Tú, Yo y los Besos

21- Azul

Okey ¿Qué está pasando? ¿Por qué todos a mi alrededor están corriendo? ¿Habrá llegado el Apocalipsis? ¡¡Ay no!! ¡¡Vino el rapto y me iré al infierno!!

Espera... ¿no era que los niños eran salvos? Si es así ¿por qué todos los que pasan corriendo por nuestro lado tienen entre 6 y 14 años?

¿Será que son demonios y ya estoy en el Infierno? ¿Y por qué Mateo está tan tranquilo viendo pasar a ésta estampida de demoniños?

— Llegamos... —Okey... Esa es mi señal para correr en sentido contrario— Tranquila, Azul, es un hogar de niños sin amparo filial...—espera...¿qué? —van corriendo así porque vienen de la escuela y quieren ser los primeros en almorzar.

— Me niego a ser yo el almuerzo…

Mateo se ríe a carcajadas.

—Estás a salvo, Azul —me dice aun riendo justo antes de repasarme de pies a cabeza con cierto brillo malicioso en los ojos— ninguno de ellos se ha desarrollado lo suficiente como para ver lo deliciosa que eres…

¿Eso es una indirecta? Parece que mi cerebro no tiene dudas porque mandó la señal “sonrojar” a mis cachetes.

Mateo se ríe más fuerte. ¡Venga ya! ¡Que alguien me mate! ¿Qué más bajo puedo caer este día?

— Vamos, pasa, aquí encontraremos todo lo que hace falta para rearmar tu maqueta, además de ayuda extra.

Lo mejor de perderlo todo es precisamente que ya no tienes nada que perder, así que ¿qué más da? Entremos por la madriguera del conejo,  ¡¡sigamos a Mateo y sus planes de Loco Sombrerero!! Igual creo que yo ya perdí la cabeza…

***

— Los odio, niños genios —y lo digo en serio, ¿por qué yo no puedo ser así de buena?

En vez de en el infierno estoy en el olimpo ¡¡y estos gemelos son minimusos de la artesanía!!

— Es que era sosa y aburrida —grita muso uno —yo no iría a un parque con tema histórico. Necesitabas algo más supersónico

Se ha vuelto una guerra campal para que no me desbaraten totalmente el proyecto y aún me sirvan los cálculos de materiales, análisis de estructura, diagrama en planta etc.

En fin, las mismas áreas, los mismos materiales, el mismo peso… pero sustituyendo las “feas” figuras de héroes por personajes inventados de un mundo mágico que tiene el fin de desarrollar la agilidad mental y la imaginación, o algo así dicen los mini-genios

Trabajamos como locos, a mi alrededor tengo un montón de pequeños y extraños instrumentos que jamás pensaría que existieran.

Mateo y yo vamos revisando y comprobando los cambios en los softwares y en el programa escrito; y más y más tazas de café pasan por mi cabeza.

No he tenido tiempo para intentar entender cómo Mateo se mueve tan confiado en este lugar de niños tan extraños...

Unos minutos después de que llegáramos un pequeño de unos 10 años se acercó a hablarle al oído a Mateo, éste en respuesta le dio su teléfono y el niño finalmente se fijó en mí y en mi trabajo a través del video

—Este es Alex —explicó Mateo —le es un poco difícil aceptar los cambios y a los extraños; pero tu maqueta parece llamarle suficientemente la atención como para querer enfrentarte

—¿Y siempre es así?

— No, cuando se acostumbra a una persona, rutina o lugar es normal, aunque un poco callado… no obstante, para enfrentarse al cambio prefiere analizarlo todo a través de una cámara, como en la peli “mi nombre es khan” ¿la has visto? La vio y cree que funciona, por eso lo usa ante situaciones que no sabe cómo manejar.

—¿Tiene el síndrome de Asperger?

— La verdad no lo creo… A veces hay cosas del pasado que nos marcan de formas que la ciencia no puede explicar…—comenta Mateo con demasiada propiedad como para no darme cuenta de que el tema le es muy personal— Alex encontró en esta técnica la confianza para seguir adelante

¿Y tú, Mateo? ¿También estás atascado en algo? ¿Tu pasado también te limita y amarra? ¿Has encontrado tú el método de zafarte?

¿La has encontrado tú, Azul? —la autocrítica manda un pinchazo a mi pecho, si antes su sola mirada me hacía sentir descubierta de algún modo, convivir con él ha desenterrado un montón de dudas y sueños que me han obligado a ver más de cerca las pequeñas grietas que persisten tras mi pasado.

***

Mariposas... un montón de ellas bailándome dentro, suave y firme al mismo tiempo, protector, seguro, reconfortante, cálido... ritmo constante de un corazón que me seduce y envuelve...

¡¡Mi Maqueta...!!

Me despierto de un sobresalto y descubro que apenas puedo moverme. Estoy medio sentada entre las piernas estiradas de Mateo, recostada sobre su torso, mi mejilla apoyada sobre su corazón hace solo unos segundos, mis brazos medio flexionados a ambos lados de su cuerpo, y mi respiración perdida en algún lado de mi pulmón derecho...  

Parece que en algún momento, bien entrada la madrugada, nos ganó el sueño.

Mateo aún duerme reclinado en el reposabrazos del sofá; sus brazos extendidos se entrelazan por sobre mi cintura encarcelándome en ellos.

Me quedo viéndole, embobada por sus rasgos que se me antojan imperfectamenteperfectos, y esta extraña añoranza por lo que no tengo, vuelve a calarme por dentro.

—Hola… —me saluda y se le escapa una mini-sonrisa al descubrirme espiándolo, vuelve a cerrar los ojos y me aprieta un poco más contra su cuerpo

Quisiera hablarle pero me asusta mi aliento mañanero. Me remuevo un poco para que me suelte y me reincorporo, el ambiente de intimidad persiste y no puedo evitar sentirme ansiosa y nerviosa al mismo tiempo.

— Este… ¿el baño? —le hablo ya desde más lejos

— La segunda puerta a la derecha. En la bolsa que está encima de la mesita María te puso un cepillo de dientes, una toalla, un par de chancletas y una muda de ropa por si quieres cambiarte

¡¡Oh no!!! Cierto, ¡¡mi ropa huele a popó de pájaro!!

No lo pienso más y salgo corriendo hacia el baño.

Cuando salgo, Mateo está cambiado y bañado. Entiendo que por mi complexión física me sirva la ropa de alguna niña gruesa de 14 años, pero... ¿Mateo?




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