Tulipanes para Noah Libro #1

CAPÍTULO 6 - EL CASTILLO DE NAIPES

CAPÍUTLO 6 – EL CASTILLO DE NAIPES.

 

No tenía nada de especial. Nada de nada y el reflejo que me regalaba el espejo me lo hacía saber. Ni demasiado busto, ni demasiado trasero, el vientre demasiado plano, los huesos demasiado marcados, el pelo demasiado largo y completamente virgen de un color chocolate. Los ojos un tanto rasgados marrones que madre decía que me daban un aspecto exótico.

¿Qué quería decir con exótico? Nunca lo supe.

Era la primera vez que iba a salir sin Noah y yo aún no creía estar lista. Pero verme bien era casi mi principal exigencia. Por sus padres y los míos, por Marlene y Víctor que se empeñaban en hacer amenos mis días.

Y por Anker. Esa vocecita de mi mente no paraba de decir su nombre. Negué con la cabeza una y otra vez intentando disipar esos pensamientos. Ya había tenido suficiente de él, de su intento desesperado de llamar la atención. Anker debía hacer su duelo y yo el mío pero separados. Debía dejar de preocuparme de él, no éramos nada. Solos dos conocidos con un muerto en común.

La palabra muerto aún hacía escocer mi interior.

¿Podría algún momento volver a ser feliz? ¿Sin Noah? ¿Era posible?

El sonido de la puerta no me dejó seguir por ese hilo de pensamiento.

–  Pasa – le dije a quién sea que esté tocando. Aunque creía que era mamá ya que padre estaba trabajando.

–  Permiso – efectivamente era mi madre –  ¿puedo?

Mi madre entró y me miró. Estaba únicamente en ropa interior mirándome al espejo. Sobre mi cama, un montón de ropa.

–  ¿Saldrás? – pareció emocionada aunque yo puse una mueca de disgusto. – Vaya… ¿y qué te pondrás?

La vi rebuscar entre toda la ropa hasta dar con un vestido negro que me iba a mitad del muslo. Lo tomó entre sus manos y de atrás me lo puso sobre el cuerpo para que pueda ver cómo lucía.

–  Siempre me gustó como te quedaba este vestido ¿Por qué no te lo pruebas?

Mi memoria me jugó una mala pasada y me llevó al momento en que usé ese vestido por primera vez. Noah había insistido en ir a ver una banda de rock indie a un antro que apestaba a sudor y cigarrillos. Pero ella estaba tan feliz…

–  No hagas eso, Andy.

Me di cuenta que había cerrado los ojos cuando los tuve que abrir al escuchar la voz de mi madre cerca de mi oído.

–  ¿Hacer qué?

–  Ir siempre a los recuerdos que tienes con ella. Mira… –  mi madre volvió a agarrar el vestido y se sentó en mi cama mientras yo seguía aún parada – hoy todo los recuerdos son dolorosos. Te llevan a algún instante donde fuiste feliz con Noah y eso está bien. – Sé que le está costando esta conversación tanto como a mi escucharla. – Y no importa cuántas veces me digas que estás bien, soy tu madre, sé que no lo estás. No ahora. Ni ayer y quizá tampoco mañana lo estes. Pero va a llegar un momento que Noah sea una memoria feliz dentro de tu cabeza.

–  ¿Deja de doler en algún momento? – pregunté ya cansada de siempre hacerme la misma pregunta.

–  Sí, hija. Va a llegar un momento en que debes dejarla ir. Y vas a estar lista. Eres fuerte, yo sé que va a ser así.

            A veces sentía que Noah iba a volver. Era un pensamiento ridículo, lo sé. Pero creía que iba a entrar un día por la puerta de mi cuarto y se iba a tirar encima de mí mientras dormía y se iba a recostar mirando las estrellas de mentira que había en mi techo y me iba a contar algún sueño que tuvo y yo me iba a reír de lo delirante que era. La realidad de saber que eso nunca más iba a suceder hacía revolver mi estómago al punto de querer vomitar todo.

            –  ¿Andy? – Alexa me preguntó luego de un par de minutos en silencio donde yo me ponía el vestido negro y daba media vuelta en el espejo para ver que me quedara lo mejor posible.

            –  ¿Mmh?

            –  Se que no se llevan bien, pero… me preocupa Anker.

            –  ¿Por qué? – pregunté de forma desinteresada. Iba a salir, quería tener una noche lo más normal posible con los únicos dos amigos que me quedaban y no iba a permitir que el nombre de Anker arruinara todo.

            –  Porque, Andy, él perdió a una hermana.

            –  Yo también, mamá. En el viaje, él estuvo bien. Está bien, mamá – no, no era cierto. Pero no había forma de que yo pudiese ayudarlo. Él debía buscar ayuda como yo lo estaba haciendo ¿Era eso un pensamiento egoísta? No. Anker necesitaba algo que yo no podía darle.

            Mi mamá seguramente esperaba esa respuesta por lo que suspiró, resignada –   Ya, lo entiendo. Sólo que… no dejes que su cabeza se lo termine comiendo.

            No sabía a qué se refería pero prefería dejar zanjado completamente el tema ahí.

            Mi madre ayudó a maquillarme y a elegir el abrigo adecuado. Había terminado justo cuando Marlene me mandó un mensaje diciendo que estaba abajo. Había venido en bicicleta porque esa noche salíamos con el auto que mamá me prestaba. Debíamos pasar a buscar a Victor y dirigirnos al pub que quedaba en el centro de la ciudad.



#26369 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, muerte, primer amor

Editado: 25.05.2021

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