Un día más en el mundo del desempleo. Por suerte, aún tengo dinero para sobrevivir. Lo necesitaré, pues han pasado semanas y nadie ha sabido nada del jefe. Creemos que se dio a la fuga y debería: el presidente se puso morado cuando supo lo que pasó en “El tapón”. Aún hay ranas y sapos gigantes que inundan el pueblo, muchos fueron aplastados por carros que pasaban por las calles, a algunos se los comieron los gatos y, aún así, siguen apareciendo más y más. No tengo idea de lo que están comiendo, pero cada día son más grandes. En fin, han sido dos semanas insoportables en las que no han dejado de croar. Lo odio. Mucho. Demasiado.
También debo contarles que por este motivo me compré unos audífonos con cancelación de ruido y han vuelto este infierno un poco más llevadero. También debo agregar que gracias a que llevo tiempo durmiendo de día, mi horario de sueño está arruinado. Puedo pasar días sin dormir y luego dormir por más de veinte horas seguidas. Justo ahora son las tres de la madrugada y la última vez que toqué mi cama fue antier. Por el momento estoy bien, pero debo intentar descansar o comenzaré a ver sombras, objetos o a escuchar sonidos que no están ahí como la última vez. Así que, buenas noches.
—Hola gusano —dice Hugo. —GUSANO, ¡GUSANO! —
—¿QUÉ CHINGADOS? —grité mientras me incorporaba en la cama.
—Hola gusano —repitió Hugo, asomándose desde la ventana de mi cuarto, ¡EN EL SEGUNDO PISO!
—¿Cómo supiste dónde vivía? —dije acercándome a él y tratando de alisar mi cabello con los dedos.
—Tu ropa está tendida allá afuera —dijo señalando mi ropa vieja y húmeda, donde aparte de todo lo demás, mis malditos calzones ondeaban con el viento, llamando mucho la atención. Nota: qué bueno que es gay, si no lo hubiera empujado por mirón.
—Ok, ya entendí. Deja de ver mis calzones. ¿Qué haces aquí? —le pregunté.
—¿Ya buscaste trabajo? —
—Sí y no me fue bien. Lo bueno es que ese lugar está lejos de aquí —
—¿Qué pasó? —preguntó mientras se metía a mi cuarto con todo el permiso del mundo.
—Bueno, fui a una entrevista de trabajo. Era para acomodar productos en una tienda de maquillaje. —le dije mientras lo veía acostarse en mi cama.
—¿Y qué pasó? —preguntó mientras se acurrucaba como un bebé. —Comentario: es un poco irónico que trabajes ahí sabiendo que tú no usas maquillaje. —agregó.
—Para tu información, si lo uso, pero solo cuando quiero, y con el trabajo no pasó nada, me contrataron y estuve ahí un tiempo… por un corto tiempo —dije bajando el volumen en esa última parte.
—Explícate —
—El primer día estaba acomodando botellas de crema. No le estaba poniendo atención a nadie. Entonces una señora se acercó y me dijo: niña, ¿sabes si esta crema sirve para las manchas de la piel? —tomé aire —EL PUTO BOTE LITERALMENTE TENÍA ESCRITO: ¡PARA LAS MANCHAS DE LA PIEL! Obviamente no le dije eso, pero lo pensé. Entonces le dije que sí, esperando que con esa respuesta ella se fuera y me dejara continuar con mi trabajo explotador de sueldo mínimo. Pero se quedó, a mirarme trabajar y cuando recién acabé de acomodar, se fue. No me habló, no me preguntó nada, solo me miró —
—Sip, suena como algo típico del turno de día. Continúa. —hizo un ademán con la mano.
—Bueno. Es que… me aburrí luego de tres horas y puede que haya dicho algunas mentiras a los clientes —
—Espera, espera, ¿Qué tiene que ver la historia de la señora de hace un momento con todo esto? —
—Pues, la verdad me quería desahogar, pero también con ella empezó todo —
—… cuéntame —
—En la tarde la señora regresó. Esta vez me preguntó sobre un sérum rejuvenecedor y me dijo: ¿de verdad sirve? —se me dibujó una sonrisa en la cara —Y le dije: sí, por supuesto, yo tengo treinta y cinco años, ese sérum es el secreto de la juventud eterna. —reí.
—No mames. Pobre señora, solo tenía dudas —rió junto conmigo.
—Hasta me di una vuelta y todo. Y luego le empecé a contar que tenía dos hijos y dos matrimonios fallidos. Le dije que mi segundo exmarido resultó ser gay, me fue infiel y se volvió a casar con mi primer exmarido. ¿Y sabes qué? La señora me creyóooo. Hasta me abrazó y lloró por mis hijos. Al final se llevó una caja completa del sérum. —
—NO MAMES, ¿te despidieron por eso? ¿por conseguir una venta grande?—
—No. jajajja —reí.
—Ahora tienes toda mi atención —
—El problema es que lo hice muchas veces —me rasqué la cabeza mientras Hugo se sentaba en mi cama —Para hacerlo más corto, también le dije a otras dos señoras que, si tomaban un trago de sus perfumes, el olor duraría mucho más porque su sudor olería a eso. También le dije a unas niñas como de trece años que los labiales con olor a chocolate olían así porque mezclábamos jarabe de chocolate con el labial y las invité a probarlo para que lo comprobaran. Igual le conté a una niña que acompañaba a su mamá que debajo de la tienda teníamos a niños vietnamitas trabajando y le ofrecí empleo. Le dije a varias chicas que por las noches la tienda es un prostíbulo y que por eso las paredes están pintadas de rosa neón, con besos rojos dibujados. Le dije a un señor que por las noches salía un espíritu que se maquillaba con los productos de la tienda. Esa última no me la creyeron —
#1035 en Joven Adulto
#3319 en Otros
#853 en Relatos cortos
noche loca, comedia humor enredos aventuras romance, turno nocturno
Editado: 03.09.2025