Dentro de la efímera existencia del ser humano, no es poco decir que la vida tiene preparada para algunas de sus estrellas unas cuantas pruebas insufribles, y que, para esto, entre éstas, está la más pesada: la soledad tangible. Este elemento ha dañado a muchas luces en el proceso, y hasta las ha transformado en algún que otro agujero negro o simplemente… terminan siendo amargas, como en el caso de Sheila. Dicha muchacha, fue marcada por unos padres que si bien estuvieron presentes le exigieron hasta el hartazgo; le reclamaban hasta lo más mundano, y la agotaban tanto física como emocionalmente, lo que la llevó al límite de sus esfuerzos por contentarlos, incluso sus altas notas no fueron lo suficientemente buenas para éstos; no era más que un objeto sin valor para esta gente; pero solo para esta gente, porque entre esa galaxia oscura, llegaron otras dos luces: Francesca y Lucas. Ambos personajes, la contuvieron en el momento justo e introdujeron al enigmático mundo del anime, el cual le permitió conocer a Akutagawa Ryunosuke. En cuanto ella lo vio, sintió que la conexión entre los dos fue automática, por lo que, por supuesto, no pudo evitar identificarse. Ver los desbordantes esfuerzos de ese chico por contentar a Dazai, la remontó a su pasado, lo que la llevó a terminar odiando a ese suicida; si bien, reconocía que tenía sus puntos fuertes por ser el protagonista, esto no justificaba su forma de actuar con Ryunosuke mientras mostraba preferencia por Atsushi; eso lo aborrecía; odiaba la injusticia de este punto, pero no a Atsushi, ya que él era una víctima de ese conflicto y más por su anterior vida. Sin embargo, más allá de lo objetivo que podían ser sus pensamientos, una cosa era hablar en términos de trama, y otra cosa era… tener a ese desgraciado metiéndose con su personaje favorito cara a cara. ¡No lo toleraría! ¡Ni con ella, ni con nadie!
—¡Rashomon: Sawarabi! —para sorpresa de Dazai, o quien quiera que fuera, Sheila le demostró a éste que no era solo una simple fan de B.S.D (Bungou Stray Dogs), sino que poseía los conocimientos requeridos para interpretarlo a la perfección, lo que la volvía una usuaria indicada.
—¡Increíble! ¡Esa era la reacción que esperaba! —el trajeado inmediatamente se vio obligado a esquivar las extensiones de la gabardina de Akutagawa que salían desde el suelo intentando empalarlo; uno tras otro surgía sin descanso destrozando la acolchonada superficie, e inundando el reseco ambiente con el relleno de la dichosa, y como ese desgraciado lo esquivaba como si nada, Sheila decidió probar otra de las técnicas de Ryu, así que, guiando con sus manos cada movimiento de su gabardina dijo.
—¡Rashomon: Kumo no Ito! —de inmediato, sus habilidades respondieron, y una gran cantidad de vendas negras empezaron a perseguir por toda la habitación a Dazai, quien hacía gestos de burla en el proceso, en consecuencia, Sheila se enojaba aún más, dando como resultado, sin que se diera cuenta, que este castaño la guiara a destruir en diversas ocasiones las cámaras del techo con su propio poder en lo que luchaba por alcanzarlo—. ¡Deja de correr, maldito suicida y enfréntame!
—Pero si yo no estoy corriendo —canturreó el otro con las manos en los bolsillos, y entonces fue aquí que Sheila se percató, que le estaba haciendo destruir las cámaras adrede, e iba a preguntarle al respecto, pero ese bastardo sacó una pistola en medio de una pirueta estando de cabeza.
—¡Maldita sea! —de inmediato, Dazai empezó a dispararle, y entonces se vio obligada a usar otra de sus habilidades.
—¡Rashomon: Danretsu Kukan! —estando agachada, y justo a unos pocos centímetros de su cara, logró parar las balas, no obstante, se vio distraída un segundo por el ruido de explosiones detrás de ella; las últimas cámaras que había fueron destruidas gracias a los disparos de Dazai, de modo que Sheila miró rápidamente a éste para confrontarlo, pero ya tenía el arma de ese desgraciado delante de su cara.
—El juego se ha terminado —dio por hecho él, a lo que la chica chasqueó la lengua con molestia.
—Tú… No eres Dazai, ¿verdad? Ni siquiera puedes ser Kevin. Por más mal que nos llevemos, él nunca intentaría herirnos —dio a entender Sheila sin la necesidad de esconderse, ¿para qué? Ese tipo se había evidenciado a él mismo destruyendo esos aparatos—. ¿Quién diablos eres en verdad?
—Oh… Así que también te diste cuenta —dijo relajado, y entonces retiró la pistola, con la cual se rascó la cabeza despreocupado—. ¿Qué te hace pensar que te lo diré? —le sonrió—. ¿Eres tonta?
—¿Eh? —se vio impactada.
—Pregunté que si eres tonta.
—No me refiero a… —trató de explicarse.
—Sé que tu nombre real es Sheila —dio por hecho para ahora guardar el arma dentro de su uniforme—. Y si te preguntas cómo entendí eso, pues… ¿quién en la Port Mafia creería la tonta historia que te inventaste antes? ¿Akutagawa jugando?, de Chuuya lo creo, ¿pero él? ¡Por favor! —justo aquí Akutagawa apretó los dientes; ese desgraciado tenía razón así que el pelinegro no lo negó.
—¿Vas a reportarnos con la Port Mafia entonces?
—A como yo lo veo, eso solo me traería problemas. Sería cuestión de tiempo para que me atrapen después de ustedes, y esa es solo la mitad de las opciones —advirtió, lo que sorprendió a Sheila, quien se reincorporó—. Mori no es tonto —dio por hecho llevándose una mano a la cintura—. Por lo que solo me queda una opción —mostró un dedo.
—¿Cuál?
—Seguir pasando desapercibido, y si me llega alguno de ustedes a delatar… —Dazai se acercó un poco a él inclinándose a su altura hasta lograr tocar la frente de Sheila con su dedo, justo ahí le aclaró—. Mataré yo mismo a tus amigos —la mirada aterradora de ese personaje, era sublime; propia del mismo mafioso Dazai, lo que enfrío el cuerpo de Sheila, no obstante, se rescató enseguida al recordar la pelea que terminó en un extraño empate, desde su perspectiva, claro.