Sorprendentemente, el camino de regreso fue más placentero y como ya era tarde casi no había personas y pudimos regresar a cambiarnos de ropa sin problema. Por fortuna la casa de Gloria tiene vecinos “huraños” que construyen bardas o cercas muy altas, lo cual en estas condiciones nos es muy útil, y gracias a eso, nuestras entradas y salidas son muy discretas. Bendita sea la gente que no le gusta socializar. Me hace la vida más fácil.
—Entonces, ¿este de aquí es el exjefe? —pregunté dudosa mientras todos en el comedor me miraban sostener una foto que mostraba una niña y un hombre compartiendo una barra de chocolate. —Por cierto, ¿podemos llamarlo solo como “jefe”? Es que se siente raro agregarle el “ex” al inicio. Me hace pensar que hubo una relación carnal de fondo —
—Ni siquiera había pensado que exjefe podía llegar a significar eso, pero ahora que lo dices no puedo dejar de pensarlo de esa forma. Es muy incómodo si lo dices así —comentó Rambo con una mirada perdida. —Y todo apunta a que sí es él el de la foto —me respondió.
—Se sigue viendo viejo, pero como una clase diferente de viejo —agregué.
—¿A qué te refieres? —preguntó Diana. —Por favor no digas nada raro —me suplicó.
—Tiene pelo —dije.
—¿Y? —preguntó Hugo.
—Y que ahora ya no tiene —respondí. —Creo que no sé lo que quiero decir —admití sonriendo.
—Ya me di cuenta —dijeron todos al mismo tiempo.
—¿Se han dado cuenta que muchos hombres se vuelven unos hijos de puta cuando quedan calvos? —pregunté.
—¿Lo dices por el jefe? —preguntó Diana.
—Sí, pero aparte de él, hay hombres pelones que actúan como si te pagaran el sueldo. ¿Por qué pasa eso? —pregunté sin dejar de ver la foto.
—Afortunadamente no he salido con muchos calvos. Solo una vez estuve con uno así, horrible y desagradable como de los que hablan, y puedo decir que, aparte de que ese tipo de gente es estúpida en muchos sentidos, pretenden ocultar esa inseguridad tratando de parecer más fuertes y dominantes… mmm lo mismo se aplica a los fracasados sin dinero o a los de pito corto, ja, ja, ja. De esos últimos sí puedo hablarles más —dijo Gloria riéndose mientras Rambo se tapaba la cara de vergüenza. —Por ejemplo, Dani, él fue una decepción a primera vista, pero despues estuvo bien. En cambio, Tomi, él fue un asombro enorme, pero una desgracia a los cinco minutos. Ambos muy arrogantes en su día a día, pero decepcionantes a su manera. La gente así siempre decepciona. Si me preguntan a mí, es mejor un punto medio y que no sea arrogante, y que sea educado, y saludable, y responsable, no como el papá de Gervasio —
—Mamá, no hables de esas cosas aquí —le pidió en un tono de súplica y desesperación que trató, pero no pudo ocultar.
—¿Por qué no? Soy vieja hijo, tengo un historial muy grande como para poder ocultarlo. De tu papá ya no hablaré, pero solo porque me da coraje, no porque me lo hayas pedido —le respondió.
—¡Mamá! ¡Ya! Por favor, para con todos los temas —suplicó.
—¡Silencio Gervasio, hablar de esto les sirve a todas las personas! ¡Niñas y mi varoncito! Escuchen y anoten esto; ¡lo importante aquí es que lo sepan usar! —dijo casi a los gritos.
—¡Mamá! Los vecinos —exclamó Rambo tomando a su madre de los hombros y sacudiéndola un poco en un intento de callarla.
—Ay bebé, las personas tienen esté tipo de conversaciones todo el tiempo, que no se pueda hablar en cualquier lado no significa que sea malo. Además, ¿qué tendría de malo hablar de esto? Todos somos adultos y que yo sepa, los vecinos ya no tienen niños en casa —gritó haciendo que Rambo se tensara. —¡Recuerden todos! ¡El problema no es el pito, sino el estúpido que viene incluido! A menos de que sea micropene, ahí ya no sabría qué decirles. —exclamó levantando las manos como dando alabanzas al señor.
—¡Bueno, ya! Vamos a analizar lo poco que tenemos —interrumpió Rambo y arrebatándome la foto y la caja, se apresuró a repartir las cosas.
—Tal vez tendríamos más cosas, sí alguien no hubiera despedazado todo a su paso —susurré. Rambo me miró con los ojos entrecerrados al mismo tiempo que dejaba caer un puñado de fotos delante de mí. —¡¿Y qué estamos buscando?! ¡Porque, si no nos dices que buscar, vamos a seguir hablando de vergas! —le grité.
—Cállate —me respondió con los dientes apretados —Busquen nombres, fechas, personas conocidas, lunares, lo que sea —
—No sabes encontrar personas, ¿verdad hijo? —le dijo Gloria.
—¿Es muy obvio? —le preguntó.
—Sí, estás bien pendejo —le dijo levantándose de su silla.
—Mamá, ¿Por qué me dices eso? En lugar de que me ayudes solo criticas lo que hago. Estoy preocupado, el tiempo pasa y aquí no avanzamos. ¿Tú no te preocupas nunca? ¿O te tomas las cosas en serio? —
—Me preocuparé cuando ya no regreses a la casa. Mientras tanto no tengo porque preocuparme, estoy cansada de preocuparme tanto —le respondió seria. Gloria tomó unas cuantas revistas de perfumes e intentó irse.
—¿Crees que algún día no voy a regresar a casa? ¿Esperas que no regrese a casa? —le preguntó Rambo casi en un susurro.
—No espero que te vayas de aquí. Si de verdad esperara eso te hubiera corrido de la casa hace bastantes años. —le dijo deteniéndose. —Solo que, hay muchas cosas por las que preocuparse aparte de eso: como la comida. Te recuerdo que somos cinco aquí; y, que yo sepa, nadie tiene trabajo. La luz, el agua, gas, todo eso debe pagarse y cada día está más cerca la fecha de pago. Y claro, no podemos olvidar que nuestras posibilidades de conseguir dinero son casi nulas. —
#172 en Joven Adulto
#1201 en Otros
#194 en Relatos cortos
sarcasmo grosería realidad, ilegalidades, comedia humor enredos aventuras romance
Editado: 12.11.2025