Tú, Yo y los Besos

19- Mateo

Observo a Azul e intento asimilar sus palabras mientras ella me mira en silencio.

Me siento raro, un nudo bloquea mis cuerdas bocales y mis ojos se nublan por un momento; si no me controlo la taquicardia me provocará un infarto…

He sentido síntomas parecidos en el faro, pero al mismo tiempo todo es diferente; porque en vez de querer acabar, soltar, morir… quiero agarrar, mantener, comenzar, vivir…

¿Felicidad? ¿Será eso? ¿Mateo Adams se siente Feliz?

Y todo gracias a ella… a mi luzazul…

“Eterno, incondicional, mía”

Nunca antes me he sentido dueño de nada, de nadie, y hoy Azul me regala algo a lo que puedo agarrarme, que no se irá, que será para siempre… “amigos”;

Nunca he creído que alguien de verdad quiera ser mi amigo, nunca he querido ser el amigo de nadie, no después de ver el modo en el que “la amistad” puede dañarte, no cuando te ves obligado a aceptar que te hacen y haces menos daño si estás solo; pero entonces pasa, llegan personas que cambian tu mundo por completo…

Aprendes a manejar tu soledad para que no te ahogue, para que no te aplaste… Hasta que te acostumbras a estar acompañado; entonces descubres que eres incapaz de soportar estar sólo de nuevo, has perdido la capacidad de hacerlo.

“Amigos” ¿Ese es el modo más seguro de tenerla para siempre conmigo? ¿Para asegurarme de que mis fantasmas no pueden cortarle?

Me siento esperanzado

— ¿Tienes fiebre, amiga? ¡¡Estás un poco colorada!!

Azul me mira y maldice por lo bajo, yo sonrío más —claro, si algo así fuera posible— Hoy se puede acabar el mundo que yo igual seguiría riendo…

Azul me da un mohín como respuesta y un segundo después saca su lengua como niña pequeña…

Un pensamiento retuerce mi pecho —sus besos— y al instante sé que debo renunciar a ellos. Valen demasiado como para intentar canjearlos con los míos, e intentar robarlos me puede costar lo poco que tengo.

— ¿Qué haces? —finalmente me doy cuenta del reguero de arcilla y cartón que tiene sobre la mesa— Deja eso, vamos, amiga, un helado para celebrarlo

— No puedo, Mateo, tengo que terminar el trabajo de Diseño

— ¿Pero no deberías entregarlo hoy?

— Mañana es el último día, tengo hasta mañana para eso

Esto está muy raro.

— Agradezco haber ganado pues ahora tengo la asignatura convalidada pero… ¿por qué no te presentaste al concurso? Todos sabían que estabas trabajando para ello.

—¡¡No estaba perfecta!! ¡¡Tenía que estar totalmente perfecta!! —responde totalmente tensa

—¿Perfecta…?

—Sí, estoy usando el método tradicional, en vez de usar el AutoCAD estoy haciendo una maqueta —responde un tanto avergonzada

— ¿No crees que es muy arriesgado? —le pregunto con tacto, no sé por qué pero esto parece un tema demasiado delicado.

— No, Mateo, tengo que hacerlo, tiene que ser excepcional y perfecto… no lo entiendes —expone en un susurro desviando los ojos

—Explícamelo entonces… —le pido igual de bajo y cubro su mano con la mía.

—Sé que es una locura pero es importante para mí, por favor no te rías —pide aún sin mirarme, yo callo —verás, mis padres son arquitectos, reconocidos arquitectos… cuando vivían aquí eran compañeros de trabajo de Martinez, el profesor de diseño. Apareció una oferta de trabajo por la cual ellos y otros compitieron. Mi papá fue seleccionado y luego le consiguió trabajo a mi mamá en la misma empresa —hace una mueca— se fueron ambos...

No sé por qué, pero tengo esta intuición que me dice cómo termina esto.

»No volvieron, se quedaron, “todo por mí, por mi comodidad”; pues bien, gracias por nada, yo odio su “sacrificio” Así que me he propuesto triunfar por mis propios medios para no depender más de “eso” que me quitó a mis padres —suspira profundo, y a mí también me duelen como no se imagina sus palabras — No lo hice nada bien hace un tiempo… y sé en serio que soy egoísta, que debería estar agradecida porque nunca nada me ha faltado pero… —se corta y sé que se está guardando algo —solo, todo en mí se revela, ¿sabes? y ser fuerte y ganar es el único modo que tengo para no desarmarme. 

»El profesor Martinez es un reto, él es muy estricto, especialmente conmigo; todo el tiempo vive chinchándome sacando a mis padres…; así que ganarle a él, hacer lo máximo, lo perfecto, es el modo de demostrarme que puedo triunfar, que puedo lograrlo, que puedo hacerlo… sería como ganarle a mis mismos padres...«

Termina y finalmente me mira, juraría que asustada, esperando. Tengo tantas ganas de abrazarla y decirle que le dé la espalda a todo el puto universo; pero ese soy yo, Azul no es eso, ella se enfrenta donde yo me escondo, y la admiro por eso.

Sé que lo último que quiere recibir de mí ahora es un sermón o que la haga sentir débil ofreciéndole consuelo.

Me obligo a sonreír antes de afirmar

— Entonces manos a la obra; eres la mejor, puedes hacerlo…

Azul sonríe y yo sólo pienso:

¿Cómo podemos ser tan iguales y diferentes al mismo tiempo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.