Tulipanes para Noah Libro #1

CAPÍTULO 13 – EL REY Y LA REINA.

CAPÍTULO 13 – EL REY Y LA REINA.

 

            Había llegado la famosa semana de exámenes y la última esperanza de Anker de volver al equipo. Había estudiado al entrenador lo suficiente para saber que la decisión de sacarlo del equipo había sido única y exclusivamente por presión del director. Pese a los episodios de violencia que Anker ha presenciado, jamás su lugar en el equipo había sido cuestionado.

            Anker era el rey y yo estaba ahí para recuperar su corona.

            Sentí que alguien caminaba al lado mío y el aroma de la colonia de Anker me hizo saber que era él.

            –  Entro a rendir en exactamente media hora y siento que no sé nada. Tres exámenes, solo tres exámenes, y vuelvo a estar en carrera. Solo tres exámenes, Andrea.

            Algunas miradas indiscretas se posaron en nosotros. Durante las últimas semanas eran moneda corriente las miradas, los susurros. No me importaba que hablaran de nosotros sino lo que hablaban. Marlene me decía que no le dé importancia pero aún así no podía evitarlo. El hermano gemelo y la mejor amiga de la chica muerta que nunca se llevaron bien, parecían ser amigos. Lo cual era estrictamente cierto. No temía por mí, temía por Anker, que cualquier cosa relacionada con Noah parecía afectarlo y desestabilizarlo.

            –  Yeap. Tres exámenes te separan de reclamar tu corona de rey, Anker. Puedes hacerlo. Y al final de esta semana, pum. Yo volveré a ser parte del pueblo.

            Nos reímos de mi chiste malo. Nos habíamos quedado despiertos hasta tarde la noche anterior preparando el examen de hoy. No iba a fracasar, yo no iba a fracasar. No estábamos listos para el fracaso.

            –  Lo harás bien, Anker. Lo harás extraordinariamente bien.

            A lo lejos vi a Stella, esperándolo. Cuando me vio me saludó a la distancia tímidamente. Ambos nos frenamos para despedirnos, yo dándole el último aliento de suerte antes que él entrara a rendir. Lejos de la entrada del aula, lejos de Stella. No me malinterpreten, no tenía nada contra esa chica que de vista parecía amorosa, pero no necesitaba cargar con ninguna relación más a mis espaldas. Ya con Anker y Mad estaba bien.

            Con el paso de los días me había dado cuenta que Anker había recuperado cierto brillo en sus ojos y eso ya era un gran avance.

            –  Nada de pueblo, Andrea. Si yo recupero mi corona de rey, tú mínimamente tendrás que ser la reina.

            No llegué  a responder porque él se fue. Besó la mejilla de la morena y entró a clases.

           

            El viernes llegó demasiado rápido. Y habíamos dormido tan poco. Anker rendía un examen que si bien no era importante a nivel académico, de aprobarlo cumplía todas las peticiones de su entrenador. Debía aprobarlo y manteniendo todas las otras materias, iba a poder terminar la temporada de básquet y quizá alguna universidad termine fijándose en él. Solo un examen más.

            –  ¿Hace cuánto no duermes, Andy?

            Dejé caer mi cabeza hacia adelante.

            –  Siento que hace meses.

            Marlene masajeó mi cuello mientras Victor reía.

            –  Aquí viene otra vez.

            –  Raro uno, raro dos. 

            Escuché que Anker saludar con esa forma peculiar que tenía de dirigirse a mis dos amigos. Levanté mi cabeza y lo vi esperándome impaciente.

            –  Necesito descansar, Anker. No retendrás más información por leer diez minutos antes. Lo harás bien.

            Intenté sonreírle para que se fuera pero Anker miró a ambos lados y extendió su mano. Me quejé y acepté y él de un tirón me levantó del suelo.

            –  Te esperaremos con litros y litros de café – canturreó Marlene antes que Anker me llevara casi a rastras detrás de una columna.

            Parecía histérico, fuera de sí. Mordiéndose y jugando con el arito de su labio que ya de verlo me ponía nerviosa.

            –  Si no apruebo, no me dejarán entrar al equipo ¿Entiendes lo que eso significa, Andrea? Jugar al básquet es mi vida. Lo necesito.

            Anker caminaba de un lado a otro hasta que lo frené y lo obligué a mirarme. Tomé sus manos y lo obligué a que se enfoque en mis ojos. Estaba tan cansada: de estudiar, del colegio, de Anker y sus miedos, de los míos. Y exploté.  

            –  ¡Basta, Anker! Estás preparado y lo harás bien. Harás el examen y al final del día volverás a ser el mismo Anker, rey de este colegio, ¿entiendes? ¿¡Me entiendes!? – Anker se quedó mirándome. En comparación, era mucho más alto que yo y más imponente. Y bajo su atenta mirada yo me hacía más y más pequeñita de lo que era. Esos ojos verdes eran iguales que los de Noah pero menos cálidos, más turbulentos. Mientras los de Noah eran una laguna cristalina, los de Anker eran agua en altamar. – Perdón, quizá me extralimité. Estoy muy cansada y…

            Pero contra todo pronóstico, Anker me abrazó. Toda su anatomía pegada a mi cuerpo, imposibilitándome cualquier movimiento.



#26369 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, muerte, primer amor

Editado: 25.05.2021

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