Desde varios francos podríamos decir que se expresaban diferentes tipos de clima, por ejemplo: en el de Dazai, Fyodor y Odasaku, desde afuera les llovían balas, mientras que por el lado de Akutagawa, en realidad él era la tormenta, lo que nos regresa a su situación actual.
—¡Son todos unos inútiles! —dio por sentado, y el tipo que sostenía desde hace un capítulo atrás, voló por el patio de recreo cuando Sheila se cansó de preguntarle, para colmo, la caída de ese hombre perdió toda seriedad apenas se reprodujo desde el celular de su agresor, la canción de Floricienta (la introducción) cosa que desmotivó al pelinegro, y entonces, más calmado, tomó su teléfono revisando éste—. Diablos… olvidé ponerlo en modo repetición —una vez apagó el aparato, levantó la vista, lo que le permitió toparse con un par de ojos leopardados. Tal descubrimiento, produjo que el dueño de éstos como él mismo, se quedaran tiesos un segundo, hasta que, por fin, Akutagawa cayó en la cuenta, y reaccionó—. ¡Oye! —obviamente que, ante esta llamada de atención, el susodicho se acobardó y decidió escapar de él—. ¡Tch! ¡Regresa! —y así comenzó la persecución de estos dos, lo que los llevó luego de un rato de estar corriendo, a un callejón sin salida.
—¡Ay! —gritó acongojado el peliblanco al ver que no tenía escapatoria, y entonces giró a ver a su perseguidor, quien estaba casi sin aliento; de hecho, estaba tan sin aliento, que Atsushi le empezó a tener lastima.
—¡Ugh! Mald… ito… ¡cof, cof, cof! —sin poder evitarlo, comenzó a toser una, y otra, y otra vez, de modo que pidió tiempo con las manos para poder calmarse.
—¿Estás bien? —preguntó el tigre quien, a pesar de su miedo, se acercó a él poquito a poco, para entonces intentar tocarlo, pero justo ahí, Sheila le agarró la mano ya estando recobrada—. ¡Gyaaaa! —gritó Atsushi aterrado.
—Ya te tengo —advirtió sonriente Ryunosuke, y luego, lo soltó, dejando extrañado a ese hombre tigre, quien no entendía por qué los golpes no le llegaron a él como al resto de los miembros del orfanato; sí, en su camino hasta este pasillo en el que fue acorralado, Ryu había noqueado a unos cuantos con sus poderes.
—¿Por qué…? —se atrevió a preguntar con la voz temblorosa ese chico.
—¿Cómo qué por qué? ¡Cof, cof! —se llevó una mano a la boca intentando calmar su garganta; diablos… le picaba y en lo que no miraba, Atsushi se escabulló, y antes de que pudiera maldecir su suerte por perderlo, lo vio regresar con una botella de agua—. ¿Ah? —expresó confundido al ver que éste se la ofrecía, así que… aún extrañado, la recibió; la amabilidad de ese niño… era incomparable.
—Estás tosiendo mucho, así que… —se rascó su mejilla sonriendo tontamente, a lo que Sheila, se vio conmovida—. Tú no eres Atsushi, ¿verdad? —comentó, a lo que destapó la botella y entonces se mandó una buena cantidad de agua para rescatar su garganta, a lo que el otro chico lo miró confundido.
—¿De qué estás hablando? ¿A qué te refieres con que no soy él? Me estuviste correteando hasta ahora —inclinó la cabeza totalmente perdido, a lo que Akutagawa terminó de beber para entonces, regresarle la botella, la cual sujetó Atsushi.
—¿No lo entiendes? —consultó él, a lo que volvió Atsushi a negarse—. Me llamo Sheila, y en este caso, he usurpado la identidad de Ryunosuke Akutagawa en contra de mi voluntad —esta revelación, dejó completamente en shock al muchacho.
—¿Usurpado…? No… sigo sin entender. ¿Y Sheila? ¿Pero no eres hombre? —la chica dejó que el joven procesara lo que le dijo con una escasa esperanza de lo que entendiera—. ¡Ah! —mostró un dedo creyendo tener una idea de lo que decía—. ¿Acaso estás hablando de un personaje de rol? ¿Es eso? —expresó feliz, a lo que esa fan, se llevó una mano a la cara estresada. ¿Entonces esto quería decir que este chico no estaba siendo remplazado por nadie? Siendo ese el caso… al que tenía realmente ahí era al hombre tigre original, de modo que recobró la compostura, y le dijo.
—Como sea… Vengo de otro mundo, y estoy remplazando a este muchacho por ahora, así que, aprovechando esto, vine a rescatarte —apenas terminó de explicarse, no le dio tiempo a Atsushi de asimilarlo o responder, porque pronto se empezaron a escuchar sirenas de policía, lo que significaba que no podían quedarse más ahí—. Debemos movernos, ahora —pero cuando intentó llevárselo, el albino se lo impidió al plantar sus pies sobre la tierra; estaba oponiéndose por mera desconfianza, después de todo, era el primer encuentro entre Atsushi y Akutagawa.
—¡Espera! ¡Espera! ¡Aún no lo entiendo del todo! —esto último sacudió las vísceras de Sheila, quien lo miró molesta, entonces, en un rápido movimiento, tomó a Atsushi en brazos; así consideró que se terminaría todo verso—. ¡Qué estás haciendo! —dijo avergonzado.
—¡Ya cállate! ¡Ahora entiendo porque Akutagawa pierde tan rápido la paciencia contigo! —dando por hecho esto, y dejando completamente confundido a Atsushi, Akutagawa dio un salto, y se perdió entre otros edificios que estaban en la cercanía. Sin embargo, Sheila no tenía la intención de llevarse a Atsushi a la base de la Port Mafia, no, lo que ella quería… era algo más… privado, de modo que lo llevó a un motel, cosa que plantó una sensación muy extraña en el peliblanco, el cual miraba todo a su alrededor con un interés desmesurado, aunque enrarecido por la clase de sitio escogido.
—Oye… Sheila, no es por molestarte, pero… —se acercó a él para hablarle por lo bajo mientras interponía una mano para disimular—. ¿Por qué un motel? —a lo que Sheila se enderezó y miró a Atsushi después de pagar; si le decía sus verdaderas intenciones, lo más seguro era que éste se pondría a la defensiva, y en el peor de los casos, se transformara en el tigre blanco solo para defenderse, en consecuencia, se excusó.
—Tenemos que pasar desapercibidos, así que… este es el sitio indicado —la explicación muy coherente por su parte, convenció muy fácil al inocente de Atsushi, lo que lo hizo relajarse.