Tú, Yo y los Besos

61- Mateo

Soy consciente a trozos de lo que me rodea, el rápido golpeteo de mi corazón junto a un creciente dolor de cabeza me impiden descifrar los sonidos de lo que sea que estén diciendo.

Me pareció ver a Azul al final de la senda, pero como me siento, no dudo haber tenido una alucinación al respecto.

Al fin es Alicia quien avanza del brazo de su padre por la senda, está hermosa, las diminutas perlas de su escote la enmarcan en un halo angelical acentuado por el blanco de su traje y el efecto de los rubios mechones que enmarcan su rostro perfecto.

No quiso ponerse el velo por delante «para poder ver todos los detalles del día más feliz de su vida» —decía ella, y la verdad es que todo en ella es una visión de la novia perfecta…

Pero no eres tú, Azul…

Solo un pequeño defecto: “no eres tú” y te odio en ese justo momento.

Me odio a mí también por no ser capaz de esconderme aunque hayan pasado tantos años, por ser tan estúpido como para intentar tapar el sol con un dedo y quedar igual irremediablemente insolado...

Sonrío con amargura al darme cuenta que irónicamente aún frente a la supuesta “puerta de salida” no puedo avanzar, por no ser capaz de dejarla atrás

No sé cómo, pero me quedo de piedra al escuchar al Pastor decir:

— Si alguien se opone a esta unión, hable ahora o calle para siempre.

¡¡¡Dios!!! ¿En qué momento asentí?

Porque no me creo capaz de haber dicho que sí… ¿o acaso lo hice sin darme cuenta?

La rabia me carcome, esto es el colmo, —soy tan tonto que ni siquiera estoy realmente presente en mi propia boda. Rayos mi boda… —la desesperación suplanta súbitamente todo sentimiento de rabia o confusión...

Empiezo a temblar visiblemente al tiempo que un montón de palabras tratan de salir a tropel de mi boca:

¡¡Yo!!! Me opongo, me opongo, me opongo... —intento decir —Vamos, Mateo, solo di...

— ¡¡¡Me opongo!!!

Todo se queda en silencio, como si se hubiera detenido el tiempo con una palabra de...

Espera... ¡¡No fui yo quien habló!!

No llegué a decirlo... ¿Azul?

La confusión me invade por un segundo hasta que me impacta el reconocimiento

No; ¡¡Alicia!! ¡¡Fue Alicia quien gritó me opongo!!

La miro, estoy sumamente sorprendido; pero lo que veo me devasta el alma.

Ella está… ¿llorando?

Su mirada suplicante me dice que aunque me ha dejado una puerta de escape desea en su interior que la abrace y le diga que todo está bien, que su impresión sobre mis intenciones es incorrecta, que la amo…

Una sola palabra sería capaz de aflojar toda la tensión por la que vibra de forma casi imperceptible su cuerpo:

«te amo» —nunca le he dicho esas palabras y ella lo sabe

Recuerdo el atisbo de tristeza en sus ojos cada vez que me lo decía esperando escucharlas también en respuesta, y la verdad no sé si algún día seré capaz de decírselas…

No puedo, simplemente no puedo reaccionar como ella desea.

Dios, ella no se merece esto.

¿Soy un cobarde si me echo justo ahora para atrás? ¿O lo fui al esperar hasta este punto para aceptar la inevitable realidad? por haber cerrado mis ojos escondiéndome de mí mismo detrás de ella…

¿Acaso no es aún más de cobardes seguir esta farsa? ¿Acaso se merece que la amarre a mí para siempre condenándola a un amor a medias cuando yo no puedo darle uno entero?

¿Me dejarás libre, Azul? ¿Algún día seré capaz de amar a alguien más?

La rabia empieza a fundir cada una de mis células, nada de esto debía haber pasado, ninguno de los dos debería estar aquí.

Ahora sí que me siento una real m...

—Hey —me habla Alicia y su brazo tembloroso agarra la manga de mi saco

Sus ojos se desvían hacia uno de los cuartitos laterales y capto inmediatamente el mensaje, necesita tanto como yo escapar momentáneamente de todos

Cojo su mano y la guío hacia el cuartito, cierro la puerta al entrar.

Afuera, justo ahora, ha empezado a despertar lentamente el Apocalipsis halla afuera.

Me quedo un momento así, dándole la espalda; de cara a la puerta intentando aclarar mis ideas.

Ja, te acabas de meter en la cueva del lobo Mateo, ¡¡tu “escapada” no ha sido más que un pase directo al infierno!!

— Yo te amo, Mateo, y te conozco, por eso sé que tú a mí no...

Su débil voz me hace dejar mis cavilaciones y me giro hacia ella para confirmar lo que capté en sus palabras…

Si, está irremediablemente triste, pero sus ojos me dicen lo mismo que su voz, aunque hable casi en susurro hay convicción y determinación en sus palabras.

No obstante me siento tan culpable por todo esto...

Sólo espero no haber tenido el poder de congelarle el alma… Alicia es sol, no puede haber claudicado ante una existencia tan insignificante como la mía…

—Yo... —levanta la mano para que me calle y lo hago,

Se ha dado cuenta de cómo me estoy sintiendo y no puedo evitar un pequeño suspiro de alivio al ver calidez y compasión en sus ojos; aun sigue siendo ella.

—Sé que me aprecias, Mateo pero tu corazón no está disponible como para regalármelo... Por mucho tiempo intenté convencerme de que con que yo te quisiera era suficiente para la felicidad de ambos, pero en el fondo sabía tanto como ahora que no era cierto, que ni siquiera daba para obtener la de uno. Para que una relación funcione deben entregarse completamente los dos... ¡¡Y tú no puedes dar lo que no tienes por estar en otro lado!!

Me quedo en silencio, sé que duele pero es cierto; me son demasiado familiares sus palabras, me las ha gritado demasiadas veces el viento...

Se queda mirándome y justo cuando pienso que no tiene nada más que decir añade:

— Era ella ¿no?

¡¡Ella la vio!!

¡¡No puede ser!!

Azul... — sólo recordar su nombre hace que sienta que se está cayendo mi mundo de nuevo...

Se me ha escapado el aire...

¿Le miento? ¿A esta altura para qué?

Con un esfuerzo sobrehumano, asiento.




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