—Creí que ya habías superado lo de nuestra promesa.
Una de las muchas tardes que Nick iba a casa para estudiar conmigo, decidimos interrumpir el repaso de matemáticas. Él quería darse un descanso y tenía ganas de hablar, por lo que cerramos los cuadernos y libros, todo para que pudiéramos tener una conversación un poco rara.
—¿Quieres saber algo ridículo? —Cuestiona.
—Siempre.
—Soy virgen.
Nick estaba en el piso recargado en la orilla de mi cama, por lo que solo veía su perfil, él jugaba con el lápiz aún y yo no sabía qué responder. Era casi imposible después de todo lo que me había contado acerca de Amanda, creí que tenían una vida sexual muy activa.
—Estás mintiendo.
—Te juro que no.
Decidí unirme a él, abandoné mi cama y me senté en el piso. Puse un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y dudé un poco en seguir averiguando porqué entre Amanda y él nunca pasó algo más.
—Siempre pensé que Amanda y tú... ¿Ustedes nunca intentaron... tener sexo?
—Por supuesto que lo intentamos, pero nunca pudimos. Cada que queríamos hacerlo, siempre había alguien interrumpiendo, mis hermanos, mi mamá, incluso Mike. Y luego, una vez... Dios, esto es vergonzoso.
—Y luego una vez, ¿qué?
—Estábamos juntos, finalmente solos, estábamos a punto de tener sexo y... Tuve problemas técnicos.
—¿Problemas técnicos? —Pregunté, segundos después capté lo que quiso decir—. Oh... ¿En serio no se te paró?
—No sé porque me pasó eso, digo, Amanda es la mujer más sensual que conozco e intentamos de todo pero nada funcionó. Te juro que yo estaba así de: ¡no ahora! —Nick no pudo evitar reírse—. Nunca intentamos tener sexo otra vez, pero no fue no por lo que te acabo de contar, espero. Unos días después de eso se fue y no supe nada más, se la tragó la tierra.
Vaya, es algo que no esperaba escuchar, en verdad que yo creí que el contacto físico en su relación iba más allá de unos cuantos besos y caricias.
—¿Y qué hay de ti? ¿Nunca intentaste tener sexo con alguien?
—No, yo soy virgen virgen, por supuesto que me da curiosidad saber porque todos aman el sexo, solo quiero saber qué se siente, cuál es su grandeza. Pero obviamente estoy soltera y no puedo terminar con mi curiosidad en este momento.
Ambos estábamos sentados en el piso recargados en mi cama, yo tenía rodeadas mis piernas con mis brazos y él continuaba jugueteando con el lápiz, lanzándolo hacia arriba y cachándolo cuando bajaba.
—¿Te das cuenta que somos los únicos perdedores que seguimos siendo vírgenes? —Me pregunta, lanzando el lápiz otra vez—. Mike estuvo con Darcy en la fiesta de Cassidy, tuve que decirle que yo también estuve con alguien para no quedar tan... Tú sabes, pero no sé porque siento que no me creyó.
—Todos piensan que soy una mojigata de mierda.
Se quedó pensando, mirando fijamente hacia el armario sin decir una sola palabra, me moría de curiosidad por saber que pasaba por su mente.
—¿En qué piensas?
—Nada importante, algo estúpido.
—¡Dime, Hyland! ¿Qué estás pensando?
—¿Crees que tus padres tarden mucho?
—No lo sé, fueron a comprar papel tapiz para el sótano, ¿por qué?
Él miró la cama y acto seguido, dirigió su mirada hacia mí.
—Espera... Estás insinuando que deberíamos... ¿Tú y yo?
—Tienes curiosidad de saber qué se siente, yo también. Nos tenemos confianza, sería perfecto perder la virginidad juntos.
¿Qué es lo que acaba de decir? Maldición... Me ha puesto entre la espada y la pared, entre mi curiosidad por saber qué se siente y lo que siento por él. Ya ni siquiera puede mirarme a los ojos y yo...
—Está bien. Tienes razón, sería perfecto y a lo mejor como lo dicen, puede que esto fortalezca nuestra amistad. —Declaro—. Creo...
No sabía si en verdad acepté demasiado rápido o si me vi demasiado fácil, pero Nicholas tiene razón en eso de que nos tenemos confianza, es mi mejor amigo, lo quiero, perder la virginidad con él al final es algo de lo que sé que no me voy a arrepentir. Así que me puse de pie, con dirección hacia la puerta para ponerle el cerrojo. Me vuelvo para mirarlo, él acaba de cerrar las persianas de la ventana y al verlo caminar de regreso hacia mí sentía como si el corazón se me fuera a salir del pecho por lo fuerte que me latía. Las piernas me temblaban y un cosquilleo recorría mi estómago, ¿quién daría el primer paso?