Tú, Yo y los Besos

Capítulo 4-Azul

—Cerramos en 5 minutos… —la voz de la cuidadora de sala me despierta

—Okey, ya me voy— empiezo a recoger lentamente mis cuadernos mientras ella me mira con mala cara.

Son las 10:25 de la noche del viernes, solo ella y yo estamos en la Biblioteca, la mayoría de los internos se han ido para sus casas por lo que la Universidad está casi desierta.

Salgo mirándola por el rabillo del ojo, abro y cierro la puerta despacio antes de volver a entrar y colarme detrás de unos estantes pegados a la puerta cuando ella deja de verme por recoger también sus cosas.

Las manos me sudan y el corazón se me quiere salir del pecho mientras camino con cuidado detrás del estante hasta confundirme entre las sombras. 

Aguanto la respiración cuando escucho sus tacones repicar por el suelo y solo suelto el aire al escucharla salir y cerrar la puerta.

Demasiado tarde caigo en cuenta de que me he quedado trancada en la segunda planta de una biblioteca, pero este fue el lugar en el que me citó Mateo y de verdad espero que hacerme pasar la noche aquí por venganza no sea su juego. 

No me he podido poner en contacto con él. No vino a clases, no contesta su teléfono y no es becado por lo tanto no tengo la menor idea de dónde localizarlo

Empiezo a moverme cuando me he quedado sola, ni siquiera me atrevo a prender la linterna del teléfono asi que me alumbro con el resplandor de la pantalla. 

Camino despacio hacia la sección de arquitectura histórica, específicamente a la sección donde se habla de cementerios. 

Está al fondo, después de ella solo queda pared y una pequeña ventana a unos metro y medio de alto. La luz de la luna entra por ella y no es nada agradable de ver la forma en la que rejuega con las sombras de los estantes y pilas de libros viejos que en esta parte parecen levantarse por todos lados.

Descuelgo la mochila y empiezo a cambiarme, un sencillo vestido gris de tirantes y elastizado fue lo que escogí para ir esta noche al Purgatorio, la idea es que algo así se adecúa a cualquier ambiente... Excepto al de una biblioteca Universitaria un viernes en la noche.

Me saco la blusa, me pongo el vestido por la cabeza y por ultimo me saco los tenis y los pantalones, lo hago todo de prisa aun cuando falta casi una hora para que Mateo entre, no sé como la hará pero no me cabe ninguna duda de que pueda hacerlo.

Un extraño chasquido cruza la habitación en medio del silencio. Doy un brinco en el lugar apretando los tacones contra el pecho y me giro hacia el pasillo interminable de estantes.

Intento encender la linterna pero me topo con que mi teléfono está totalmente muerto...

Agudizo el oído esperando escuchar algo, pero todo parece volver a sumarse en un espeso silencio.

El rasguido de un papel desde otro lado, el sonido de libros cayendo.

—¿Ma- Mateo...? —soy consciente de como el corazón se me quiere salir del pecho.

Sí, ya les he dicho que soy valiente y que absolutamente nada puede asustarme; pero esto pues, se está volviendo un poco extraño...

Casi suelto el teléfono cuando éste se enciende, los dedos me tiemblan cuando pienso en llamar a alguien pero descubro que no puedo hacer nada de eso, unas letras verdes fosforescentes resaltan sobre un fondo negro:

"En la colina al final del cementerio,
tiene su guarida el Señor del Purgatorio.

No te acerques en las noches de luna al álamo de los muertos.

No escuches el susurro de las almas que ocultan la entrada del infierno.

Es el silbido de la hoz del Señor del Purgatorio, buscando condenados para realzar su trono
...

En las noches sin luna, el catador de ángeles se escurre entre las sombras

Cierra tu ventana, virginal doncella
No le abras al príncipe que viene con la luna nueva.

No escuches su lírica ni prestes oído a sus poemas. 

No dejes que sus dedos marquen la piel satinada de tus caderas 

No bebas de su boca sus sinuosas promesas.

No rescata y salva; es sólo un farsante cumpliendo su condena."


¿Quieres conocer el Purgatorio?
Pues bienvenida al Infierno...

Entonces pasa, algo cambia en el ambiente, al inicio me siento tan desorientada por lo que leo que no logro ubicarlo; pero luego el olor a quemado llega nítido a mis fosas nasales.

No, no puede ser que...

Veo al frente, la alarma contra incendio salta y un resplandor rojizo empieza a verse a lo lejos en el techo...

Ni siquiera lo pienso, me apoyo de la pila de libros y uno de los estantes cercanos para alcanzar la ventana mientras a mis oídos empieza a llegar el crepitar del fuego.

Tengo ganas de llorar; pero la adrenalina me hace andar más rápido aun cuando el pánico amenaza por bloquearme por completo, cuando logro colar la parte inferior de mi cuerpo, no lo pienso más y simplemente salto...

Caigo sobre un contenedor de basura y este se vuelca conmigo por lo que termino semienterrada por las bolsas y los desechos, a mi no puede importarme menos, logré salir, estoy viva, estoy...

—¿Azul Vega? — giro mi rostro y una luz me deslumbra inmediatamente— ¡¿Qué significan esto?!

Martinez... el profesor de diseño está de guardia esta noche, tengo que decirle

—Yo... —Intento explicarle de forma torpe señalando hacia el edificio —¡¡Fuego!! —alza las cejas Incrédulo—Fue-go...

Termino avergonzada mirando de él hacia la biblioteca en donde no se ve ningún signo de incendio, incluso la alarma ha cesado.

Me desespero, «Expulsión, expulsión, expulsión... —es lo único que repite mi cerebro— ¡Es Martinez! El único profesor que me odia de todo el claustro, si no logro convencerlo nunca va a creerme, e incluso si lo hago, creo que estaré en problemas a pesar de todo.




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