Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 51

Las semanas continuaron pasando, el embarazo continuó avanzando, los regalos comenzaron a llegar por parte del personal del restaurante y clientes, así como de algunos compañeros del trabajo de Nick. Pero creo que el regalo más espectacular hasta ahora ha sido el de Stella, la carriola que nos envió es preciosa y por lo que supe después, fue un regalo personalizado porque es un modelo único. Quizás ver todo eso, la ropa, los artículos, los folletos de las clases pre-natales que dejó Rebecca el otro día, solo son un recordatorio de que la espera se está acortando más y más.

Me faltaban cuatro semanas para terminar el embarazo y aún no tenía idea sobre qué va a pasar cuando nazca. Le tengo miedo al post-parto, ¿me volveré tan histérica como Rebecca? ¿Empezaré a tener problemas con Nick? Aunque Michael me haya dicho que ya lo están solucionando en terapia, sigue siendo algo que me asusta. Desde que no estoy yendo al restaurante por órdenes de Pierre-Cortot, me la paso pensando todo el tiempo en mil cosas. 

 

El celular comenzó a vibrar en mi cama, el nombre que aparecía en la pantalla fue lo que me puso de buen humor. 

 

—Estoy a punto de abordar un avión, estoy rumbo a Nueva York porque seré corresponsal de Pierre-Cortot en un restaurante de ese lugar.

 

Hace mucho que no escuchaba la voz de Florentine. Hemos estado mandándonos mensajes de texto, pero no es lo mismo escucharla hablar con ese pequeño acento francés que me gusta tanto cómo se le oye. 

 

—¡Es asombroso! Nueva York es precioso, créeme que te divertirás bastante y seguro que te ahorrarás el dinero del envío de todas tus compras por internet. Solo espero que tengas espacio suficiente en tu maleta.

—¡Lo sé! Pero creo que Nueva York no es la mejor noticia de todo. —Me dice, si la tuviera en frente seguro que veía sus ojitos castaños brillando de la emoción—. En dos semanas voy a ir a Los Ángeles a visitarte, me quedaré contigo hasta que el bebé nazca, es algo que no voy a perderme. ¿Recuerdas que lo prometí?

—Por supuesto que lo recuerdo. ¿Vendrás con George?

—No lo creo, no puede abandonar a sus pacientes. Pero te manda muchos saludos, siempre me pregunta por ti. 

 

No pudimos quedarnos mucho tiempo platicando, al parecer su vuelo sale pronto y debía irse. Pronto tendríamos todo el tiempo del mundo para poder platicar, quiero saber qué ha sido de su vida con George, si se han ido a vivir juntos como me lo contó hace dos meses o de los detalles de su visita a Camden en Inglaterra cuando George la llevó a conocer a su familia.

¡Ah cómo tengo ganas de ver a mi amiga de nuevo! Quería platicar con ella, contarle cómo me ha tratado la vida desde que dejé París, eso sería mucho más entretenido que estar aquí decidiendo cómo dejar el aburrimiento a un lado. 

 

Me sentía cada vez más incómoda cuando tenía que subir al auto con Nick porque sentía que el cinturón de seguridad cada vez es más incómodo o tal vez solo soy yo que siento que cada día que pasa me pongo aún más enorme        




Me sentía cada vez más incómoda cuando tenía que subir al auto con Nick porque sentía que el cinturón de seguridad cada vez es más incómodo o tal vez solo soy yo que siento que cada día que pasa me pongo aún más enorme. Hoy tenemos nuestra última cita con el ginecólogo para asegurar que todo se encuentra bien con el bebé, sin embargo, antes de ir al hospital, Nicholas decidió desviarse. Según él, sería una parada rápida en la disquera.

Apenas entramos al estacionamiento buscó el primer lugar para poder dejar el auto, se desabrochó el cinturón y me entregó la llave. 

 

—No quiero regresar más tarde —Explica Nick—. No pude dormir anoche y quiero llegar a recuperar esas horas de sueño después del doctor.

—Está bien, pero apúrate que no quiero llegar tarde.

—No tardo. 

 

Se baja del auto dejándome sola, mirando a mi alrededor desde adentro. Hay muchos lugares de estacionamiento vacíos y supongo que aquel que tiene el letrero de «reservado» en la pared es el de Carl. ¡Vaya que no me he equivocado! Porque el Cayenne coupé que han estacionado ahí pertenece al jefe de Nick, el cual ha bajado del auto, ajustando sus lentes oscuros a pesar de que aquí no hay sol. 

 

—¡Ayy no!

 

Nicholas tenía razón al dejarme la llave, efectivamente, necesitaría ir al baño en cualquier momento. 

 

[...]

 

En el transcurso de regreso al estacionamiento me encontré con Ian. Lo saludé a lo lejos agitando la mano pero él me pidió que lo esperara, terminó con su llamada telefónica y entonces se acercó a mí, ofreciéndome su brazo para que pudiéramos caminar juntos. 

 

—¿Qué haces aquí?

—Negocios. Carl quiere que hagamos un documental sobre la grabación de mi segundo álbum, tienen propuestas de dos grandes de los streamings, estamos viendo con quién cerraremos el trato.




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