Tú, Yo y los Besos

Tres años atrás

Bajo estas piedras me permití perder por primera vez, y lo hice, morí por un momento, hasta que el sonido ahogado de su voz me sorprendió por completo:

— Cuando no tengo motivos para quererte, es cuando me doy cuenta de que en verdad lo hago....

— ¿Como qué me quieres? —pregunté cautelosa, mi corazón latía desbocado y la expectativa crispaba todas y cada una de mis articulaciones.

Levanté la cabeza para verlo a los ojos

— No sé, de todas las maneras...como persona —me dijo con una chispa juguetona en sus ojos

Me pudo el desaliento

— No tienes que decirme eso para hacerme sentir mejor solo porque me haya confesado —le recriminé un poco enfadada —te ruego, por favor, que seas sincero

— No me hacía falta saber si sentías algo por mí o no para hacer lo que tengo pensado —aclaró— igual si no me hubieras querido antes ni ahora, tenerte otra vez frente a mí es una oportunidad que no pensaba ni pienso desaprovechar para decir lo que no debí ocultar hace tanto tiempo. No te necesito en mi vida, Azul, pero te quiero en ella.

— ¿Y tu boda?

— Ya que te fuiste y no quisiste salvarme oponiéndote, pues yo mismo lo hice, ¡¡grité me opongo!!

¡¡Me quedé sin palabras!!

Se rió

— No fue tan así, aunque pensaba hacerlo; pero Alicia se opuso por mí

— ¿Alicia? —pregunté confundida, por la invitación recordé que era el nombre de la novia

—Si... luego te cuento

—Tengo miedo... —reconocí al fin

—¿Por qué?

—Porque te quiero más, porque te quiero demasiado, porque te amo... porque perdí y no voy a ser capaz de defenderme de ti...

—Entonces no lo hagas... no te defiendas; confía en mi... espéralo todo.

«Todo»

Mi corazón brincó de dicha o de pánico al sondear lo que podía significar eso

—Soy tonto —continuó —como vez cometeré muchos errores, pero te amo.

No me lo creo, es demasiado...No sé cómo procesarlo — pensaba— han sido tantas las veces que creí...

—¿Es sólo cosa de hoy? ¿de este lugar? ¿de este momento? —pregunté contrariada —¿Acaso nos quedamos envueltos en la magia de estas rocas donde los amores imposibles juegan a ser eternos?

— ¿Me estas pidiendo algo más...? —sonrió como antes ¡Una sonrisa luminosa, “mía” y sincera! —¿Que me ofreces por ello?

El corazón me latió como loco gritándome con todas sus fuerzas que era real ¡Que era cierto!

— Un beso —se me escaparon de forma autónoma las palabras, como si me hubiera transportado a otra época dónde éste era nuestro juego

— ¿Tanto valen tus besos? —preguntó de forma pícara y me vibró el alma al reconocer a mi Mateo

—No sé... ¿Probemos? —me atreví a jugar, cediendo a la desesperada valentía que tomó control de mi cerebro

Noté que él también recordaba nuestro primer beso y la añoranza hizo que me hormigueran los labios. .

Sus ojos recorrieron lentamente mi rostro desde mi frente hasta mi barbilla, la nostalgia y la duda mezclándose en ellos.

Sus dedos se unieron a sus ojos en el reconocimiento, dibujando con ellos el contorno de mi cara, mi nariz, mis labios... ahuecó mi mejilla con su palma y yo me incliné ante el cálido contacto.

— “Ella es como una copa; quebrada quizá; pero siempre llena, mortal y peligrosa. He visto en sus bordes filosos ciertos residuos de mis propios miedos; pero justo ahí se acaban las similitudes y comienzan las diferencias: Ella lucha por superarlos mientras yo me escondo con ellos. Por esa razón, la respeto, me gusta, me intriga y la odio…”

El recuerdo de la descripción descrita en su cuaderno me creó un nudo en la garganta, llevé mis manos a la suya y reconocí bajito uno de mis secretos.

—Tú eres mi fantasma y mi mayor temor, Mateo.

Me vio otra vez, o yo lo vi a él, el alma herida, los sueños rotos...

—Y tú el mío, Azul —se acercó más— tú eres mi condena, mi fantasma, mis miedos...

—¿Amor o odio...?

Se acercó y empezó a repartir suaves besos por mi frente, mis ojos, mi nariz; hasta pararse frente a mis labios para soplar sobre ellos. 

Me bebí con desespero su aliento, cortando de a una la distancia hasta fundirnos en un beso.

Se me escaparon lágrimas de alivio cuando reconocí mi hogar en la calidez de sus besos.

Tierno, apasionado, vital, desesperado, necesario, violento, mágico, regalo, milagro... —todos los dones y secretos en un solo beso

Apoyó la frente en la mía y se relamió los labios cuando nos separamos

—Soy muy avaro, tendrás que pagarme diario.

— ¡¡Los amigos no se besan!!

Quería más, no me valía sólo lo que quisiera ofrecerme

— Entonces se más —me dijo entrelazando besos y palabras —se mi cómplice, mi compañera, mi novia, mi mujer, mi esposa, mi amante, la madre de mis hijos, mi alma gemela... Mi primer y único amor —se detuvo

Supe que le dolía pensar en todo por lo que pasamos y a mí me asustó pensar en cómo reaccionaría cuando descubriera mi secreto

—Te amo, Azul — continuó de forma seria —siempre lo he hecho; desde antes... Pero tuve miedo, miedo a no poder hacerte feliz, a destruirte, a perderte...

»Por eso aposté por sólo amigos, lo creía una base más segura que el amor; fui egoísta con los dos, contigo y con mi corazón, decidí ignorar tus sentimientos y enterrar los míos jugando a que no era consciente de ellos porque no podía... No podía dejarte ir, tampoco podía arriesgarme a apostar por algo que pudiera luego no funcionar, no estaba dispuesto a perderte cuando lo arruinara.

»Me creí lo de "...pero los amigos son para siempre" Ja, irónico, igual te perdí. No obstante yo estaba demasiado roto para amarte bien; te necesitaba en mi vida, Azul, te me volviste vital, sabía que no podría comenzar de nuevo, volver a estar sólo, mi corazón estaba tan en tus manos que tu más mínimo movimiento tenía el poder para hacerlo pedazos...

»Cuando te fuiste sentí que moría, pude hacer míos los versos del poeta: "... Nunca he muerto (es la primera vez) pero supongo que así debe ser"(2) y te odié, lo reconozco...«




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.