Laura
— Son solo luces ruidosas que asustan a las personas con autismo y a los animales. — Sin darse cuenta, Onofre destruyó con esas palabras lo bonito de los pocos recuerdos que tenía de mi madre. A ella siempre le encantaron los fuegos artificiales y eso había hecho que los mirara con fascinación cada vez que tenía la ocasión. — ¿He dicho algo erróneo? — Me preguntó Onofre y volví a mí.
— No. En verdad tienes razón. — Contesté sin más y le hice notar las cosas que llevaba conmigo. — Me han dicho que ya puedo irme.
— En ese caso también me iré. — Se apresuró a decir y buscó después a nuestro alrededor. — ¿Debería despedirme? — Musitó y lo ayudé a buscar a los novios. Jonathan y su ahora esposa Sarah, hablaban felices con un grupo de invitados.
— Jonathan y Sarah están allí. — Le señalé el lugar y Onofre asintió antes de caminar decidido hacia ellos.
Suspiré cansada y estiré el cuello en ambas direcciones, un crujido me hizo acariciarme el costado derecho del cuello y observé como con una sonrisa forzada y el cuerpo rígido, Onofre parecía incómodo frente a los novios e invitados, de esa incomodidades que se siente cuando estás rodeado de gente que te hace bullying… ¿Se estaban metiendo con él? Y si lo hacían… ¿Tenían acaso derecho a hacerlo?
Cuando quise darme cuenta, Onofre me estaba alentando con una mano a acercarme y luego de dudar, finalmente caminé hasta ellos.
— Ella es la chica con la que me voy a casar, — Habló Onofre tan pronto me tuvo a su lado, rodeando mi espalda con su brazo y aferrándome para adherirme a él como un caracol a su caracola.
— ¿Qué? — Pregunté, mirándolo tan estupefacta como sus palabras me dejaron.
Jonathan rompió su silencio con una risa incrédula y burlona que me hizo mirarlo molesta. ¿Qué le resultaba tan divertido? Quise soltarme de Onofre, pero insistió en retenerme junto a él.
— ¿Seguro qué os vais a casar? — Interfirió Jonathan con su copa de champán en la mano. Sus palabras tenían el claro objetivo de dejarnos en vergüenza delante de todos y obviamente, todos respondieron con risitas y comentarios despectivos hacia Onofre.
— Bu-bueno… — Onofre tartamudeó disminuyendo la presión de su mano en mi brazo y me volví hacia él, agarrándolo de la cara con mis manos para callarle la boca a todos. Desafortunadamente, no cerré los ojos al hacerlo y pude ver los ojos de Onofre temblar con expresión de sorpresa durante los microsegundos que duró el beso que le di.
— Sí, nos vamos a casar, ¿algún problema con eso? — Mentí a Jonathan tan pronto solté a Onofre. Jonathan sonrió y al apartar la cara, los dos nos dimos cuenta de que la mirada de su esposa estaba en Onofre y que su cabeza aún procesaba lo que vio.
— Vayamos a ver a tus tíos. — Le dijo Jonathan, agarrándola de un brazo para hacerla reaccionar y no se despidieron de los presentes antes de irse. Presté entonces atención al resto de invitados, todos elogiaron y felicitaron a Onofre por nuestra boda.
¿Había algo más vergonzoso que trabajar en la boda de tu ex? Por supuesto que sí, besar al ex de la nueva pareja de tu ex y fingir que os vais a casar.
— Gracias por ayudarme. — Onofre no mencionó el tema hasta que sabíamos las escaleras del bloque de casa y me detuve en un peldaño para mirarlo. Sonrió avergonzado y me ofreció una sincera disculpa por lo ocurrido. — De alguna forma todos ellos fueron amigos míos hasta que Sarah y yo rompimos. No quería quedar mal… E inventé que tenía novia y que nos íbamos a casar. Lo lamento.
Lo entendía, esa noche había tenido que servir la cena a quienes fueron mi familia política, había tenido que mantener un perfil bajo y sonreír para no dejar ver lo avergonzada que estaba.
— Yo… Siento haberte besado. — Le di también una disculpa.
Onofre se vio sorprendido y no era para menos, él inició todo, primero mintiendo a sus padres sobre nuestra relación y segundo anunciando frente a sus antiguos amigos y nuestras ex parejas una boda que no existía.
Lo único que yo hice fue rescatar nuestra poca dignidad y evitar que quedáramos todavía más en ridículo, en ese caso, ¿por qué le pedía perdón?
— Sobre eso… Me ha gustado. No era el mejor momento para un primer beso, pero dada la situación tampoco el peor. — Habló y recordé que ya había recibido una declaración suya. ¿Qué habría significado ese beso para él? Lo vi sonreír y antes de dejarlo hablar de nuevo, desvíe la conversación.
— Es tarde, subamos antes de que Pulgas nos oiga y empiece a ladrar. — Dije y me escabullí corriendo escaleras arriba.
Cuando entramos en el piso fuimos recibidos por nuestro cachorro de cuatro patas ladrando y moviendo su cola frenéticamente, lo que nos obligó a silenciarlo antes de que los vecinos nos llamaran la atención o peor, llamaran a la policía.
Onofre se apresuró a ir a cambiarse de ropa y Pulgas lo siguió entorpeciendo su camino. Realmente estaba feliz de vernos y para nosotros fue volver a la burbuja que inconscientemente habíamos creado en torno a él.
Me senté en el sofá demasiado cansada como para ir a cambiarme y me quité los zapatos, tenía los pies molidos pero… Habría válido la pena en cuanto me ingresaran el sueldo. Sonreí pensando en ello, ya que por una sola jornada iban a pagarme más que lo que Sofía pagaba por una semana completa de trabajo.
— Ha válido la pena. — Me dije y me sorprendí cuando Onofre dejó en el suelo frente a mí un barreño con agua.
— Has trabajado mucho… — Me apremió, dejando una toalla a mi lado en el sofá y tomándose el atrevimiento de quitándome el calcetín de mi pie derecho para sumergirlo después en el agua. Pulgas se acercó corriendo y Onofre lo regañó cuando se acercó demasiado al agua. — Voy a bajarlo al parque para que haga sus necesidades y te compraré algo de cena en la tienda de Sofía. Más tarde podrás abonarme el dinero de la comida. — Me avisó mientras repetía lo mismo con mi pie contrario y le asentí cuando estuvo sumergido también en el agua.
Editado: 24.02.2022