Turno Nocturno

Disfraces

Luego de quién sabe cuántos días, por fin Rambo ha decidido emprender acción para limpiar nuestros nombres. Y qué bueno, porque ya empiezo a sentir claustrofobia por estar tanto tiempo juntos. Para estar en juego su cabeza, sí que se tomó su tiempo para empezar a planear algo. Si no fuera tan intimidante, ya habría escapado de la casa hace mucho tiempo. Digo, si mis padres huyeron de mí de una forma tan sigilosa y de imprevisto, digo yo que también soy capaz.

Estoy harta. Lo único medianamente acogedor de este lugar son las charlas que tengo con la madre de Rambo. Eso y que seguimos haciendo vida de noche. Aunque pensándolo bien, gracias a las cajas y toda la chatarra que cubre las ventanas, es bastante difícil saber si es de día o de noche. Extraño tanto mi teléfono… pinche Rambo, como si de verdad quisiera decirle a alguien que encontré un muerto. También me pregunto: ¿cómo estará mi casa? ¿Ya habrán entrado a robarla? De todos modos, no hay mucho de valor, vendí muchas cosas cuando me quedé sola. Hubiera puesto un dildo delante de la puerta para que nadie se acercara.

—¿Alguna idea para encontrar a la hija del jefe? —preguntó Rambo.

—¿No te dijo tu mamá que empezaras en el pueblo donde vivía? —le dije.

—Sí, Julia, sí me dijo. Pero yo no puedo ir. Ya me conocen por ahí, ¿recuerdas? —dijo pellizcándose el entrecejo.

—Entonces… quieres que vayamos nosotros, pero sin tener idea de lo que estamos buscando o a quién —dijo Diana, cruzando los brazos.

—No, por eso estoy pidiendo ideas —

—Ok, y si… ¿te disfrazamos y vienes con nosotros? —agregué.

—¡ESO ME PARECE UNA IDEA MARAVILLOSA PASTELITO! —gritó la madre de Rambo desde su habitación.

—¡NO MAMÁ, NO! ¡ESA NIÑA SOLO ESTA BROMEANDO! —se apresuró a decir Rambo.

—¡Sí, hijo, sí! Tú te vamos a vestir de travesti. —exclamó la señora entrando a la sala donde todos estábamos platicando.

—Ja, ja, ja. Como Hugo —bromeé. Hugo me volteó a ver enojado, pero no le sostuve la mirada sabiendo lo que iba a decirme.

—No soy travesti —me susurró enojado.

—Estoy segura de que te verías muy bien como Divine de Pink Flamingos —

—Para empezar, eww… ¿de verdad has visto esa madre?, y Divine es una Drag Queen, no una travesti y yo no soy ninguna de las dos —trató de aclarar Hugo rápidamente y algo molesto. Adoro hacerlo enojar.

—¿Drag queen y travesti no es lo mismo? —pregunté. —Además, serlo no tiene nada de malo —

—Ya sé que no es malo, pero no son la misma cosa, y no deberías hablar sin saber antes —

—¿Por qué no? Todos lo hacen, ¿por qué yo no? —

—¡Bueno, ya cállense! Si no comienzan a tomarse esto en serio nos va a llevar la chingada a todos —gritó Rambo agitando las manos y poniéndose de pie. Nota: Lo de agitar las manos se vio un poco afeminado viniendo de él.

—Pues dinos dónde vivía y vamos a ver —exclamé conteniendo mi enojo, pero haciéndolo evidente para que su mamá se diera cuenta por el tono de mi voz.

Directriz número uno de la senséi chingona:

Un truco que me enseñó la señora es darle señales sutiles a tus aliados para que te cubran las espaldas. Puede ser desde usar palabras clave, entonaciones o hacer énfasis en ciertas frases, palabras o sílabas. En otras palabras, ser una pinche exagerada en algunas partes de la conversación para que tu compi el pendejo capte la indirecta.

Obviamente es algo que debe hablarse en privado y cambiarse con frecuencia para que nadie sepa en qué momento fue utilizado y que significa. Hay que ser estúpidos, pero no demasiado como para que te atrapen.

—¡Los vas a llevar, Gervasio! —gritó la madre de Rambo, claramente captando mi indirecta. —Es más, yo voy a ir con ustedes. Hace mucho que no salgo de aquí, me hace falta un bronceado —

—¿Qué? No… salir… espera… ¿bronceado? ¿Quieres salir de día?—tartamudeó. —Mamá, me van a reconocer en las calles… nos van a reconocer en la calle, ¿quieres que tu único hijo termine en la cárcel? —reclamó, acercándose a su madre con la espalda encorvada y con una preocupación en la cara que lo hacía ver pequeño.

—Nos vamos a disfrazar tesoro. Tú ve a rasurarte tu barba y bigotes mal poblados y luego vendrás aquí para que te maquillemos —lo tomó de las mejillas y jaló el vello de su bigote hasta que Rambo dejó salir un leve quejido. —Ve a hacerlo, mi nena hermosa. —Estaba claro, y para este punto, todos sabíamos que íbamos a ser testigos de la escena más bizarra del planeta; Rambo vestido de mujer.

Tengo que hacer una confesión: estoy emocionada. No todos los días podemos ver a un hombre heterosexual y cisgénero, ser obligado por su propia madre para vestirse de mujer. Sin duda voy a intentar recuperar mi teléfono para tomarle una foto. Solo tengo una pregunta: ¿de dónde vamos a sacar ropa de mujer que le quede a Rambo?

—¿Nosotros también vamos a disfrazarnos? —preguntó Hugo, claramente temeroso de la respuesta.

—Sí, todos vamos a ser una gran familia feliz —rió un poco la señora y estoy segura de que, si pudiera ver, nos estaría lanzando una mirada de burla.

Para hacerles el cuento corto, resulta que en el segundo piso de la casa la madre de Rambo tiene un arsenal de disfraces (me encanta esta casa, es como el bolsillo de Doraemon) y de todos los disfraces disponibles me disfrazaron de niña. Así como se imaginan a una, con trencitas, vestidito azul y sombrerito de paja. Nunca me había sentido tan humillada y eso que aun no salimos a la calle. Sé que mi complexión se presta para eso, pero ¡¿por qué?! Hugo y Diana se pudieron vestir de pareja gótica, ellos si pudieron elegir.




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