La puerta de la habitación se abrió, Nick por fin está aquí. Vino de inmediato hacia mí, ayudándome a sentar de nuevo en la cama mientras Michael apagaba la televisión.
—¿Cómo te sientes?
—Estoy a punto de parir, el doctor dice que no es hora de hacerlo y Mike está más nervioso que yo.
—Tranquila. Solo espera a las indicaciones del médico.
—¡Claro! Como tú no sientes lo que estoy sintiendo...
Mike regresa a su posición en el sofá, ahora que ha visto a su mejor amigo ya se ha relajado por completo, su trabajo conmigo terminó de alguna forma.
—Lamento haber tardado, créeme que manejé lo más rápido posible de la disquera para acá pero hay mucha prensa allá afuera. No sé que pasó.
—Nina, eso pasó. —Responde Mike por mí—. Se puso mal, pero creo que mejor después hablamos de eso. Elisse te necesita.
El tiempo comenzaba a hacerse eterno. Tenía visitas médicas para revisar mi dilatación pero nada parecía ser suficiente aún, el doctor Arthur seguía opinando lo mismo, aún no es tiempo. Michael decidió dejarnos a solas, va a ir por algo de comer y le va a avisar a Becca de lo que está pasando, con todo lo que sucedió desde la casa de los Hansset se le olvidó llamarle a su esposa por completo.
Incluso mis padres llegaron, se encargaron de traerme una maleta llena de cosas que serían necesarias según mi madre. Entre ellas, ropa de bebé y una bata rosada que Brooke me regaló para cuando llegara este momento.
—¿Cómo te sientes?
—Fatal, ya quiero que salga, ya no quiero estar aquí.
Las horas comenzaban a hacerse eternas y las contracciones cada vez más insoportables. Ya ni siquiera tenía ganas de hablar, mucho menos de responder la pregunta «¿cómo te sientes?» porque la respuesta siempre era la misma y nada parecía cambiar.
Nick
Dejé a Elisse un rato a solas con su madre, está de pésimo humor y creo que esa escapada a Tom's fue lo que necesitaba para distraerme un rato. Me ha pedido una hamburguesa y esperaba que fuera eso lo que la mantuviera más relajada, las opiniones son las mismas cada que van a revisarla y bien lo advirtió el doctor Arthur en la última visita médica que tuvimos, en madres primerizas la labor de parto puede tardar demasiado y paciencia es algo que vamos a necesitar bastante antes de perder la cabeza.
—¡Nick! —Una voz femenina llama mi atención—. Ya estoy aquí. ¿Cómo está Elisse? ¿En dónde está el bebé?
Su voz dulce, su pelicular acento, su abultado y rizado cabello pelirrojo, Florentine ya llegó y el bebé...
—No ha nacido, no te has perdido de nada.
Me he dado cuenta de que Florentine se ha pasado directamente del aeropuerto al hospital, ya que trae con ella su equipaje. Vaya que quiere bastante a Elisse como para haber tomado el primer vuelo de Nueva York hacia acá, así que creo que es ella quien debe estar con mi novia en este momento. A lo mejor verla le va a hacer bien o por lo menos la va a mantener distraída un rato.
Abrí la puerta de la habitación y le cedí el paso, tomando su equipaje por ella. Los ojos de Elisse se iluminaron apenas la vio e incluso su madre la ayudó a incorporarse un poco en la cama para que pudiera darle un abrazo a Florentine, quien de inmediato le hizo esa pregunta que ha estado recibiendo tanto en todo el tiempo que hemos estado aquí.
—¿Cómo te sientes?
—¡Mal! —Le responde a Florentine—. Y nadie quiere ayudarme a que el bebé salga por fin.
—Todo a su tiempo, George me dijo que puedes tardar mucho por ser primeriza. —Florentine acaricia su vientre—. ¡Dios mío! Me he perdido de tanto, aún recuerdo cuando apenas se te empezaba a notar.
—Cuando todos decían que era colitis nerviosa. Ahora la colitis nerviosa no quiere salir de mi cuerpo.
Florentine no puede evitar reírse un poco, creo que ver el comportamiento de Elisse hacia su amiga fue lo que hizo sentir más cómoda a Edith Wilkinson. Quizás fue por eso que decidió abandonar la habitación para que ellas dos se pusieran a conversar, la pelirroja la tiene tan entretenida contándole sobre su trabajo como corresponsal en el restaurante de Pierre-Cortot en Nueva York que a Elisse le olvidó por completo que me había pedido un favor especial.
—Lo siento, no te sientes excluido de la conversación, ¿verdad?
—No, para nada. —Le respondo a Florentine—. Me alegra que estés aquí, Elisse necesitaba tu visita. Le alegraste tanto el día que hasta se le olvidó que me mandó por una hamburguesa de Tom's.