Papá Gabriel estaba tirado en el suelo, sangrando por la nariz y también se le comenzaba a notar un moretón en el ojo izquierdo. Todos, incluido Rambo, rodeamos a Gabriel y nos quedamos quietos por un momento. Ya sabía que Rambo era alguien peligroso, pero no creí que fuera capaz de dejar inconsciente a alguien en menos de un minuto, ni que fuera humanamente posible hacerlo en tan poco tiempo.
Rambo se apoyó contra la pared, y su expresión cambió a una mezcla de culpa y resignación.
—Bueno… la verdad es que la idea original era fugarme con el jefe —dijo Rambo, cruzando los brazos —. Pero me traicionó y huyó con los otros putos cajeros—dijo, claramente refiriéndose a los compañeros o mejor dicho, a los excompañeros de Diana: Víctor y Héctor. Los chicos que habían huido con parte del dinero encontrado en el minisuper.
—¿Qué? —pregunté, cruzando los brazos para imitarlo un poco. —Me estás diciendo que puedes dejar inconsciente a un hombre de dos golpes y aún así te hicieron pendejo? —
—Solo porque eres niña no te haré nada —dijo incorporándose —, pero sí —
—Explícate —dijo Diana apuntando a Rambo con un dedo.
—Bueno yo estuve un tiempo oculto en una de las casas secundarias del jefe. Como a tres pueblos de aquí, es donde vivía su hija. La idea original era fugarnos este invierno, justo en Navidad, para que nadie notara nuestra desaparición hasta que ya estuviéramos lejos, pero cuando los sapos salieron de “El tapón”, el jefe entró en pánico y adelantó los planes. A mí me mandó por la mercancía del minisuper… —
—Siempre quise saber, ¿Qué vendíamos en realidad? hay algo muy raro en relación a las pocas ventas y los lujos exóticos del jefe. —pregunté. Rambo suspiró.
—Sustancias felices —interrumpió Hugo antes de que Rambo dijera nada.
—¿Qué tipo de sustancias felices? ¿Mota? ¿Cocaína? ¿Cristal? ¿Metanfetaminas? ¿Todo? —
—No sé —respondió Hugo encogiéndose de hombros.
—¡¿ME VAN A DEJAR HABLAR O NO?! —gritó Rambo.
—Ay bueno…yo nada más quería saber —dije susurrando.
—En fin —se aclaró la garganta. —Mi tarea era usar mi camioneta y llevarme toda la mercancía hasta esa casa. Mientras tanto, Víctor y Héctor se encargarían de llevarse el dinero que el jefe tenía oculto. Pero claro, como son idiotas, la policía los descubrió y perdieron la mitad del dinero —
—Me estoy aburriendo, ¿puedes adelantarte hasta la parte donde te abandonan como perrito?—volví a interrumpir. Rambo me miró con rabia, pero continuó hablando.
—El punto aquí es que yo tuve que ir por los pendejos de Víctor y Héctor para que la policía no los encontrara con el dinero, y no los violaran en prisión. Por culpa de ellos, no dormí en dos días y cuando por fin pude descansar, al despertar, resulta que todos habían huido; el jefe, su hija y el par de idiotas. Y no conforme con eso, se llevaron mi camioneta. ¡Tuve que caminar kilómetros de regreso aquí! —Rambo se ponía cada vez más rojo a medida que contaba lo sucedido.
—Bueno, eso explica porque regresaste, pero no explica cómo diste con nosotros —
—Marlo me contó del novio de Hugo y supuse que, si iban a huir, lo más probable es que lo hicieran a la casa de alguien que conocieran. Muy tonto en mi opinión. —respondió mirándonos por encima del hombro. —En realidad también busqué en sus casas y no los encontré en ninguna de ellas. Fue la mamá de Diana quien me dijo que estaría con unos amigos, o sea ustedes. —admitió.
—Mi mamá no sabe guardar secretos ni aunque me esté buscando la policía —replicó Diana con molestia en su voz.
Gabriel, todavía medio aturdido, se levantó y saltó directamente en dirección a Rambo.—¡Voy a matarlo! ¡Corran a otro lado! —gruñó, intentando abalanzarse sobre Rambo, quien le dio un tercer golpe en el estómago, dejándolo inconsciente otra vez.
Nosotros nos quedamos en silencio, mirando cómo Gabriel caía al suelo por segunda vez. Hugo se acercó y cargó a mi papi Gabriel hasta el sillón de la sala, donde lo recostó y acarició su cabello…lo que me hizo preguntarme: ¿Por qué lo dejó tirado la primera vez?
—Escuchen —dijo Rambo —. El presidente cree que todos estamos involucrados en el robo de ese dinero y el pueblo está molesto luego de enterarse de que el minisuper era un punto de venta de drogas y lavado de dinero. Esta mañana recibí una llamada. Era el presidente y no lo hizo para saludarme, fue para amenazarme de muerte. Intenté explicar lo que en realidad había pasado, pero ni siquiera me dejó hablar. Piensa cazarnos como animales. Si no hacemos algo, van a matarnos. —Diana, Hugo y yo nos quedamos quietos, procesando la información. No obstante, ya intuía lo que eso significaba; no iba a volver a casa, tal vez jamás lo haría.
—Y ahora… ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Diana con los ojos llorosos.
—¡Aliarnos! —exclamó Rambo, solo para después bajar la mirada, claramente consciente de que no había mucho que pudiéramos hacer.—Tal vez… podríamos ocultarnos con mi madre —
—¿Tu madre? —dijo Diana con desconfianza—
—Sí, ella vive a un pueblo de distancia. Pero es un poco “peculiar”—dijo haciendo comillas con los dedos.
—¡¿Y si yo no quiero aliarme contigo?! —exclamó Hugo desafiante, mientras seguía acariciando el cabello de Gabriel.
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Editado: 20.10.2025