Tú, Yo y los Besos

34- Azul

¡¡20 minutos!! No lo puedo creer... He tardado 20 malditos minutos en llegar al hospital.

Alcanzo a ver a un Alex nervioso ¿Con un puncho en la cabeza?

—¡¡Hola!! ¿Viste hacia dónde fue? —vale, discúlpenme, pero no tengo neuronas para tener tacto justo ahora

Alex toma mi mano y sale corriendo, le sigo y mientras lo hago caigo en cuenta de que Mateo me mata si pongo en riesgo a Alex

Cálmate, Azul, ya fracasaste una vez en tu intento de héroe; esta vez no puedes fallar, tienes que hacerlo.

***

Llegamos a un callejón cerrado y apestoso lleno de contenedores de basura, incluso hay una pared al fondo donde están uno arriba de otros.

Aquí no hay más camino, ¿qué pudo haberse hecho?

Miro hacia arriba buscando una escalera de incendios o algo cuando lo escucho, un ruido amortiguado detrás de los contenedores, golpes y quejidos...

Me llevo la mano a la boca para ahogar un gemido.

Dios ¿Qué hago? ¡¡Si es él lo están matando!!

Alex vuelve a tomar mi mano con la cámara del teléfono de Mateo grabándolo todo.

Camino con él hacia los contenedores, entonces veo que entre uno de ellos y la pared hay una brecha suficiente para que quepa una persona de lado

La atravesamos tocándonos con otra fila de contenedores, esta vez Alex señala la otra esquina y le detengo, los golpes se escuchan más cerca, empiezo a temblar de pies a cabeza, camino despacio y me asomo un poco por la brecha.

Se me salen las lágrimas y tengo que taparme la boca con fuerza al ver el cuerpo de Mateo caer de rodillas al suelo.

“¡Trébol!” —se me enfría el alma al reconocer al que lo está golpeando.

El corazón me late en los oídos y siento que me mareo.

No, no, no… no puede ser que el estúpido juego al que accedí sea el que haya desembocado todo esto, que desde el principio me hayan utilizado para hacerle daño.

Piensa rápido, Azul, ellos son 3, tú una sola y tienes bajo tu responsabilidad a Alex...

Un plan estúpido es lo único que se me ocurre; pero dadas las circunstancias, tengo que intentarlo.

Agarro mi teléfono y ando en él por unos segundos, intercambio con Alex el mío por el de Mateo y le hablo

— Escucha, pequeño, esto es lo que haremos...

***

Tres minutos, solo tengo 3 minutos y todo tiene que cuadrar perfecto.

Espera un segundo más, Azul, solo un segundo... —me repito

Pero al ver como “Trébol” se pone la manopla no soy capaz de aguantar más y salgo.

— ¡¡No te atrevas a tocarlo!! —chillo

Todos se quedan petrificados por un momento, Mateo se pone totalmente blanco del pánico.

—Azul... —balbucea Mateo y Trébol reacciona estallando en una odiosa carcajada

— Hola, Azul, nos vemos de nuevo —se me acerca de forma pausada— Creo que me debes un pequeño favor de nada… —señala con la cabeza a Mateo— no creo que le importe, después de todo un catador no tiene sentimientos…

—Idiota, si te atreves a tocarla juro que te mato... —Mateo se remueve pero lo tienen fuertemente maniatado contra el suelo.

—Ouch, que interesante... Va a ser que nuestro catador sí que tiene sentimientos; o la pequeña pilluela sí que se le metió en la cabeza— canturrea y yo estoy temblando, solo puedo pensar en que estoy ganando algo: tiempo. —Me pregunto qué estaría dispuesto a hacer por ti, pequeño ángel— continúa acercándose— no trajiste el cuaderno… ahora solo tienes que ayudarme a “motivarlo” para que “vuelva a casa”

Rompo la botella que tengo en mi mano derecha contra la pared a mi espalda al ver que extiende su mano hacia mí e incluso llego a rozarle el brazo.

Retrocede y me posiciono amenazándolo con ella.

Mateo empieza a maldecir y a forcejear para soltarse...

Sé que no debo distraerme ni mostrar torpeza o nerviosismo; la tensión del momento me ayuda

— Vaya, con que la putita tiene garras —comenta Carlos al acecho, entrecierra los ojos evaluándome

— Acércate y verás cómo duelen —amenazo con convicción

Una lenta sonrisa va ganando terreno en su rostro y vuelve a reírse esta vez en serio...

Un escalofrío recorre mi espalda... ¡¡me recuerda al Joker!!

—Me agradas, sabes... Es una lástima que nuestro querido Mateo te haya metido en esto... —por un momento sus palabras me parecen extrañamente sinceras pero no tengo tiempo de pensar en eso.

Ya casi es hora… 3,2,1… se escuchan las sirenas de la Policía.

Vuelvo a respirar cuando veo el desconcierto y el pánico en sus rostros

—Por cierto, llamé a la policía y les di instrucciones específicas de cómo llegar a este antro… —levanto el teléfono con la otra mano.

—No tuviste tiempo para eso…—dice retrocediendo como si se estuviera convenciéndose a sí mismo

—No tienes ni idea de desde hace cuánto tiempo estoy observando….—le digo manteniendo mi rostro de guasa mientras un sudor frío baja por mi espalda

Por favor que se vayan, que se vayan...

Aguanto un poco más mientras las sirenas se escuchan más fuertes; “Trébol” me mira una última vez antes de asentir con una sonrisa y salir corriendo, los demás sueltan a Mateo y lo siguen por otro vericueto en sentido contrario.

Me dejo caer al suelo cuando ya no los veo, el cansancio de las últimas 24 horas pasándole factura a mi cuerpo…

Casi al instante Mateo me jala del brazo.

—Azul, anda, muévete, no pueden encontrarnos aquí a nosotros tampoco —me dice yendo también por donde se fueron los otros…

—Espera…—reacciono y lo jalo hacia el sonido, Mateo se resiste —confía en mí, por favor, vamos…

Nos acercamos hacia el pequeño tanque donde está escondido Alex.

Un celular me recibe por uno de las rendijas laterales. El chiquillo es valiente, desde su posición confirmo que se podía ver todo.

—Todo salió bien, somos nosotros, sal ya —le digo con una gran sonrisa en el rostro

Alex sale y ante la atenta mirada de un sorprendido Mateo le quito mi teléfono apagando la alarma de sirena de policía que había programado antes.




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