Tú, Yo Y Él

13. Palabras Que Arreglan Todo.

Laura

 

Una vez leí, que era más fácil dejar entrar a alguien en tu vida que dejarlo salir, Onofre era el claro ejemplo de ello, quería alejarme y poner fin a nuestra relación, pero mi mejor amiga y su mejor amigo se darían el sí quiero en una semana, entre el día de Navidad y la última noche del año, lo que significa que aunque yo pusiera tierra de por medio, estábamos destinados a encontrarnos con regularidad, eso pensé cuando los dos coincidimos en la cena para probar el menú de la boda.

 

— El sorbete de limón es muy bueno. — Comenté cuando probé dos sorbetes distintos. Cinthia sonrió. 

 

— También lo creo. Es refrescante. — Respondió y Onofre dio también su punto de vista. 

 

— Solo sabe a limón. Es desagradable. — Rechazó de un plumazo nuestra opinión e hizo a un lado su sorbete de limón. — Yo escogería el de manzana. — Cinthia lo miró con molestia y Fabián sonrió sin saber donde esconderse. 

 

— Diferentes puntos de vista, eso está bien. — Habló finalmente Fabián para calmar a Cinthia.

 

— Tener diferentes puntos de vista está bien, pero Onofre lleva toda la noche poniendo trabas a lo que nos gusta a los demás. — Se quejó Cinthia de Onofre, y abandonó la mesa junto con Fabián que la siguió. — No tenías que haberlo traído. No es de ayuda y solo estamos incómodos. — La escuché quejarse y miré a Onofre, era obvio que sí yo la escuchaba, él también podía hacerlo. Entonces… ¿Por qué se estaba terminando el sorbete de manzana cómo si no pasara nada? 

 

— Puede que tenga razón con el sorbete, pero es su menú y su boda. — Me decliné a favor de Cinthia y Onofre me miró con sorpresa, no por mis palabras, más bien era como si no hubiera esperado que le dirigiera la palabra.

No lo culpaba por esa reacción, lo había ignorado desde que llegamos a la cena, prácticamente lo había ignorado desde que le restó importancia a lo que sucedió entre nosotros. Estaba, quizás, esperando una reacción en él, pero ni siquiera había reaccionado cuando por la mañana le comenté mi intención de irme con Pulgas.

 

— En la boda de Sarah y Jonathan, ellos también pusieron sorbete de limón. Creo que el de manzana, aparte de estar más bueno y ser también más digestivo, es una propuesta diferente. — Explicó y miré los sorbetes. Era cierto, yo misma los había servido a los invitados y fueron muchos los que lo miraron con desgana y lo tomaron sin gusto, dejándolo incluso sin terminar. 

 

— Es verdad. — Reconocí y Onofre asintió, claramente sabía que tenía la razón aunque no se la diera. 

 

— ¿Has encontrado ya donde vivir? — Me preguntó y me quedé helada. Le había avisado sin tapujos de irme pero, la verdad era que no quería hacerlo, no quería alejar a Pulgas de su padre y no quería alejarme yo. 

Onofre era raro e irritante a veces, sin embargo me gustaba y juntos éramos una familia los tres. Si me iba… ¿Estaría rompiendo algo que ni siquiera había comenzado? 

 

— Todavía no. Quiero buscar un sitio bueno y barato. — Respondí y asintió simplemente. Su teléfono móvil sonó y lo sacó para responder. 

 

— Madre. — Llamó a la persona al otro lado de la línea y a medida que parecía escucharla hablar, me miró. — ¿Si Laura y yo tenemos planes para año nuevo… ? — Repitió lo que escuchó y se giró velozmente en la silla para darme la espalda y responder. — Este año no es buena idea, madre. 

 

— No tengo ningún plan. — Hablé y Onofre se volvió mirándome. — No empiezo en mi nuevo trabajo hasta después de las vacaciones de año nuevo. 

 

— Entonces… — Onofre bajó el teléfono y lo cubrió con su mano para asegurarse de que su madre no lo escuchara. — ¿Quieres ir con Pulgas y conmigo al pueblo? — Me propuso y le asentí. 

 

— Sí quiero. — Respondí y antes de que pudiera cambiar de opinión, Onofre volvió a subir su teléfono para informar a su madre. 

 

— Sí, madre. Laura, Pulgas y yo iremos a pasar el día de año nuevo. Sí, llegaremos con tiempo para almorzar… Saluda a padre de mi parte... Tengo que colgar… — Mientras se despedía, me miró y sonrió. — Sí, madre. Le daré tus saludos a Laura. — Cuando finalmente colgó la llamada no tuvimos oportunidad de comentar nada, pues Fabián regresó con Cinthia ya más calmada. 

 

— Cinthia. Creo que Onofre tiene razón con el sorbete. — Le dije y mientras Cinthia me miró como sí acabara de traicionar su amistad por un hombre, Fabián lo hizo como si estuviera volviendo a despertar un volcán que había dejado de expulsar lava. 

 

— Sarah puso sorbete de limón en su boda y a casi nadie le gustó. — Aclaró Onofre. 

 

— ¿Lo hizo? — Cinthia me preguntó incrédula y le asentí. — Entonces… Pondremos el de manzana. — Eligió mirando los sorbetes de limón y manzana y agradeció después a Onofre. — Gracias y disculpa por lo de hace un momento. 

 

— Elegir el menú es lo último que nos queda por hacer y estamos nerviosos. — Se sumó Fabián a la disculpa de Cinthia. 

Eran una linda pareja, de esas que cuando las ves no puedes evitar envidiar, estaba convencida de que su matrimonio duraría lo que duraran sus vidas. 

 

 

En el camino de regreso a casa en el coche de Fabián, admiré las luces navideñas que decoraban las calles, los patios de las casas, los balcones de los pisos y los escaparates de los comercios. 

Recordé que estábamos a dos días de la Navidad y era el día en el que Sofía ponía la decoración navideña en la tienda. 

Cuando Fabián nos dejó frente a casa, vi que no me equivoqué, dentro de su tienda y subida en un taburete la dueña de la tienda de comestibles ponía la decoración navideña. Sofía no tenía familia, su marido sirvió en el ejercicio y murió cuando su matrimonio estaba todavía atravesando la luna de miel, por lo que tampoco llegó a tener hijos. 



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 24.02.2022

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