Tú ya sabes a mí [2]

Capítulo 66

Elisse

La noche de la convención ha llegado. Debo aceptar que fue algo muy extraño, no pude dejar de pensar en Mónaco, en todo lo que pasó esa vez. Lo diferente que es ahora estoy frente al espejo practicando el informe que he hecho acerca del desempeño de Autumn Delights y no llorando sola en una cama de hotel. En Mónaco creí que todo entre Nick y yo ya estaba perdido, en París, el anillo que adornaba mi dedo me recordaba que voy a regresar a casa para estar con él, con mi familia.

La cita la tuvimos a las 7:00 en el hotel Le Réserve, Florentine y yo llegamos juntas al salón y bastaron unos cuántos minutos para que Pierre-Cortot me viera. Me saludó efusivamente, haciéndome saber lo emocionado que se sentía por verme de nuevo, cuestionando sobre mi vida en California y cómo va mi corta visita en la ciudad. Posteriormente, me hizo seguirlo, quería presentarme a un par de personas. 

 

—Esta mujer ha hecho que Autumn Delights funcione de maravilla.

—Señor Pierre-Cortot, me da demasiado crédito.

—Solamente el que te mereces. —Comenta Noah, acercándose al grupo—. Elisse Wilkinson es excepcional en todo lo que hace.

 

Noah alza su copa, brindando por mí. Se encarga de tomar una copa de champagne de la bandeja de la mesera y entonces me la entrega, encargándose de alejarme del grupo por unos instantes para saludarme. Aquí está frente a mí, con ese cabello castaño oscuro ondulado peinado hacia atrás, la barba de tres días, los ojos celestes que me miraban con cierto brillo, esa sonrisa de comercial. Noah me hizo chocar la copa contra la que él sostenía, brindando por aquel triunfo del que tanto alardeo Pierre-Cortot hace un rato. 

 

—¿Cómo estás? —Pregunta—. Ya escuché a Cortot, pero quiero escucharte a ti.

—Bastante bien, sí, lo he estado. ¿Qué hay de ti? ¿En dónde vives ahora?

—Italia. En Milán terminé de llorar por ti, Elisse. 

 

Me negué con la cabeza ligeramente, bebiendo un poco de mi copa para evadirlo un poco.

 

—¿Milán?

—Sí, ¿recuerdas lo que te dije? Lo de tener mi propio restaurante. —Asentí con la cabeza, dejándolo continuar—. Eso es lo que he hecho. Apenas voy comenzando, por eso vine esta noche, estoy buscando un socio potencial y quiero dar a conocer mi restaurante.

—¡Vaya! ¡Me da mucho gusto por ti! En serio, eso es grandioso.


 

Me acerqué a él para darle un corto abrazo, felicitándolo por dicho logro. 

 

—Pero bueno, cuéntame, ¿y el bebé?

—Fue una niña. ¡Es preciosa! No lo digo porque sea mi hija, en verdad lo es.   

 

No perdí la oportunidad de sacar mi celular para enseñarle un par de fotos, Noah deslizó su dedo por el teléfono, cambiando las fotos, sonriendo mientras veía a la pequeña en la pantalla. Sin embargo, eventualmente llegó a una foto en particular, una foto que nos tomamos Nick y yo con Amy en Santa Monica Pier, borrando la sonrisa del rostro de Noah. 

 

—Así que, ¿regresaron?

—Sí, es el padre de mi hija y yo, Noah yo lo amo a él.    

 

Sabía que no es algo agradable de escuchar para él pero, es inevitable que no se dé cuenta de ello. Ha tomado mi mano, ya vio el anillo de compromiso, ya se imagina lo que ha pasado. 

 

—Bueno, creo que es momento de aceptar mi derrota ante Hyland. Es momento de olvidarte y dejarte ir.

—Agradezco todo lo que hiciste por mí y por Amy, en los primeros meses de embarazo. En verdad, tu propuesta de matrimonio fue muy tentadora en su momento. —Le digo—. Fue una decisión muy... Valiente, lo que querías hacer. Y yo, Noah, tengo un cariño muy especial para ti guardado en mi corazón.

—Yo también te quiero Elisse, espero conocer a Amy en persona algún día.

 

Nos dimos un abrazo, mucho más prolongado que el primero que le di al felicitarlo por su restaurante. De alguna forma sentí que lo he liberado, saber que soy de alguien más ahora quizás lo ayudará a seguir adelante, olvidarme, encontrar a otra mujer de la que pueda enamorarse y darle todo lo que intentó darme a mí. 

 

—Hasta luego, Noah.

—Buenas noches, Elisse.

 

Lo vi alejarse, caminar hacia un grupo de hombres, seguro buscando a ese socio potencial que mencionó. Yo tenía que volver con Pierre-Cortot y los demás, pasaríamos juntos la velada, hablando de los logros de los restaurantes de los chefs estrella de la Unión Europea, que organizan este evento solamente para ver quién de todos ellos ha sobresalido más durante el año. Esta «convención» se trata de presumir números y logros y pronto llegaría mi turno de presumir los de Autumn Delights, el cual algún día igualará a Le Champeaux, lo sé. 

 

—Y con ustedes, a cargo de Autumn Delights, uno de mis restaurantes en California —Presenta Pierre-Cortot al micrófono—, Elisse Wilkinson.

 

El francés me cede el lugar en el estrado, haciéndose a un lado para que yo pudiera adueñarme del micrófono. Con ayuda de las tarjetas que preparé en el vuelo creo que, a mi consideración, sería un buen discurso.

 




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