«Peligroso, Min Yoon Gi es peligroso.»
Sus miradas de desprecio, su abuso verbal, sus empujones cuando se encuentran en los pasillos abarrotados de gente: es hiriente.
«Duele, por qué duele tanto.»
Lo que sucedió en aquella piscina fueron cosas de niños que aún no sabían cómo funcionaba el mundo, niños con necesidad de aprender cosas nuevas.
«¿Por qué su indiferencia?
¿Por qué su repentino beso?
¿Por qué sus maltratos?
¿Por qué su cambio de personalidad?
¿Por qué Min Yoon Gi?»
Esas preguntas hacían una vorágine en la cabeza de Jimin.
Después de ese día en que fue arrastrado escaleras abajo Jimin se descompuso, Yoongi se volvió cruel.
«Min Yoon Gi odia a Park Ji Min.»
Eran los comentarios de pasillo, de su salón de clases, de toda la Facultad.
«¿Por qué Min Yoon Gi odia a Park Ji Min?»
Quién sabe.
Nadie entendía nada y todos se preguntaban lo mismo.
— ¿Por qué Yoongi OPPA te odia tanto, eh, Park Jiminie? —le preguntaba Hana muy curiosa porque con su primo era imposible.
— Yo también quisiera saberlo, y por más que lo intento no encuentro una respuesta lógica.
— ¿Acaso, ustedes ya se conocían?
La nueva pregunta de Hana hizo que Jimin dejara de comer y la mirara atentamente.
— ¡Lo sabía! —chilló, captando la atención de todos los presentes en el amplio comedor.
— Hana por favor —dijo Jimin apenado.
— Escúpelo, cómo se conocieron y qué fue lo que pasó.
Jimin suspiró y decidió contarle. Hana era su prima, tal vez ella podría encontrar la respuesta que él buscaba.
— Ahora lo entiendo todo —rió divertida— Así que tú eres Chim Chim.
— ¿Quién? —cuestionó Jimin sorprendido y sin comprender nada.
— Fue el apodo que él te puso.
— ¿Yoongi?
— El mismo. Te contaré una historia Park Jiminie —dijo y de repente su sonrisa desapareció, hubo un breve silencio; su sonrisa se había transformado en tristeza.
— No parece ser una historia con final feliz —comentó Jimin percatándose del cambio en el semblante de Hana.
— No, no lo es; pero tal vez tú podrías ser ese final feliz, aun cuando fuiste el causante de la trágica historia que ahora voy a contarte.
— ¿Yo el causante? —preguntó alarmado.
— Sí, fue tu culpa según las palabras de Suga, como antes le gustaba que le llamaran. Su vida se derrumbó por tu causa.
— No entiendo Hana, cómo puede ser eso posible.
«La angustia invadió a Jimin.»
Hana le contó la historia.
Fue triste, fue horrible, se sintió mal.
Jimin lloró, lloró como nunca antes lo había hecho, se sentía pésimo, y sí, se sintió culpable; aunque la culpa podría ser del destino.
Sus manos arrugaron la camisa sobre su pecho.
— Duele Hana —dijo entre llantos—. Lo que siento en estos momentos... —transpiró—. Es un... —sorbió por la nariz—. Dolor infinito.