Tú, Yo y los Besos

53- Mateo

«Yo también te amo»

La familiar letra cursiva nunca me había parecido tan hermosa.

Suspiro con placer dejando que mi espalda caiga otra vez en la cama.

No sabía que las mejillas podrían doler de tanto sonreír

"Novia" ¿Pueden creerlo? ¡¡Mateo Adams tiene novia!!

— Mi novia... —me deleito saboreando las letras en mi boca.

Igual me aseguraré de preguntarle aunque, ¿Cómo se le pregunta alguien si quiere ser tu novia?

Bueno, para toda la Universidad ya lo es desde hace bastante tiempo y para mí también, al menos desde anoche... Espero que ella lo haya entendido del mismo modo

¿Y si...? —me basta con volver a ver la hoja doblada a la mitad sostenida por sus bordes para desechar todo pesimismo.

Quizá en principio me lo ponga difícil pero no voy a rendirme, por primer vez en mi vida estoy dispuesto a luchar por algo, y obviamente, solo puede ser ella…

Azul Vega oficialmente es mi novia; aunque todavía no lo sepa

— Por cierto... ¿dónde está mi novia?

La busco por todo el apartamento y no encuentro rastro de ella

Okey, Mateo, deja la paranoia, hoy tenemos examen, de seguro se fue bien temprano para pasar por su cuarto y conferenciar un poco, aclarar dudas de última hora y esas cosas que acostumbran a compartir los otros...

Me preparo con prisa.

Aunque es temprano y mi apartamento está ridículamente cerca de la Universidad tengo muchos deseos de verla.

Miro por última vez la nota: «yo también te amo»

Recuerdo perfectamente cuando confesé la noche anterior que la amaba, y aunque nunca antes haya amado a nadie, el sentimiento es tan certero que me siento todo un experto al respecto.

Cojo con cuidado la nota como si temiera se deshiciera con mi tacto y la guardo como si de un talismán se tratara.

Ella también me ama... —pienso sonriendo como un tonto mientras salgo.

Tengo una misión: arrancar a besos un «yo también te amo» de la boca de "mi novia"

***

Okey, es oficial, me estoy preocupando, solo faltan 4 minutos para que comience el examen y ni rastro de ella.

Por primera vez en mi vida me estoy comiendo las uñas... ¿Y si no llega?

No, imposible, Azul es muy responsable y competitiva con la escuela ¿Qué puede significar que no venga? ¿Le habrá pasado algo?

Empiezo a sudar frío ante la idea de que algo malo le pueda haber pasado, le he preguntado a los demás pero ninguno la ha visto, tampoco he visto a Celia.

Pienso en correr hacia la residencia y desecho la idea, si coge un camino diferente al mío podemos cruzarnos sin vernos...

Mi corazón empieza a latir con fuerza, el tiempo pasa demasiado rápido y aún no llega...

Estoy tan atento a la entrada del docente que casi me caigo cuando alguien choca contra mi hombro.

— ¿Estás satisfecho, Rey Mono? —sisea Laura o más bien su orgullo herido; juro por lo más sagrado que no la entiendo —escuché que se fue con sus padres para España...

No, es una broma, eso no puede ser cierto... Ella me prometió que no se iría, pasó la noche conmigo, en mis brazos, y me dejó una nota diciendo que me amaba...

Me olvido del examen, de todo; salgo corriendo, buscando la fuente de información más cercana.

-— ¿Dónde está Azul? —le pregunto a la chica no más irrumpir en el aula de primero de periodismo

No soy capaz de escuchar las protestas y amenazas del profesor, solo tengo ojos para la chica pálida que tiembla visiblemente asustada

—Ana...

— E...e..e...ella, recogió s...su...s ma...maletas es...esta mañana y ssss...eee fue para el aeropuerto...

Sin medir mis actos la levanto a la fuerza de su silla arrastrando la mesa con ella para que salga de detrás del puesto.

Todos se han quedado en silencio mientras tiro de ella para que salga del aula

— ¡¡No juegues conmigo y dime la verdad, maldita sea!! —le grito apenas salimos

La chica se echa a llorar allí mismo.

Rayos, necesito que hable, no que moquee

— ¡¡Tú, idiota!! —me grita... ¿Adán?

El tipejo viene corriendo hacia nosotros con la furia brillando en sus ojos; pero ni se imagina que yo esté más furioso

— ¿Qué buscas? ¿Que te rompa algo más que la nariz esta vez? —le amenazo cuando lo tengo suficientemente cerca

Me lanza un puñetazo que no logro esquivar y cuando voy a devolverle el golpe freno a unos milímetros de un rostro pálido y lloroso que me detiene por el pecho

— De verdad se fue, Mateo —sus palabras logran quitarme el aliento, retrocedo trastabillando hasta apoyarme contra la pared para sostenerme —desde la semana antes pasada lo estaba preparando todo, le mantuvieron la beca hasta el día en el que le tocaba su viaje por no tener familia con la que quedarse y porque desde aquí le era más fácil ir al aeropuerto que desde su pueblo... Esta mañana recogió temprano sus maletas y se marchó; eso es todo, lo prometo.

No ha terminado de hablar y ya estoy corriendo, necesito comprobar que no es cierto...




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