Tú, Yo y los Besos

60- Azul

Y mientras yo te sienta, tú me serás, dolor, la prueba de otra vida en que no me dolías
La gran prueba, a lo lejos, de que existió, que existe, de que me quiso, sí, de que aún la estoy queriendo.”

No quiero que te vayas, Pedro Salina

Azul
Vamos, Azul, tú puedes, entra ahí, se valiente, te lo debes, necesitas esto…

De un tirón abro las puertas y ahí me quedo, petrificada al final de la senda, absorbida por la perfección de lo que encuentro, perdida en la personificación de mis sueños.

La iglesia está hermosa, los destellos dorados se mezclan como gotas de sol entre los predominantes blancos y verdes; simulando un jardín dorado y celestial en la tierra.

Mis ojos se corren solos, absorbidos por tanta belleza, hasta que lo veo, al frente, y se me vuelve pesadilla el sueño…

Llevo mis manos a mi boca ahogando un gemido entre mis dedos:

Mateo está ahí, esperando —como desee verlo tantas veces —fuerte, elegante, hermoso, perfecto, entero…

Se gira un momento y sus ojos se conectan con los míos; me recorre un escalofrío, mis vellos se ponen de punta justo como cuando sus manos recorrían mi cuerpo...

Tengo deseos de gritar, de correr hacia él, de reír, de llorar…

Intento moverme, retroceder, avanzar, lo que sea… pero descubro que no puedo, me he quedado atascada en el momento mismo en el que se abrieron las puertas y lo vi allí, tan lejos y tan cerca

—Señorita — tocan mi hombro y todo en mí se restalla contra mi realidad

No es a mí, no es a mí a quién Mateo está esperando, no es mi sueño, es de otra el sueño...

—Señorita; por favor, siéntese… va a comenzar la ceremonia

Dejo que me conduzcan como una autónoma, un paso a la vez… hasta dejarme caer en una esquina del último banco…

2 minutos después, empieza la ceremonia…

El mareo y la sensación de asfixia crecen por segundo un poco más, el dolor en mi pecho me obliga a encorvarme en un vago intento de que duela menos

Dios, ayúdame a soportar esto —sé qué debo hacerlo, debo verlo con mis ojos para aceptar de una vez, para arrancarme de a una esto que tengo dentro ¡¡pero como duele!!

Para cuando alcanzo a escuchar el “sí quiero” no aguanto más.

Me levanto como una tromba y salgo corriendo, sin importarme el murmullo a mi alrededor.

La lluvia me recibe mas no me importa, necesito salir de aquí, solo quiero correr lejos de todo esto, solo quiero que pase ya el dolor, que me cure el tiempo...




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