En una apartada casa de Latinoamérica, yacía una chica con un nombre muy común, y como otros tantos otakus, deseaba tener en su posición un nombre más creativo.
—¡Ah! ¡Por qué no puedo tener un nombre como el de Rosen o… no sé, como los personajes de Bungou Stray Dogs! ¡Son todos tan geniales! ¡En especial Dazai! ¡Aaaaah! ¡Por qué el mío tenía que ser Francesca! ¡Me gustaría llamarme Rosen como lo hago en cada foro con el que me tropiezo! —gritaba desesperada la mujer de veintitantos, quien fue interrumpida por su hermano menor con el cual convivía.
—¡Puedes dejar de gritar de una maldita vez! —le ordenó el chico que entró repentinamente al cuarto, el cual ya se había visto la serie también, con la diferencia de que su hermana mayor lo había obligado (tenía al menos unos 2 años de diferencia).
—¡Cállate tú! ¡No me dejas disfrutar plenamente de mi hermoso Dazai! —dijo ella abrazándose a sí misma, para entonces, retorcerse en la silla como una lombriz.
—No sé qué le ves de bueno a ese loco suicida; para mí es mejor Sakunosuke —advirtió.
—¡Pero Sakunosuke está muerto! —lo señaló con su dedo—. ¡No puedes revivir a los muertos, Lucas! —dio por hecho.
—Ese fue un golpe demasiado bajo… —dijo entre cerrando los ojos—. ¡Al menos él no tiene miedo a morirse como Dazai! ¡Él siempre intenta suicidarse, pero no lo logra nunca! ¡Le tiene miedo a morir!
—¡No le tiene miedo a la muerte, solo no le gusta sentir dolor! —advirtió ella.
—¡Agh! ¡Déjense de joder! —gritó un tercero que se asomaba a través de la puerta; este otro era una chica—. ¡Dejen de discutir por sus monos 2D! ¡Aparte de que es un debate muy tonto! ¿Quién va a pelearse por ver quién tiene o no miedo a morirse de sus personajes? ¿Son idiotas?
—Sheila, no digas eso por favor… por favor… —repitió dos veces el chico.
—¡Es la verdad! ¡Todos aquí sabemos que el mejor es Akutagawa! —se hizo un silencio sepulcral por un segundo, y las muecas de los demás no se hicieron esperar.
—No sé cómo te puede agradar ese tipo; tiene un humor tan pestilente, que no me termina de gustar, y te lo dice alguien que ha tenido amores tóxicos —advirtió Francesca levantando tímidamente la mano.
—Enserio, estás loca amiga, ¡y ciega…! —Sheila iba a continuar con sus críticas, pero se detuvo al ver la hora—. ¡Joder! ¡Me tengo que ir a la facu! ¡Ustedes también! ¡Dejen de ver anime de una vez y prepárense! —después de dicho esto, Fran giró suavemente hacia el escritorio y volvió a lo suyo.
—Espérate un poquito; me encanta la parte en que Jono le pone las esposas a Dazai, y éste pone esa cara de maniaco tan sexy…
—¡YA DEJA ESO Y VAMOS! —le gritó su mejor amiga, para ese momento, el hermano de Francesca se había ido porque no quería seguir participando, aparte de que también debía ir.
La vida de Francesca no era nada aburrida, de hecho, había un chico que estaba enamorado de ella, y que curiosamente, también era otaku, además, se encontraba empeñado en conquistarla, un objetivo que no era nada fácil, es por ello que se estudió detenidamente el anime favorito de Francesca, e intentaba interpretar al personaje predilecto de ella siendo lo más fiel posible a éste, aunque obvio… descartando las ideas suicidas; él no era ese tipo de chico, pero con respecto al resto, podría decirse que sí tenía unos cuantos parecidos a Dazai, de modo que no le costó interiorizarlo. Y sacando este dato a relucir, volvemos con los protas ahora en la parada del transporte público.
—¿Hoy llegaremos tarde de nuevo? —resopló Sheila al ver que el bondi no estaba llegando.
—Todo porque Fran no quiso salir hasta que terminara el capítulo —apenas dijo esto el hermano de la nombrada cruzándose de brazos, ésta explotó.
—¡Qué dices! ¡Ni siquiera lo llegué a terminar porque me desenchufaste el pc! ¡Agh! ¡Cómo voy a enfrentar la vida hoy sin haber terminado ese capítulo! ¡Seguro que me perseguirá la mala suerte el resto de la jornada! —aseguró observando con desesperación el cielo y elevando sus manos de forma exagerada.
—Te lo viste alrededor de 10 veces por la cantidad de temporadas que tiene… no veo que sea realmente algo para estar llorando —aseguró su amiga desestimando la situación, y antes de que ella les reprochara, vieron llegar el bondi bastante escandalizado—. ¿Por qué la gente está gritando y riendo tanto? —preguntó al ver cómo frenaba el dichoso gracias a la Fran que le hizo mano.
—Vete a saber… hay tanta gente que no veo bie- —Francesca era la primera que estaba subiendo, y fue también la que tuvo la fortuna de ser testigo del mejor cosplay que jamás sus ojos pudieron ver; la gente estaba gritando porque un chico igual de alto que Dazai, se había puesto la gabardina, las vendas y todo lo demás que concernía al personaje, lo que despertó la emoción de los otakus de turno, y obviamente en ella—. ¡AAAAAH! —gritó dejándose llevar por la emoción del momento, y entonces ese Dazai la miró junto al resto de personas que lo rodeaban, pues su grito fue tan absurdamente fuerte, que los obligó a voltearse.
—¡Hey! ¡Fran! —le saludó emocionado el muchacho en cuanto la descubrió (el dueño del cosplay para ser exactos).
—¡Wow! Se ve muy bien, pero ¿lo conoces Fran? —preguntó Sheila al dar con él; ella tampoco adivinaba quién era el muchacho que hacía de Dazai.
—No tengo idea… está tan bien hecho que no sé quién es —sin embargo, una vez el cosplayer se acercó a ellos saliendo del montón, el hermano de ella lo reconoció.
—¡Oh! ¡Kevin! ¿Eras tú? —a lo que el tipo hizo mover su cabello con una mano demostrando así, lo orgulloso que estaba de sus resultados.
—¡Claro que sí! ¿Y bien? ¿Qué les parece? Me queda perfecto, ¿no? —dio a entender el castaño.