Tú, yo y las estrellas

★Dos★

— así es mi familia —


 


— ¡Ahg! Porfin es viernes -me dice Lydia —. ¿Harás algo hoy?

— No.

Después de la pelea de el otro día, Lydia y yo nos perdonamos. Bueno en verdad ella me perdonó primero y después lo hice yo.

Nos peleamos por el estúpido de Loxen, su novio de nombre raro. Le volvió hacer llorar porque él se estaba liando con otra.

Lo peor es que después, él ve que Lydia esta hablando con un chico y se pone modo tóxico y celoso activado.

Le dije millones de veces que le dejara, que no era para ella, que le haría daño. Peeero como siempre, le entra por una oreja y le sale por la otra.

Como si estuviera hablando con la pared, pues igual.

— ¿Quieres, no sé, hacer algo?

— Lo que quiero ahora mismo, es quedarme en casa y leer. No quiero planes hoy Lydia, lo siento.

— Okeey ¿Te llevamos en coche? —me pregunta mientras señala con la cabeza el coche de su novio.

— ¿Y ver cómo te regaña y no poder pegarle? No gracias. —le digo y ella pone una cara de decir: ¿otra vez con eso?—. Me voy andando, nos vemos mañana.

Me giro y camino hasta que encuentro la parada del bus. Me coloco los auriculares y pongo mi playlist en reproducción y suena Into Your Arms de Ava Max, Witt Lowry.

Cuando llega el bus voy directamente a los asientos de detrás y después de cinco largos minutos llego a mi casa.

Abro la puerta de entrada y me encuentro con mis dos hermanos en la cocina.

— Hey.

No contesto, dejo la mochila en el sofá y me siento en la isla que tenemos en la cocina.

— ¿Qué hay de comer?

— ¿Soy yo o siempre tienes hambre? —pregunta mi hermano pequeño, Ansel.

Asiento con la cabeza. Después mi hermano mayor, Bryce, trae la comida.

No se que es, lo que si sé, es que sabe rico y no duró ni cinco minutos en el plato. Acabo engullir esta delicia y subo las escaleras para llegar a mi cuarto. Me pongo a pensar en lo que haría este finde.

Nada, literalmente, no haría nada a menos de que pasase algo raro.

Después de una ducha y un libro entero junto a un té acabado, bajo a la cocina. Mis padres siguen sin aparecer, a veces se olvidan de que tienen una familia y llegan a las tantas y nos dicen puras mentiras de que si tenían mucho trabajo, una reunión de última hora y más mierdas. Solo se van de copas.

— ¿Qué es esto Bryce? —pregunto viendo las botellas de alcohol—. Sabes que a mi no me gusta que bebas estas cosas ¿Por qué lo haces?

— Janne eres muy pesada con este tema. Tengo diecinueve años ¿Que esperas? ¿Que me encierre un viernes por la noche a leer como tú? —me comenta, empezandose a enfadar.

— Pues sí ¿Hay algún problema en ello? —refuté de brazos cruzados.

— Pues sí, que eres demasiado rarita para tu edad, tienes 17 —me dice poniéndose enfrente mío.

— Y tú demasiado común para tener 19.

— Tengo 19 años, estoy viviendo mi adolescencia ¡Dejame beber esta que muera!

— Ya no eres un adolsescente, tienes 19 años, eso es ser mayor de edad. Cuando eres mayor de edad se te considera como adulto, gilipichis. —ese es mi hermano pequeño.

— Bueno, Bryce, la próxima vez me ocultas esas botellas ¿Si? —le pido esperando me que me haga caso.

— ¿Por qué tendría que hacerlo?

— Porque soy tú hermana y solo te he pedido ese favor en toda mi vida.

— ¿Y te tengo que hacer caso? No se, ya no soy un enano para que me digas que hacer y menos cuando yo soy más grande que tú. —dice dando pasos amenazantes para acercarse a mí.

— Pues sí. Le haces más caso a la vecina de mi misma edad que a mi. ¿Ella tiene más poder que yo o hay algo que no sabemos?

— Cállate serpiente o te enterarás.

— Ajá. ¿Cómo?

— No quieras saber.

— Oh, yo creo que si quiero saberlo.

— Toca las botellas y te quemo los libros, rata de cloaca.

Ooohhh, no ha dicho eso, dime que no lo ha dicho.

Yo lo mato.

Ya me estoy cansando, buscando venganza por mis pobres libros, así que voy lentamente hasta sus botellas y, con asco, empiezo a tocar el cuello de estás. Creo que mi hermano vió mis intenciones ya que va directo a la basura a cortarme el paso.

Pobre tete.

Me giro y veo la ventana abierta, así que rápidamente cojo las botellas y me acerco, saco mi brazo con la botella que tengo. Él se acerca a mí y empiezo a sacar dedos de esta, cada paso que da esta más cerca de caer. Hasta que esta frente a mí.

— Diles adiós.

Me giro con las dos botellas y las tiro por la ventana. Y se me escapa la risa.

— ¿¡Pero que haces!? —me grita.

— No.vuelvas.a.amenazar.a.mis.libros ¿Oks?

Me mira con asco, yo le sonrío y le saco el dedo. Se escucha la risa de mi hermano pequeño de fondo.

— ¿Qué hago yo ahora con la fiesta, eh? Dime listilla.

— No lo se. Es tú fiesta, no la mía.

Me encojo de hombros y iba a subir a mi cuarto pero no me dejó, me agarra del brazo, coje su cartera y me extiende un billete de 20.

— No pienso ir a comprar esa basura.

Se empezó a reir ¿malvadamente? Eso no me gusta para nada.

— Claro que vas a ir. Es más, te vas a venir conmigo a la fiesta y te voy hacer beber. —me agarra de el abrazo y me lleva a la puerta—. Ansel si mamá y papá llegan diles que fuimos a dar una vuelta.

La abre pero antes de que me sacara de casa y me desago de su agarre y por suerte, parece que Dios me quiere hoy, mis padres aparecieron juntos.

— Mamá, papá, que sorpresa. Que pena Bryce ya no podremos ir a comprar eso y tampoco podremos ir a la fiesta, cachis.

— Janneth. —me llama mi padre creo que enfadado— ¿Eso que hay afuera roto son botellas de alcohol?

Asentí y me mandó recogerlas, me castigó y luego me mandó a comprarles las mismas para mi hermano, enfada fui porque no tenía otra opción.

Era eso o quedarme sin salir, sin libros, sin móvil, sin tablet y sin ordenador o portátil.

Cuando llego a casa mi hermano me esta esperando con una sonrisa en la cara, en sus manos hay dos vasos y mi padre tiene otro en la mano. Dejo la bolsa con las bebidas en la isla y mi padre empieza a vertir en líquido en los tres vasos.



#23550 en Novela romántica

En el texto hay: fiesta, amistad, alchol

Editado: 20.07.2021

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