Tú, yo, y la cuerda; un plan perfecto, ¿no?

Capítulo 4: "Cachorros"

En nuestra soledad, vamos corriendo en cámara lenta por un sendero blanco, en donde la gabardina o vestido que llevamos puesto, lo va sosteniendo el choque del viento, mientras nuestros malestares, se expresan como puntos negros que se tatúan en nuestra piel, lo que no nos deja de otra que detenernos y vendarnos con la esperanza de que esas heridas desaparezcan o al menos, no se noten tanto. Y esto es hasta que nos cruzamos con alguien que comparte con nosotros la calidez que buscamos, ahí es cuando, el vendaje que pusimos, empieza a aflojarse y a caerse por su propio peso, es entonces que, la vejez es curada, las lesiones que hasta hace nada nos quemaban, de repente se vuelven nada, y las circunstancias adquieren nuevos colores. Esto podría perfectamente aplicarse en lo que Akutagawa veía en Dazai e igualmente así lo percibía Chuuya; desde aquí, este gracioso suicida le despertaba estas sensaciones el mismo Odasaku, el cual, al último, les daba este privilegio a sus sueños y a todos a los que amaba. Ahora, hablando de amor y lazos, después de lo ocurrido, Ryunosuke fue quien se encargó de traer consigo a Oda; él recibió una orden directa de Dazai por lo que no tuvo de otra, así que lo llevó al lugar que se encontraban ahora los tres invasores (Lucas, Sheila y Fran).

—¡Muy bien muchachos, como saben, estamos aquí por una sola razón! —avisó Dazai con sus ánimos de siempre mientras juntaba sus manos.

—Oye… —se quejó Chuuya teniendo al primero que habló oculto detrás de él, y a su frente, estaban Odasaku y Akutagawa—. ¿Por qué estás a mis espaldas, Dazai?

—¿De qué estás hablando? ¡Es para que me escuches mejor, obviamente! —canturreó aferrándose ahora a los hombros de Nakahara porque vio a Sakunosuke dar un paso adelante; desde aquí se dieron cuenta todos (incluyendo Oda), que algo le pasaba a Dazai, de modo que el mayor de este grupo suspiró al entender que era enteramente su culpa.

—¡AUCH! ¡ESO DUELE! ¡SUELTAME AHORA! —le reclamó agitando todo el cuerpo solo para quitarse a Dazai de encima, cosa que Nakahara no logró.

—¡No, no, no, no, no! ¡Es necesario para la explicación de hoy! ¡Quédate quieto, maldito Chihuahua! ¡No te muevas! —se quejó Dazai mientras se aferraba al pelinaranja con tanta maña, que le clavaba los dientes y las garras (literalmente).

—¡Agh! ¡No me muerdas! ¡Bastardo! —gruñó otra vez Lucas, y en esta ocasión, le tironeó los cabellos a su agresor. En lo que estos dos peleaban, Akutagawa le dio unos pequeños codazos en el brazo a Oda para llamar su atención, así que éste lo miró.

—Oye… ¿qué le hiciste a Dazai? —ante este susurro, Oda miró a los que tenían que ver con la riña, los cuales se estiraban entre ellos las mejillas—. Parece que está evitando acercarse a ti.

—Ah, bueno… tuvimos un encuentro un poco intimo —avisó por lo bajo sin dar más detalles—. Pero no llegué en absoluto lejos —suspiró por segunda vez.

—Qué desafortunado —dio a entender Sheila, pero de pronto, ambas se tensaron cuando el cuerpo de Chuuya resonó al caer al suelo, y Dazai con un grito, atrapó la atención de los otros dos.

—¡Oigan! —expresó exagerado—. Mis queridos alumnos, ¿alguno sabe por qué estamos en este lugar? —preguntó mientras Chuuya se levantaba lentamente; se le veía agotado, con las mejillas rojas al igual que Osamu, aun así, se sacudió la ropa y, por supuesto, su sombrero.

—Yo —levantó la mano Oda un poco tímido.

—¿Alguien más? —Dazai pasó de Odasaku tremendamente logrando así incomodarlo, mientras tanto, miraba sonriendo a Akutagawa, quien chasqueó la lengua observado a otro lado—. ¡Oh! ¡Ese es mi Akutagawa! <3 ¡Te adoro! Kyum~ —le tiró un beso, descolocando a los demás, y Sheila, lo miró con desprecio; quizás el verdadero Akutagawa hubiera saltado de la alegría, pero en este caso… la decepción tocó a la puerta de ese suicida—. ¡Ugh! Eso dolió —murmuró llevándose una mano exageradamente al pecho—. ¿Esto es lo que se siente invertir lugares? —dijo dramático, pero inmediatamente abandonó su papel de víctima tosiendo un poco—. ¿Puedes decirnos para qué es esta sala en la que estamos? —preguntó de todas formas.

—¿Es para encerrar a gente que está loca? —preguntó Chuuya interrumpiendo mientras se acomodaba el sombrero—. Las paredes están todas acolchonadas… —y Dazai no lo dejó seguir porque le dio un puñetazo en la cara derribándolo de nuevo sin siquiera voltearse, a lo que el sombrerito de Chuuya fue cayendo como una hoja al viento. Después de semejante espectáculo, las dos chicas se enfriaron ante tal acto desalmado, y entonces Sheila, quien hacía el papel de Ryunosuke, se apresuró para responder.

—Al juzgar por lo amplio que es… debe tratarse de una sala de entrenamiento —supuso dubitativa; esta idea solo le vino por haber visto tanto dragón ball.

—¡Correcto! —le tiró confeti a su aprendiz, quien se sintió angustiado más que aliviado por tener papelitos de colores ahora enredados en su perfecto cabello.

—Ugh… lo cual significa… —susurró Oda algo tenso.

—Sí… Odasaku —se dirigió a su compañero de bebidas y sonrió con malicia—. Soy el encargado de hacer que vuelvan a obtener sus poderes —Dazai se puso las manos en los bolsillos—. ¿Quién de ustedes dos será mi primera víctima? ¡No! ¡Quise decir! ¡El afortunado de tomar la iniciativa! —se corrigió para luego volver a su escabrosa expresión anterior.

Chuuya Nakahara estaba inconsciente gracias al golpe que le dio Dazai, lo que lo dejaba fuera (por el momento) de hacer los ejercicios, por lo que quedaban en juego aún Akutagawa y Oda. Ahora que Sakunosuke fue abrumado por la tensión, se había dado cuenta de que no le dijo a Dazai que no estaba en condiciones de usar bien sus poderes, entonces… ¿cómo es que había terminado ahí? ¿Acaso esto era una venganza por lo que le hizo? ¿Era su forma de pedirle un mano a mano?



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En el texto hay: romance y humor, anime fanfiction, bungou stray dogs

Editado: 13.08.2023

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