Ha pasado tanto tiempo que incluso el doctor Arthur se ha retirado del hospital y en su lugar dejó a la doctora Paula Coleman a mi cargo, quien insistía también, que todavía no es momento de tener al bebé.
—Aún no es tiempo, no has dilatado mucho y las contracciones aún no son seguidas.
—¿No puede ponerme la epidural ahora? Realmente no puedo creer que esté pidiéndolo, pero lo necesito.
—No lo necesitas, aún no. —Comenta, esbozando una sonrisa—. Deja que la naturaleza siga su curso.
—La naturaleza es muy dolorosa.
—Doctora, entre más pasan las horas, de peor humor se pone. —Le dice Nick, provocando que se ría.
Cerré los ojos, recargándome en la almohada. Me siento agotada y ni siquiera hemos llegado a la hora del parto, ¿cuánto tiempo más tendrá que pasar para ese momento?
—Intenta tener un bebé, Nick. No es sencillo, ahorita lo que necesita tu esposa es amor, paciencia y tolerancia.
—Y la epidural pero no me la quieren poner aún. —Menciono, ahora a la doctora Coleman.
—Tranquila, mi amor. —Mi madre acaricia mi cabello con mucho cariño—. ¿Quieres que te traigamos algo? Lo que sea que se te antoje.
—Quiero un pay de manzana, sin la asquerosa cosa del relleno.
—¿De qué sirve que le quites el relleno si es lo que le da el sabor? —Pregunta Nicholas, alzando la ceja derecha.
—Nick, ¡quiero un pay de manzana!
—Bueno yo me retiro. —Declara la doctora—. Vendré en media hora para ver cómo sigue todo.
La doctora Coleman dejó la habitación justo en el momento en el que las contracciones vinieron de nuevo. Nick estuvo a mi lado, sosteniendo mi mano, sabía que él ya está tan cansado como yo, pero no importa que tan fuertes y dolorosas sean las contracciones, para los doctores todavía no podemos ir a la sala de parto.
—¡Quiero el pay de manzana!
—¡¿En dónde consigues un pay de manzana casi a la 1:00 am?!
—Ah, voy a tener un bebé y ¿quieres que yo lo busque?
—De acuerdo. —Nick me soltó y caminó hacia el sofá, tomando su cartera—. Iré a ver si en la cafetería del hospital tienen uno.
Nick sale de la habitación, dejándome a solas con mi mamá. Ella se sentó en la orilla de la cama, mirándome con compasión.
—No puedo creer que existan personas que puedan hacer esto.
—Elisse no seas exagerada, miles de mujeres dan a luz a diario y a todas horas.
—¡¿Y por qué no puedo ser como esas mujeres y tenerlo ya?!
—Porque aún no es tiempo. —Mi mamá dice de nuevo esa frase que ya me tiene harta—. Intenta dormir un poco, cierra los ojos y relájate.
Cerrar los ojos y relajarme, eso ya lo he escuchado antes e incluso ya intenté ponerlo en marcha pero no me ha funcionado.
—¿Mi papá sí dejó a Florentine en el Carmel?
—Sí, todo en orden. Me pidió que la llame por cualquier cosa, el hotel está muy cerca.
—Genial, aunque como veo las cosas, no creo que nazca hoy.
Nick
No conseguí el pay de manzana en la cafetería del hospital, así que tuve que ir a varias tiendas de autoservicio hasta conseguirlo. El pay de manzana y otro café de la cafetería, de hecho aproveché mi parada en la cafetería para poder separar el relleno del pay como lo había pedido.
Moría de sueño, bostezaba al mismo tiempo que tecleaba el número de piso en el ascensor, una vez que estuve allí caminé hacia la habitación y abrí con cuidado. La madre de Elisse miraba el televisor con el sonido bastante bajo, cruzada de brazos y Elisse, ella ya está dormida.
—¿Ahora qué hago con esto?
—Vamos a guardarlo, en algún momento va a volver a despertar.
Edith y yo hemos decidido quedarnos esta noche con ella. Florentine se ofreció a hacerlo, pero yo no quiero perderme de nada si es que en algún momento de la madrugada por fin llegue la hora. Fue difícil convencer a la doctora Coleman de que nos pudiéramos quedar los dos, pero al ver cómo está Elisse, terminó accediendo.
Así que me senté en el otro extremo del sofá y recargué mi cabeza sobre la pared, cerrando los ojos, esto comenzaba a ser demasiado agotador.
Me despertó el sonido de la voz de Elisse, a pesar de que intentaba hablar bajo. Miré el reloj de mi muñeca, ya van a dar las 4:00 a.m., Edith está platicando con su hija, acariciándole el cabello al mismo tiempo que Elisse sollozaba.