Turno Nocturno

Turno Nocturno

Para mí, trabajar en el turno nocturno de un supermercado en medio de la nada es interesante. A veces hay gente rara, situaciones raras. No hablo de fantasmas, hablo de situaciones extrañas que pasan con personas de carne y hueso.

Bien, aquí estamos, en el minisuper, con el desastre de la noche enfrente:

—¿Crees que lo noté? —pregunté.

—Obviamente sí —respondió.

—¿Crees que si ponemos la misma excusa de la última vez se lo crea? —volví a preguntar.

—¿Cuál exactamente? —me preguntó.

—La de que un conductor borracho chocó por accidente y luego se fue…o algo así le dijimos la última vez—dudé.

—No, estaba marihuano —replicó.

—Sí, eso. ¿Crees que se lo vuelva a creer? —

—Yo creo que ya no se acuerda, es viejo- dijo mientras robaba un paquete de cigarros del mostrador y un encendedor de los caros. — Apagaré las cámaras y tú lo levantas-

El “Señor Marlo”, como le gustaba que le llamáramos, estaba embarrado en el piso. Había dejado un brochazo de sangre conforme se deslizaba por la loseta blanca tras chocar su moto en la puerta de la tienda. Este hombre es un pervertido de entre cuarenta y cincuenta años, que no desarrolló un pensamiento racional y que tampoco tiene intenciones de trabajarlo. Su personalidad se basa en vestirse como un motociclista del siglo pasado, conducir su moto negra extremadamente ruidosa y tratar de conquistar niñas y niños de secundaria. Yo incluida.

No era guapo, nunca fue guapo. Lo sé porque me ha mostrado a la fuerza fotos de su juventud. Creo que era una de sus tácticas de seducción o algo así; no les veo sentido. Lo único que provocó es que en realidad me costara bastante no reír. Maldito gordo tetón, pecoso, asqueroso. Lo he visto coquetear…intentar coquetear con niñas menores de quince años e intimidar niños adolescentes para establecer “dominio”. Todo el pueblo sabe de Marlo y lo que hace, pero nadie le da importancia, creo que es porque todos vemos que es muy tonto como para de verdad conquistar a una niña…o mujer. De hecho, se rumora que aún es virgen ya que no tiene dinero ni para contratar a una prostituta.

—¡SEÑOR! —grité y aproveché para meterle una patada en las costillas, por enfermo. Él ni siquiera sintió el golpe.

—Ahora si se murió o…lo acabaste de matar. Por suerte para ti las cámaras estaban apagadas, ya no sirven de hecho, el jefe compró porquería china de nuevo —me dijo Hugo.

—Gracias a Dios —suspiré. —Ahora puedo darle otra —y sí, se la di.

—¿Llamamos a la policía? —

—Creo que es lo correcto. No es la mejor solución, pero sí lo correcto. —

—Para ti ¿Cuál es la mejor solución? —

—No sé. Solo dije eso porque al final solo se quedan viendo el desastre y se van. —

—¿Limpiamos un poquito primero? —

—Sí —y procedimos a limpiar.

Hugo es lo contrario a Marlo. Creo que tiene esposa y creo que tiene un hijo, vive a un pueblo de distancia, creo. En realidad, lo poco que sé de él es por habladurías o chismes de otras personas. Es alguien muy bueno para ocultar su vida personal. Nunca habla de nadie, ni de nada, casi no habla a menos de que sea algo importante. Le he preguntado a la gente sobre él y nadie me sabe decir algo relevante aparte de lo que ya dije. Al menos me alegra que no sea un pervertido como Marlo. Y yo creo que es gay.

Para mí desgracia y la de todas las niñas del pueblo, Marlo se levantó apenas de quince minutos después.

—¿Y mi moto nena? —me preguntó. No creí que fuera capaz de hablar después de darle una mordidota al suelo, pero lo hacía bastante bien; seguramente porque estaba borracho.

—Ahí atorada en la puerta mi amor —le respondió Hugo, poniendo una pose tierna, con los puños en la cara y las piernas ligeramente dobladas.

Con todo este alboroto apenas me había dado cuenta del estado de su porquería esa: estaba ligeramente doblada a la mitad, además de que goteaba líquido en el piso. Curiosamente la puerta de cristal no se arrancó de sus bisagras, solamente se le pulverizaron los vidrios de arriba y debajo de la puerta; los marcos estaban bien. Imagino que Marlo impactó y atravesó el vidrio de arriba y su moto se estrelló con el vidrio de abajo y la pared, por eso no se trajo consigo el marco de la puerta y también por eso Marlo derrapó besuqueando el suelo.

—¡NOOO! —Marlo corrió a levantar a su bebé. —No, no, no…-susurraba evaluando los daños. —¡NOOO! —Volvió a gritar y jaló su moto con tanta fuerza que esta vez sí arrancó los marcos de la puerta. Había empezado a llorar.

—Hasta luego, vuelva pronto —le dije.

Luego de que Marlo se fuera arrastrando a su preciosa moto y el marco de la puerta, mientras berreaba. Limpiamos su sangre; no es la primera vez que tenemos que limpiar sangre y la verdad, somos buenos. Luego de terminar, cuando faltaban dos horas para que nuestros turnos acabaran llamamos a la policía y al jefe. Tardaron una hora y media en llegar, como es típico de toda “figura de autoridad” cuando hay problemas.

Al final le dijimos a los policías que un motociclista borracho había chocado con la puerta y que también se la había llevado; cosa que era cierta. No les dijimos que fue Marlo porque de todos modos no creo que tenga dinero para pagarla y al no ver sangre, los policías asumieron que no había nada que hacer, ya que, en sus palabras: “Solo es una puerta, esto está abierto las veinticuatro horas, no necesitan una de todos modos”. Dijeron y luego se fueron. El jefe por otro lado estaba perdiendo el poco pelo que le quedaba.




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