❀❁❃ Melodías de un piano ❃❁❀
“Cuando más profunda es la noche, más brillante es la luz de las estrellas.”
—¿Dejaste a Jimin? —preguntó el señor Min inspeccionando a Suga con la mirada.
—Sí —respondió el chico con completa indiferencia, tenía la mirada perdida en el ocaso de la tarde, su semblante era oscuro y lucía cansado.
—Pasa, eres bienvenido.
—¡Hijo, volviste! —exclamó la señora Min entusiasmada.
—¿Volví? —la miró con desprecio — Lo dices como si me hubiese ido por mi propia voluntad.
—Hijo nosotros…
—¿Hijo? —interrumpió— ¿Pensaron que era vuestro hijo cuando dejaron mis maletas en la calle con una nota de desprecio dejando bien claro su discriminación hacia los gays y hacia mí? Ese día me perdieron, ese día quedé huérfano, ¡ese maldito día!... perdí todo. ¿Y tienen el descaro de llamarme hijo? Si no se han dado cuenta estoy parado aún en el umbral de la puerta, no he dado un paso hacia adelante, vine con el propósito de enfrentarlos; ahora tengo el valor suficiente para hacerlo, ya no soy un adolescente, ya tomo mis propias decisiones. Bueno —pausó—, tomo mis propias decisiones desde el día que fui abandonado como un gato callejero.
—Yoongi, tienes que darte cuenta que lo que hiciste…
—¿Qué fue lo que hice? —volvió a interrumpir, esta vez a su padre—. ¿Qué hice: enamorarme de un chico? ¿Acaso eso era un crimen? Claro, iba en contra de los principios e ideales de la tan prestigiosa y correcta familia Min, por eso se deshicieron de mí como el saco de la basura.
—Está bien Yoongi, no quise que vinieras para discutir y confieso que nos equivocamos, somos humanos con prejuicios después de todo; pero —dijo el señor Min—, yo fui el que más se aquivoquó.
Dicha estas últimas palabras el señor Min se arrodilló frente a Suga e hizo una reverencia.
—Perdóname, hijo.
Pronunció mientras que la señora Min cubría su boca con sus manos y lloraba.
Ante tal actitud Yoongi quedó incrédulo, nunca lo esperó, es más, nunca creyó en las palabras de su padre manifestadas varias horas antes, cuando se encontraron en la Empresa “MKoKim”.
Horas antes…
—“Confía en mí”, esas fueron tus palabras Jimin y yo... confíe en ti —expresó soltando la mano del chico a su lado.
Pero Jimin no entendía la situación, no sabía quién era el hombre que tenía delante observándolo minuciosamente, su parecido a Yoongi era evidente y por la situación tal vez ya había sacado sus propias conclusiones.
Pero en la cabeza de Jimin se formularon muchas preguntas de golpe, su mente al parecer viajó al espacio y quedó ido del mundo.
Jimin…
Jimin…
¡Jimin…!
Sentía su nombre resonar como si estuviera al final de un túnel, hasta que sintió su cuerpo ser sacudido.
—¡Jimin! —gritó Taehyung por cuarta vez.
Cuando finalmente Jimin regresó a la realidad estaba frente a él su mejor amigo y nadie más.
—¿Suga? —miró hacia todos lados— ¡Suga! —gritó.
—Cálmate Jimin —le dijo el pelirojo poniendo sus manos en los hombros de este.
—¿Dónde está? ¡Dime dónde está Taehyung! —suplicó con los ojos cristalizados.
—¡Te dije que te calmaras! —le replicó y luego suspiró— Yoongi, está con su padre, están conversando. Mi padre logró retenerlo porque… tu novio: había decidido irse; se mostraba ambivalente entre el enojo y la tristeza que le provocó esta situación.
—Tae, él cree que yo… —dejó caer las lágrimas.
—Por eso no te preocupes, ya a estas alturas, él debe saber que tú no tuviste nada que ver con esto. Yo fui el causante de este encuentro cuando supe que el señor Min iba a firmar un contrato con nuestra empresa, le conocí y me di cuenta del parecido con Yoongi, uní cabos y hablé con papá para ver si él lograba convencer al señor Min de que el amor ni tiene cara ni sexo definido.
—No me dijiste nada Taehyung —dijo secando sus lágrimas y aparentemente molesto por la actitud de su amigo.
—No te lo podía decir porque de ser así no traerías a Yoongi y si él se enteraba tampoco vendría, como si no los conociera ya. Jiminie, opino que esa distancia entre Yoongi y su familia debe acabar, quiero que hagan las paces. Ya es hora, ¿no lo crees?
Jimin asintiría cuando la puerta de la oficina del señor Kim se abrió y de su interior salieron Yoongi y su padre, este segundo se despidió de Taehyung y se retiró del lugar.
—Vamos a casa —refirió Yoongi y sin decir más nada se dedicó a alejarse de allí.
—Tae… —dijo Jimin con temor mirando a su amigo para que este le dijera algo que lo ayudase a enfrentar lo que sea que venga.
—Dijo “vamos a casa”, eso no fue conmigo. No te angusties Jiminie, él… no se alejará de ti, estoy seguro.
Horas después…
—Perdóname, hijo.
«Perdonar, es realmente difícil.»
—Yo…
—¿Yoongi hyeong? —sintió decir Suga a una vocesita detrás de él y se giró en el acto.
Presenció delante suyo a un chico con los cachetes abultados y cabellos un tanto largos, una niña más bajita y con los cabellos enmarañados, mirando a Suga con ojos brillantes. Y una señora de la mediana edad a la cuál ya conocía.
—Nana —dijo el niño—, mi hyeong regresó. Mi deseo de cumpleaños se ha cumplido.
El chico corrió y abrazó las rodillas de Yoongi, la niña lo siguió.
—Bienvenido —dijo la niña—, hermanito mayor.
Yoongi a pesar de su molestia no pudo negarse ante la ternura de los niños y se agachó para abrazarlos.
—Está bien, te perdono. Los perdono a ambos —dijo refiriéndose a sus padres.
Ese día, los Min organizaron de improviso una celebración por el regreso de su hijo, invitaron a sus conocidos y algunos de ellos asistieron; mientras que Jimin esperaba intranquilo en la casa que se volvió de ambos, porque Yoongi no le dió una explicación de lo que había conversado con su padre en la empresa y él tampoco quiso indagar en el tema para no echarle más leña al fuego.