Tú, Yo y los Besos

49- Azul

Si me quieres, quiéreme entera,no por zonas de luz o sombra…(…)
Si me quieres, no me recortes ¡Quiéreme toda! O no me quieras”
Dulce María Loynaz

Azul

— No eras tú, ¿no es cierto?

Vale, reconozco que me está dando miedo, un muy irritado y extrañamente desaliñado Adán me tiene retenida por el brazo, reprochándome que lo haya engañado...

—Pero yo no fui… —argumento en apenas un susurro

—Pero yo sí; por lo tanto estás en deuda conmigo

La sombra bajo sus ojos junto al golpe verdoso que rodea uno de ellos hace más intimidante sus palabras.

Siempre pensé que era un chico intachable, sobre todas las cosas respetuoso; pero visto lo visto, estar en deuda con Adán es un graaan problema.

Toma un segundo buscando algo sobre mi cabeza y aprieta con fuerza la mandíbula cuando parece encontrarlo

— Me cobro ahora mi deuda —sisea entre dientes con su vista aún fija más allá de mi cabeza…

Ni por la mente me pasa intentar descubrir qué es lo que mira con tanto odio

Cierro los ojos y me encojo de forma involuntaria cuando veo que clava su vista en mi rostro

— ¿Azul? —llama mi atención tomándome de forma suave por los hombros —tienes que mirarme, no te haré daño, solo tienes que dejar que te de un beso…

Espera… ¡¡¿Qué?!!

Mi mente empieza a armar mil teorías sin éxito. Un solo pensamiento permanece

— Pero es que te huele el aliento… —argumento como una niña pequeña; soy tan patética

Adán sopla de forma brusca sobre mi rostro y me invade un suave y agradable olor a menta con algo aún más agradable que supongo será propio de él

Vaya, eso es muy extraño...

— No me huele, Azul… ¡Maldita sea!

Mi cerebro se esconde aterrado detrás de mi nunca por lo que solo puedo ver su rostro cada vez más cerca...

El beso parece inminente cuando sus labios están a milímetros de los míos

Haz algo, Azul, vamos reacciona, reaccio…

Un fuerte tirón me arranca de forma brusca de los brazos de Adán y unos labios inmisericordes capturan como grilletes de acero mi boca mientras un brazo de hierro me troza prácticamente la cintura antes de soltarme tan rápido que trastabillo hacia atrás y casi me caigo.

Mis labios reconocen el sabor familiar del beso, pero mis ojos se rehúsan a reconocer la figura atlética que está compartiendo puñetazos con Adán en el suelo...

¿Mateo?

Mi cerebro hace clip al comprender las consecuencias de lo que está pasando aunque no alcanzo a entender el motivo.

Tengo que detenerlos, y rápido

Trato de acercarme al manojo de cuerpos y brazos que se retuercen pero el codo de Mateo al volver a estar arriba e impulsarse para golpear a Adán impacta contra mi costando dejándome sin aire por un segundo.

Los demás están tan sorprendidos que me alegra ver que ninguno ha pensado en sacar un teléfono.

Miro a mi izquierda y no lo pienso dos veces, entro al cuarto del conserje agarrando lo primero que encuentro.

Salgo gritando como una vikinga, asestando golpes sin piedad al enredo de cuerpos en el suelo con el trapeador que manejo como el martillo de Thor golpeando al primero que se cruce en mi camino.

Adán y Mateo se separan azorados cubriéndose con los brazos

— ¡¡Tú!! ¿Estás Loco? Podrían expulsarte del equipo por esto… —señalo a Adán amenazándolo con mi “arma” —¡¡busca otro modo de resolver tus problemas y no me metas en esto!!

—Te voy a matar... ¿Cómo se te ocurre dirigirle la palabra si quiera? —truena Mateo; detengo su avance con mi mazo cavernícola

—Y tú ¿Se te fue la olla acaso? Que esto te puede meter en “serios problemas” —remarco las palabras para que me entienda…

¡¡Que hace nada salió de un proceso penal!!

El murmullo de los estudiantes es mi señal para conectarme inmediatamente en otro canal: ¡tenemos que salir corriendo! No podemos arriesgarnos a un análisis y es cuestión de segundos que algún profesor se acerque además de que existe la posibilidad de que hayan llamado a la policía…

Si salimos ahora podremos correr con la suerte de que ninguno de los presentes diga nada o que al menos no pase más que de un chisme de pasillo.

Me aviento contra Mateo halándolo del brazo para que se levante, cuando lo hace salgo corriendo arrastrándolo.

No sé si es inteligente, lógico o verdaderamente necesario esto pero siento la necesidad de poner distancia entre nosotros y la escuela…

Para cuando llegamos a su apartamento las preguntas sin respuestas empiezan a caer en mi cabeza una sobre otra.

¿Por qué hizo esto? ¿Por qué reaccionó de modo tan exagerado?

Para cualquier observador Adán y yo éramos solo una pareja dándose mimos en medio del pasillo aunque no era precisamente eso…

Mateo y yo no somos nada, él ha dejado claro que solo somos amigos… entonces qué…

—¿Qué sientes por mí? —le pregunto, es más le exijo una respuesta




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