Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 43

Elisse

La visita de Nick me hizo bien, pude dormir un poco más tranquila después de haber solucionado todo. Incluso por la mañana desperté de mucho mejor humor, creo que por fin las cosas se están acomodando como debe ser, mi vida comenzaba a tener dirección de nuevo. Y mientras me alistaba para irme a Autumn Delights, no pude evitar recordar el beso que ayer nos dimos, lo difícil que fue para mí fingir que ese beso no significó nada cuando en realidad me puso el mundo de cabeza. Ese beso solo me confirmó que no lo he dejado de querer ni un solo día. 

 

[...]

 

—Deberías regresar. —Comenta Sophia—. No con Nick si no te sientes segura, pero si a tu departamento, era tu hogar.

—Voy a regresar, cuando tenga al bebé. Aún no me siento lista para estar cerca de Nicholas o con él.

—Te cuidaría muy bien, eso lo sabes.

—Sophia... Creo que deberías respetar mi decisión.

—¿En serio, Elisse? ¡Por favor! Te mueres por estar con él, pero te gusta hacerte la difícil.

 

Me encogí de hombros, esbozando una sonrisa traviesa, quizás la morocha tiene razón pero no voy a aceptarlo tan fácilmente. Simplemente me quedé aquí parada, mirando a Sophia regresar a la cocina para poder trabajar en lo suyo y después dirigí la vista hacia el restaurante en general, el día ha empezado algo tranquilo.

 

—¿Elisse Wilkinson? 

 

El contador llamó mi atención y fue entonces que estrechamos la mano, le pedí que fuéramos a la oficina para poder trabajar en conjunto en ese último balance que dejamos pendiente. Creo que estar aquí con el contador López fue lo que me hizo valorar el trabajo que hacía Jamie anteriormente, siempre pensaba que no hacía mucho estando la mayoría del tiempo sentado aquí detrás del escritorio, pero ahora que lo estoy viviendo me doy cuenta de que juzgué sin tener una mínima idea de todo lo que se tiene que hacer para que el restaurante funcione de la manera en la que lo hace.

 

—Pues te felicito, creo que nos hemos adaptado a trabajar demasiado rápido. —Me dice aquel hombre que comenzaba a perder el cabello—. Realmente Jean Pierre-Cortot eligió bien al relevo de Brigham.

—Bueno, me parece algo muy halagador que piense eso.

—Solo digo la verdad. Voy a volver a revisar esto y cualquier cosa te mando un correo electrónico, ¿de acuerdo? 

 

Le dije que sí, imitando su acción, me puse de pie como él y lo acompañé hasta la puerta, estrechando su mano de nuevo cuando salió. Cerré la puerta y regresé a mi lugar en el escritorio, abriendo el correo para redactar uno para Pierre-Cortot y así avisarle de lo que estuve platicando con el contador en la oficina.

Apenas llevaba el saludo escrito cuando tocaron mi puerta de nuevo, seguro que se le ha olvidado algo. Me puse de pie y fue entonces que abrí, pero no era el contador el que está del otro lado, es Nicholas. 

 

—Hola, ¿qué haces aquí?

 

Él entra, inspeccionado la oficina por primera vez. No lo entiendo, ¿qué no se supone que debería estar en la disquera trabajando con Stella? ¿No me dijo ayer que se pondría a ver qué tal suena la balada en la que está trabajando con su voz sin autotune? Cerré la puerta de nuevo y me cruce de brazos, observándolo, Nick continuaba husmeando en las paredes, mirando los reconocimientos que le han hecho al restaurante, esos que Jamie dejó ahí. 

 

—Entonces... Con que así luce la oficina de la nueva jefa del restaurante.

—¿No se supone que deberías estar trabajando?

—Sí, pero Stella está en una conferencia de prensa, así que digamos que tengo un par de horas libres.

—Bien, lo hubieras aprovechado en algo más. Las cosas son aburridas aquí. —Le digo.

 

Nicholas finalmente voltea a verme, acercándose incluso a mí. Mi corazón comenzó a latir con velocidad cuando sentí sus manos sobre mi cintura, él buscó tomarme con timidez, esperando mi reacción. 

 

—Te ves tan adorable así.

—¿Aburrida? ¿Con unos kilos de más?

—Así siendo tú. —Responde—. Pero bueno, Ian siempre nos manda a comprar pretzels a su lugar favorito y recordé que ayer dijiste que se te antojaba uno. ¿Vamos? Digo... Se nota que no estás haciendo nada.

—¿No estoy haciendo nada? Antes de que llegaras estaba con el contador trabajando.

—¿Tienes algo que hacer ahorita?

 

Muevo la cabeza en negación, entonces él me suelta, pinchando mi nariz con su dedo índice. 

 

—Ves.

—Sólo porque realmente tengo ganas de uno, acepto la invitación.

 

Caminé hacia la silla giratoria para hacerla a un lado y tomar mi bolso, Nicholas me cedió el paso y una vez que estuvimos afuera, me encargué de cerrar la oficina con llave. 

 

—Recuerda que es una cita de...

—Sólo amigos —Completa él—. Lo sé, lo sé.

 




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