Tulipanes para Noah Libro #1

CAPÍTULO 14 – LA BELLA Y LA BESTIA.

CAPÍTULO 14 – LA BELLA Y LA BESTIA.

 

Marlene y Victor me estaban guardando un lugar en las gradas cuando llegué. Les había pedido que me acompañen a este juego y ellos aceptaron sin decir nada.

            –  ¿Por qué llegaron los tres juntos? – cuestionó Victor con un vaso de cerveza en la mano.

            –  ¿Por qué estas bebiendo a esta hora?

            Él se encogió de hombros.

            –  Soy irlandés.

            Marlene me pasó un envoltorio con maní que estaban extremadamente salados.

            –  Anker tuvo un episodio de histeria y Mad me llamó para tranquilizarlo.

            –  ¿A ti? – preguntó mi amiga.

            Esta vez yo me encogí de hombros.

            El partido había empezado y ya habían pasado dos cuartos. Los oponentes eran buenos y no porque yo supiese de básquet. No. Sino porque estaban veinte puntos arriba del marcador. Y nosotros no éramos malos, Mad estaba haciendo un partido increíble pero aún así no era suficiente.

            Noté como Anker movía los pies impacientemente y murmuraba estrategias mientras movía las manos con efusividad. Hasta que el entrenador dijo lo que hace semanas estaba esperando.

            –  Hemsley, ¡tu turno! – al entrenador se lo escuchó bastante enojado, furioso. Debían ganar sí o sí si querían seguir en carrera para los intercolegiales y hasta el momento, estaban fracasando. Nunca estuvieron arriba en el marcador y el ánimo de los jugadores estaba por el piso.

            Cuando Anker se paró y miró a mi dirección. Le sonreí y le guiñé un ojo de repente sintiéndome feliz. Por él y por mí.  

            –  ¿Qué fue eso? – preguntó Marlene confundida.

            –  ¿Qué cosa?

            –  Eso. La sonrisa y el guiño ¿Qué fue eso?

            Pero cuando estoy por responderle que no sé de qué hablaba, Anker anotó un triple magnífico que festejó con Mad. El tanto se festejó como si ya hubiésemos ganado y yo me uní a ese festejo. Cuando me volví a sentar tenía la mirada de mis dos amigos puestas en mí.

            –  ¿Ves? A eso me refería.

 

            Anker hizo un partido excepcional. El público coreaba su nombre cuando el reloj marcó el final del partido. Hizo asistencias, tantos dobles y triples y prácticamente él solo dio vuelta el partido.

            Fue un segundo. Tan solo un momento que en otra época hubiese sido insignificante. Quizá algo molesto pero nada más. Cuando estábamos saliendo del estadio, la voz de las porristas se escuchaba cada vez más cerca y eso hizo que me voltee a ver. La busqué con la mirada, aún con la sonrisa en la boca, hasta que recordé.

            Tanta euforia, aunque sea por un rato, me había hecho olvidar de todo. De por qué estaba ahí festejando un partido que me daba completamente igual, viendo a una persona que meses antes odiaba. Ella no iba a estar en ese grupo nunca más, no iba a verla agitar sus pompones ni la iba a ver volando por los aires. Nunca más iba a ver a Noah como porrista.

            –  Andy, ¿estas bien?

            Marlene me preguntó preocupada pero yo no le respondí y comencé a correr hasta salir al exterior y cuando el viento me golpeó de lleno pude tranquilizarme. Intenté acordarme cómo se respiraba  ¿Cómo algo tan fácil se había vuelto tan complicado? Inhalar y exhalar. Inhalar y exhalar. Unas ganas inmensas de vomitar se apoderaron de mí hasta que a unos cuantos metros divisé un tacho de basura. Expulsé únicamente el maní  que había comido porque fue lo único que ingerí en horas. Y bilis. Nada más.

            Sentí como alguien sostenía mi pelo.

            –  ¿Estás bien?

            La voz de Mad sonó en eco porque yo tenía la mitad de mi cabeza metida dentro del tacho. Me erguí y limpié la comisura de mis labios mientras Mad me extendía una botella de un líquido que parecía jugo de manzana.

            –  Te hará bien. Nos la dan después de cada partido para recuperar energías.

            Mad tenía las mejillas rojas y el pelo pegado a la frente debido al sudor. Una vez que tomé casi media botella se la extendí nuevamente. La sensación de mareo se había ido y las nauseas también.

            –  ¿Qué sucedió?

            Volvió a preguntarme.

            –  Nada.

            –  Andy, dijiste en el auto que no habías comido nada. No puedes vomitar nada ¿Tuviste algún ataque de pánico? A veces te hacen vomitar.

            ¿Por qué Mad sabía esas cosas?

            –  ¿Cómo lo sabes?

            –  Porque a Anker le pasa exactamente lo mismo ¿Qué fue para ti? ¿El partido? ¿La gente? ¿Las porristas? – preguntó cauteloso. Yo asentí a la última pregunta.

            –  No la encontré entre ellas. Ya nunca más la voy a encontrar.



#26369 en Novela romántica

En el texto hay: amorodio, muerte, primer amor

Editado: 25.05.2021

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