Seguí hojeando su diario, dándome cuenta de todo lo que hacía para que yo comenzara a sentirme celosa, como las constantes llamadas que le hacía a Nick o como cuando ella misma comenzó con el rumor que corría en la disquera, cómo fue capaz de hacerles creer que entre ellos había algo y el que Chad lo haya repartido hasta llegar a mí solo fue cuestión de suerte. Tenía toda la información de Nicholas en su poder, lo stalkeaba siempre en redes sociales, quejándose incluso porque no suele ser muy público en cuanto a su vida en internet.
Descubrí también que el plan de invitarnos a la fiesta de Malibú incluía un beso con Nick que no se llevó a cabo porque en dicha fiesta estuvo todo el tiempo conmigo, el vino intencional que tiró sobre mí, ¡lo sabía! Cada plan tan sutil que ejecutó, como cuando logró convencer a su padre de hacer que Nick fuera prácticamente su «enfermero personal» así como todo el poder creativo que se le dio en la disquera con tal de que algún día tuviese que pagárselo a Nina con una relación sentimental a cambio.
Finalmente, llegué a aquella página a la que tenía miedo a enfrentarme, esa página en la que escribió lo que pasó en la noche que estuvieron juntos.
«... Llevaba un buen rato observando a Nick, no se alejó de la barra en ningún momento y bebía sin parar, justo ahora sostenía su trago mirando hacia la entrada esperando por alguien, olvidando por completo que esta noche se trataba de cerrar tratos para Ian.
Nick estaba solo. Supe que Elisse se fue a NYC y quizás esta podría ser mi oportunidad para acercarme y estar con él.
Quería que fuera mi oportunidad, debía hacerlo.
—Nina, Nina, ¿no te cansas?
—¿Qué quieres, Ian?
—Disfrutar un poco del espectáculo. Esta noche se presenta: Nina Hansset, la patética mujer que intenta conquistar a Nick Hyland.
Ignoro por completo su comentario, Nick ahora tiene la mirada puesta en su teléfono.
—No importa que hayas elegido usar un vestido de diseñador, tampoco aquel perfume tan caro, o que hayas estado horas y horas acicalándote, Nick jamás se fijará en ti.
—No me conoces Ian, Nick será mío tarde o temprano.
—Seguro. —Se ríe—. Se nota que aunque son 'amigos', ni siquiera lo conoces, está tan enamorado que no sería capaz de engañar a Elisse con una persona como tú.
Estaba dispuesta a demostrarle a Ian que se equivocaba conmigo. Me quedé observando a Nick alrededor de cuarenta y cinco minutos más, copa tras copa hasta que decidí acercarme a él.
—Te quedaron muy bien las canciones.
—Pues simplemente eran cosas que ya tenía por ahí, Ian también contribuyó bastante.
—A mí me encantan tus letras, el estilo de Ian, fue una fusión increíble.
Revisó una vez más su celular, cómo odio cuando no me presta atención.
—¿Elisse?
—Sí, no sabes cuánto la extraño.
Estaba fastidiada, no quería escuchar su nombre una vez más esta noche. Nick estaba borracho ya y sólo pensaba en la perfecta Elisse, mientras tanto Ian me miraba desde lejos con una copa en la mano, celebrando su supuesto triunfo sobre mí. No iba a dejar que me ganara tan fácil.
El bartender le entregó su trago, Nick se lo terminó de inmediato e Ian continuaba celebrando su prematura victoria de lo que él llamaba 'un patético acto'. El alcohol estaba haciendo su efecto y Nick se encargaba de hacerlo notar, ya llevaba dos botones de la camisa desabrochados y ya no coordinaba del todo bien al momento de caminar.
—Nina, voy al baño.
Dejé que se fuera, un par de minutos después lo seguí y...»
—¡Elisse!
¡Aghh! Maldita sea.
—¡Mamá! ¿Qué pasa?
—Es el agente de bienes y raíces. —Me entrega el teléfono—. Dice que lleva un buen rato llamándote al celular pero que no respondes.
Tomé la llamada, el agente me hablaba básicamente para notificarme que existían buenos postores y quería confirmar el precio que acordamos para la venta del departamento. No lo entendía, se supone que mi papá debería ser el encargado de hablar con él, al final, es su departamento de soltero el se va a vender.
—Mamá ¿te puedo pedir un favor? —Le entrego el teléfono inalámbrico—. No quiero recibir llamadas de nadie.
—¿Y si es Nick?
—Tampoco, además de que no creo que llame, está muy cansado. —Le digo—. Ha tenido mucho trabajo, me dijo que se iba a dormir temprano de hecho. Ahora, no quisiera ser grosera pero estoy ocupada y quiero estar sola.
—De acuerdo, buenas noches.
Mamá me da un beso en la mejilla y sale de mi habitación. Me ayudé de la cómoda para ponerme de pie, en serio que deseo ya tener al bebé, no sé cuánto tiempo más pueda ser capaz de aguantar estar de esta manera. Pero he logrado ir hasta la puerta para ponerle cerrojo y así asegurarme de que nadie más interrumpa mi lectura.