Todos los miembros de Bungou Stray Dogs buscaban la misma respuesta, sea consciente o de forma inconsciente; todos… anhelaban encontrar una razón para existir y seguir haciéndole frente a la dura realidad que les había tocado, y Fran entendía eso con solo echarle una mirada a la espalda tan amplia de esa ondeante chaqueta negra que, cuyo dueño, era uno de los que más perdidos, aun así… eso era lo que menos le preocupaba ahora mismo. Tener al sensual desequilibrado de Dazai Osamu delante de ella, no le despertaba en estos momentos los deseos más mundanos que se pudieran jamás calcular, no, por el contrario, los pensamientos se le desviaron hacia las palabras de Sheila, quien cargó con una intensa ferocidad su señalamiento: “¿Sabes cómo hacerlo? A bañarte me refiero…”. El tono iba perfectamente lleno de misterio, pero la oración no cuadraba en absoluto con éste. ¡AGH! ¡Claro que no lo sabía! ¿Cómo se supone que debería hacerle frente a este acontecimiento tan inesperado?
—Ya llegamos —para sorpresa de Sakunosuke, la voz de Dazai lo trajo de vuelta de sus divagaciones, y… entre ambos intercambiaron miradas; al comienzo, la faz de Osamu mostraba confusión por él, pero luego le sonrió—. ¿Qué pasa Odasaku? —inclinó gentilmente la cabeza a un lado a ojos cerrados—. Has estado callado desde que volviste. ¿Acaso algo de lo que te dijeron los chicos te está molestando…?
—¡He olvidado cómo bañarme! —le dijo de repente a Osamu, quien se quedó paralizado por esta revelación.
—¿Qué…?
—¡Ayúdame, Dazai! —lo agarró de los hombros, y aquí es donde el castaño empezó a sudar frío, pero enseguida respondió rotundamente.
—¡NOP! —hizo una equis con los dos brazos. Este suceso duró apenas un segundo, porque de inmediato, el suceso se reseteó como si no hubiera pasado nada, en cambio, volvieron a estar justo en el momento en que Osamu le preguntaba qué le pasaba, ahí se dio cuenta Fran (de una forma muy incómoda) que estaba usando el poder de Oda inconscientemente.
—Ya veo… así que puedo usarlo también para mi beneficio… —susurró, desconcertando a Dazai, quien se llevó las manos a las caderas, pues no le había entendido.
—¿Qué estás murmurando ahora? ¿En verdad no te habrá hecho mal comer durante algunas horas tierra? —le consultó.
—No, para nada, disculpa, me encontraba algo distraído. ¿Podrías ahora indicarme dónde están mis cosas? —Sakunosuke había hecho un movimiento abismal al hacer uso de su habilidad y, a comparación de los demás, sí podía implementarla, pero… quizás esto se debía a que se sentía en riesgo, ya que sabemos que Oda solo la usa para evitar peligros, por lo que tal vez, Fran creía que dejar ir a Dazai significaba la muerte.
—¿Enserio tengo que hacerlo? —respondió aturdido—. ¿Cómo es que no te acuerdas ni lo más básico? —se quejó de forma infantil y entonces él mismo abrió la puerta con una llave que tenía de repuesto, lo que llamó la atención de Oda.
—¿Tenías una copia? —le consultó, a lo que ese impecable suicida giró la cabeza para mirarlo.
—Claro, después de todo, somos compañeros —le aclaró.
—¿De cuarto? —completó Sakunosuke sin poder ocultar su emoción.
—… no lo digas así… —volteó lentamente Osamu hacia la habitación sin saber explicarse; se lo veía un poco nervioso, en especial incomodo por la reacción de Oda—. Enserio que andas raro.
—Ah, no te mal pienses —se escudó levantando suavemente la mano, aunque con las mejillas rojas, y esa misma mano se la llevó detrás de la nuca; un gesto muy típico de él.
—…no estoy esperando explicaciones al respecto —espetó con una voz algo sombría por la orientación de la charla, y como quería cambiar el alegato, él se puso a explicarle dónde estaban las posesiones de Odasaku—. Como ves, en el baño está el cepillo de dientes con todo lo que necesitas para lavarte, y en la habitación, aquí está el ropero con tu ropa junto al cambio de sábanas; no tendrás que preocuparte de lavar tus camisas, de eso la ama de llaves se encargará —este encantador suicida hizo un leve recuento de las actividades de la mansión oculta de la Port Mafia—. Y eso sería todo por el momento. Realmente todas tus cosas siguen donde las dejaste —un amargo silencio se plantó de pronto entre los dos porque Oda se había quedado mirando a Dazai fijamente y no le había contestado a todo su monologo, lo que lo puso incómodo—. ¿Y bien? ¿No tienes nada para decirme?
—Sí… Tengo muchas cosas para decirte —aseguró Oda al cerrar sus ojos.
—¿Eh? —Dazai se vio profundamente interesado.
—Dazai, yo tengo unos inmensos sentimientos por ti… —apenas soltó esto, la puerta que estaba detrás de Sakunosuke se azotó fuertemente; fue Dazai que ni siquiera esperó a que terminara, y salió huyendo.
—Mier* —de nuevo, para cuando volvió a la realidad, Oda estaba con una cara terrible, y esta vez, la expresión de Dazai de incomodidad se le vio acentuada.
—¿Qué pasa? ¿Por qué pones esa cara?
—Tengo algunas cosas que quiero hablar contigo, ¿podrías esperarme hasta que salga de la ducha? —indagó el más alto de los dos.
—Ah… ¿Resulta ser tan urgente como para me mires con esa cara que da miedo? —preguntó con una gota en su mejilla.
—Sí, necesito que te quedes —repitió, a lo que Oda fue directamente a ponerle cerrojo a la puerta de una corrida—. ¡Esta vez no te me escaparas! ¡Te haré muchas cosas pervertidas! —gritó dramático, a lo que Osamu por un instante pensó que iba a ser atacado de otra forma, por eso se puso en posición defensiva, pero en cuanto escuchó la última frase, no lo pensó dos veces, abrió la ventana y se tiró por ésta; de nuevo, el reinicio. Para cuando Osamu le preguntó si era urgente, Oda asintió, por lo que agarró y posterior a eso, se encaminó al baño con una expresión de indignación que dejó a Dazai otra vez revuelto.
—Sí, por lo que no te muevas de aquí —le pidió, a lo que Dazai asintió, de modo que: se quitó la chaqueta, y acomodó la prenda sobre la cama para posteriormente sentarse cruzándose tanto de brazos como de piernas.