Tú, Yo Y Él

11. Y Si…

Laura

 

— Gracias por pagar. No llevaba suficiente dinero. — Habló Onofre de camino al bloque de pisos. Se había ofrecido a llevar el agua y el pienso para Pulgas, por lo que yo llevaba la bolsa con su compra. — Te lo devolveré. — Dijo mientras se paró para mirar antes de cruzar la carretera y me paré a su lado. 

 

— No hace falta. — Respondí y me miró como si me sobrara el dinero. — Me han ingresado el pago por el servicio de ayer en la boda y dije que te daría la mitad para los gastos del piso, te descontaré esto de tu parte. — Levanté la bolsa y Onofre le prestó más atención que a mí. — ¿Qué pasa? — Le pregunté. Onofre negó y se giró hacia mí. 

 

— ¿Quieres tomar una copa de vino? — Me propuso y no supe qué responder. 

Obviamente era raro, gastar tanto dinero en una botella de vino cuando ni siquiera pudo pagarse un café en nuestra primera… "cita".

Pero me gustaba, y claro que quería tomar una copa de vino con él, aunque nunca hubiera probado el vino y no pasaran de las doce de la mañana. 

 

 

Como de costumbre, Pulgas nos recibió contento, ladrando y moviendo su cola, y pasado ese momento de euforia fue a jugar con uno de los juguetes que le compré. Un pollo de goma que pitaba cada vez que lo mordía. 

Precalentamos en el microondas la comida preparada por ocho o nueve minutos y servimos dos vasos con vino, lo ideal hubiera sido unas copas, pero resultaba que no había ninguna en casa. 

 

— Salud. — Dijo Onofre cuando chocamos nuestros vasos y bebió después su vino. — Exquisito. — Lo celebró tras probarlo y sonreí. 

 

— ¿De verdad? — Le pregunté y no esperé más para comprobarlo por mí misma. Mojé mis labios, me agradó su sabor y obté por beberlo completo. — Riquísimo. 

Onofre me miró sorprendido, pero me rellenó el vaso. 

 

— Estaba pensando… ¿Qué te parece hacer un acuerdo escrito entre los dos? — Me comentó. 

 

— ¿Un acuerdo… ? — Pregunté y Onofre asintió dejando la botella, luego miró a nuestro cachorro y yo también lo hice, lo entendí. — Aunque esté a mi nombre los dos somos sus padres y lo seremos siempre. No tengo intención de no dejarte verlo si acabamos peleados. — Aclaré y alcancé mi vaso para levantarlo sobre la mesa. — Bebamos para celebrar que me han ingresado el pago. — Onofre asintió y levantó su vaso para chocarlo con el mío. 

Después de ese segundo vaso de vino, me sentí alegre, a ratos mareada, y por la tarde noche desperté al lado de Onofre en su cama. Estaba aterrorizada, no recordaba en qué momento pasamos de beber y comer en el salón a estar sin ropa en su cama. 

 

 

— ¿Qué has hecho, qué? — Cinthia me miró escandalizada cuando me refugié en su casa y le conté lo que había ocurrido, al menos lo que recordaba. Que Onofre y yo habíamos estado tomando y que no sabía cómo, pero desperté en su cama desnuda. 

Estaba claro lo que habíamos hecho, pero desconocía cómo o por qué llegamos a eso. 

 

— Es lo que pasa cuando te emborrachas con la persona que te gusta. — Señaló Fabián sentado en el sofá, con el mando de la televisión en la mano y viendo sus propios torneos de tiro con arco. 

 

— No ayudas. — Lo silenció Cinthia que se giró en la silla donde estaba sentada. Fabián lo hizo también en el sofá y defendió su opinión. 

 

— Ya han pasado varías veces la delgada línea de los compañeros de piso, han dormido en la misma cama, han fingido ser pareja delante de los señores Quiroz y han afirmado que se van a casar frente a sus ex. — Vi como los dedos de Fabián se iban levantando para contar cada uno de nuestros actos y finalmente cerró la mano en un puño. — No te preocupes, no es tan grave lo que habéis hecho y Onofre es buen tío. — Me dio aliento. Los tres escuchamos el timbre de la casa y Cinthia suspiró levantándose. 

 

— Sí, es buen tío. El problema es que es un intento de artista frustrado. Si Laura sale con él terminará trabajando para mantenerse a los dos mientras que él se dedica a esparcir pintura sobre un lienzo. — Debatió Cinthia a su prometido y con ello crucificó a Onofre duramente.

Cinthia fue a abrir la puerta y Fabián pareció molesto por sus críticas. 

 

— No sé qué hacer. — Lamenté y me tiré sobre la mesa. Quería llorar, aunque no tenía tiempo para eso, ya que quisiera o no iba a tener que regresar y dar la cara frente a Onofre. 

No estaba tan preocupada como Cinthia por vivir un futuro donde tuviera que trabajar para mantenernos a los dos, lo único que me atormentaba era haber dado un paso de gigante con Onofre y no recordarlo. Quería morirme… 

 

— Onofre está haciendo todo lo posible por merecerte y por cambiar la imagen que Cinthia tiene de él. — Escuché a Fabián cerca y levanté la cabeza para verlo ocupar la silla que Cinthia dejó vacía. — Si lo vas a rechazar, que sea porqué a ti no te gusta o no te conviene, no por lo que Cinthia pueda decir de él. — Se preocupó sinceramente por Onofre y miró hacia el pasillo que llevaba a la puerta principal. — Y no le digas a Cinthia que he dicho esto. — Me pidió y sonrió. 

 

 

Me paré delante del paso de peatones frente al bloque de pisos y miré hacia nuestro balcón. ¿Qué debía hacer? ¿Sentarme y hablarlo con Onofre, o rezar para que todavía estuviera durmiendo y dejarlo para mañana? 

 

— ¿Qué hago? — Me pregunté y bajé la mirada, viendo justamente a Onofre y a Pulgas al otro lado de la carretera. Pulgas llevaba puesto el collar que le compré y Onofre sostenía la correa a juego.

 

— ¿Dónde estabas? — Me preguntó Onofre cuando cruzó la calle y saludé a Pulgas que me saltó en lo alto. 

 

— He ido a ver a Cinthia. — Le respondí mirándolo y recordé que había despertado desnuda a su lado. Él también pareció recordar algo, pues me evitó la mirada y se distrajo soltando la correa del cachorro. 



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 24.02.2022

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