Tú, Yo y los Besos

58- Azul

Me acurruco en el sofá acariciando la hoja con mis dedos.

He esperado hasta la madrugada para volver a intentarlo; no podía hacerlo, no con Matías abrazándome y besándome mientras me preguntaba “¿Qué tienes, mami?” Cada cinco segundos.

Por eso estoy aquí, pidiéndole a Dios que me de las fuerzas para enfrentar esta primera última pelea, tal y como lo ha hecho en los dos últimos años.

Igual lo que esté aquí no es algo que yo pueda cambiar, es solo algo que debo aceptar como un hecho; porque según Laura, lo que sea que haya pasado, pasó hace un año más o menos.

(...)

No puedo cerrar todo esto y comenzar de nuevo sin decirte...

A través de mi madre conocí a Jesús y él es la verdadera luz de los hombres (no tú, Azul, por eso te pido que me perdones) su poder tuvo la capacidad de llegar a las partes de mí que se rompieron hace tanto tiempo.

Pude perdonar, perdonarme, aceptar que en la cruz fueron clavados todos mis pecados; ni te imaginas que alivio significó para mi sentirme absuelto de eso.

Fue mi defensa en momentos difíciles, hasta fui testigo de sus milagros...

Hoy finalmente estoy verdaderamente libre de mi pasado

«Ser otra persona» ¿recuerdas mi deseo? Pues en él pude descubrir quién era yo verdaderamente y aceptar la identidad que me ofrece como su hijo, su siervo, su amigo...

Sí, por primera vez tengo un padre... y una madre... y tú abriste todo eso...

Quiero explorar las otras oportunidades que él me ofrece, eso de amar sin límites e incluso no sé... ser padre.

Quizá me equivoque pero quiero intentarlo; por eso necesitaba esto, para aceptar si ya no estás y seguir adelante...

Okey, de forma general trabajo en una empresa de ingeniería y diseño y me gusta tomar los trabajos de parques temáticos porque me recuerdan a ti el hacerlo

Tengo amigos, me demostraste que no hay mayor tesoro que ellos; por primera vez tengo una familia (vivo con Alex y con mi madre)

Mi número sigue y seguirá siendo el mismo y pues, quiero alcanzarlo todo, o al menos intentarlo, en memoria a la deuda añadida que me otorgaste.

Quisiera saber de ti, si estás bien, y que al menos podamos cumplir la promesa de ser para siempre amigos...

Por favor, escríbeme.

A mi sombra, le hace falta tu sombra...

Sin más,

Mateo»

Una eclosión de sentimientos se me mezclan perdiéndome en ellos.

La calidez de unos brazos me devuelve.

Me giro para recostar mi cabeza en su hombro, y los sollozos se unen al manantial de mis ojos.

Marcos me abraza más fuerte, yo le agradezco en silencio...

— Finalmente vas a ir ¿no? —medio responde-pregunta contra mi pelo

— Sí, tengo que hacerlo

— Siempre tuve miedo de que me dijeras justo eso, pero hoy me alivia escucharlo... sabes —oigo que habla pero no lo entiendo, por lo que me quedo en silencio...

Sonríe entonces como si se estuviera riendo de sí mismo y se separa de mí.

Despeina de forma nerviosa su cabello cobrizo y empieza a hablar hacia el frente, sin mirarme

— No sé cuándo pasó pero... empecé a querer... a soñar con un nosotros —escucho que dice con tono triste —creí que con el tiempo podría suplantar de tu corazón a Mateo, pero lo de hoy me ha demostrado que hasta que no enfrentes tu pasado, hasta que no resuelvas esto, no podré tener la oportunidad si quiera de intentar convencerte para que pienses en la posibilidad de un nosotros.

— Yo no...

— No lo digas, por favor, no ahora —me ruega tomando mis manos —quiero seguir siendo tu amigo a pesar de todo, entiendo que no estas emocionalmente disponible, por eso tienes que ir y resolverlo. No lo sé, quizá soy idiota y al animarte te pierdo para siempre; pero quizá no, quizá con el tiempo... luego... —suspira resignado —vaya, Azul, por favor, solo no me mates eso, por ahora... prométeme que lo pensar después, con calma, si hay espacio para eso... Luego me dices, yo aceptaré lo que sea porque te quiero…

Lo miro a los ojos, esos cálidos ojos azul cielo, su confesión me hace sentir dichosa y culpable al mismo tiempo; porque yo justo ahora no soy capaz de quererlo, o al menos no de ese modo...

Pero quizá es que he estado demasiado tiempo con la cabeza metida en la tierra, sin permitirme ver las cosas maravillosas que tengo al frente; quizá, solo quizá, sea capaz de verlo de otro modo cuando verdaderamente quede en paz con mi pasado...

— ¿Le vas a decir? —me pregunta titubeante

—No lo sé —reconozco

— Creo que si fuera yo, me gustaría saberlo, pero es tu vida...

— Una cosa a la vez, por favor... —me remuevo inquieta en el asiento, me siento insegura ante lo que voy a pedirle — ¿podrías...?

— Sí, no te preocupes; Matías y yo te estaremos esperando y aceptaremos lo que sea que decidas cuando vuelvas...

La tan reconfortante sensación de alivio que me invade cuando le tengo cerca tiene el poder de calmarme.

Por primera vez en mucho tiempo me atrevo a pensar en la posibilidad de un futuro diferente.




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