí. Elisse, tu sabes muy bien que te amo. Pero respeto lo que tú quieras hacer, solamente quiero estar cerca de él.

—O ella.

 

Elisse se pone de pie. Descalza, se acerca al mueble que está junto a la ventana y abre el primer cajón, saca de ahí un gran sobre amarillo, caminando después de regreso hacia mí dispuesta a entregármelo.

 

—Florentine insistió en que comenzara a acumular este tipo de cosas.

 

Abrí el sobre curioso, ¿de qué se trata? Oh vaya, Elisse me ha entregado las ecografías que le han realizado hasta ahora. 

 

—¿Sabes? Mike y Becca siempre me enseñaban este tipo de cosas pero jamás las entendí.

 

Elisse se acerca y pone el dedo sobre la ecografía, señalando un punto en específico.

 

—Ese es el bebé, fue la primera ecografía que me tomaron. En las otras ya se ve mucho más claro. 

 

Sonreí, mire un momento detenidamente la ecografía y después puse mi mirada en ella, el cuerpo de Elisse se estaba transformando, su abdomen había perdido la firmeza y ahora era un poco más abultado. Me puse de pie, no pude contener la emoción y los sentimientos encontrados por los que estaba pasando, la abracé fuertemente y ella correspondió a mi abrazo.

 




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