Turno Nocturno

Sonaja cerebral, agítese antes de usar

—¡Bien!, ¿Qué hay hasta el momento? —preguntó Rambo, alterado.

Últimamente Rambo ha estado muy alterado y molesto. Sí, ya perdimos mucho tiempo… pero ¿acaso es mi culpa? Yo no le dije que durmiera tanto o tuviera un ataque de rabia y destruyera la casa de la hija del jefe. Él hizo esas cosas solo. Y ahora viene aquí a mandonearnos y exigir respuestas, cuando es él quien no da respuestas de nada, hasta Doña Gloria apoya más que él. Pero bueno, supongo que está en sus días.

—¡Respondan!, ¿Qué tenemos? —dijo aplaudiendo.

—Sueño —le respondí.

—¡Son las putas dos de la tarde!, ¿Cómo vas a tener sueño? —me dijo.

—Exacto. Para mí, las dos de la tarde son como las dos de la mañana —dije, tratando de examinar fotos y demás mierdas. —Te recuerdo que yo trabajaba de noche —

—Tú cállate. ¡Ya! ¿Qué tenemos? —exigió.

—Hambre —respondí aguantándome la risa.

—¡De información! —completó su pregunta, masajeándose las sienes.

—Ah, eso hubieras preguntado —le dije. —Yo tengo… que… se llama Isabel, tiene como 25 años y creo que fue maestra porque tiene fotos con varios grupos de niños. —le respondí y luego dejé sonar un bostezo profundo.

—Bien —dijo.

—Yo solo tengo que su mamá murió hace dieciséis años, o al menos eso me da entender esta notita, solo dice: “Te extraño mamá. Han pasado seis años y aún me dueles. Te amo mamá.”, y tiene fecha de hace diez años, casi once —explicó Hugo dejando caer la nota en la mesa. —Todo lo demás son fotos de ella y el jefe, y una que otra con su mamá. A menos yo supongo que es ella —

—Y yo que… le gustan los duraznos, pero solo puedo deducir esto por este dibujo de ella con duraznos alrededor y la frase escrita: “ISA y Amo Dunasnos”. Supongo que lo hizo en el kinder. También tiene un lunar bastante grande en el hombro izquierdo, como una uva. De ahí en fuera yo no tengo muchas cosas —dijo Diana, enseñándonos el dibujo y una foto de la hija del jefe en traje de baño. —Ah, sí. Es alérgica a los huevos —exclamó, levantando una hoja de papel.

—¿Qué? A ver —le arrebaté el papel. —Es cierto: “La paciente presenta una alergia severa al huevo, confirmada por antecedentes clínicos de reacción anafiláctica y exámenes de laboratorio que lo corroboran… Se recomienda evitar por completo el consumo de huevo y sus derivados, así como la portación obligatoria de epinefrina.”. ¡A la madre, es grave! —grité.

—¡Revisen de qué consultorio es! —gritó Doña Gloria desde el baño. —¡Ellos tienen su expediente médico! —explicó, al mismo tiempo que pujaba para hacer… ya sabes. Ignoré eso y me apresuré a buscar el nombre del consultorio. Nota uno: debo recordar los consejos de Gloria.

Directriz número uno de la senséi chingona:

Todos dejan huellas en los lugares a los que van. Si se quiere encontrar a alguien, solo se deben seguir sus pasos.

—Aquí está: Consultorio particular “La Piedad”, Calle Hidalgo #24, Chiapas, México. —dije. —Sí, este… yo creo que caminando no llegamos a Chiapas —bromeé.

—Sí, ya sé que no —dijo Rambo, dándome un zape.

—¡Hijo de tu puto padre! —grité, sobándome la cabeza. —Escuchen esto: Doctor Miguel A. Moite. —

—¿Y eso qué? —preguntó Hugo, dándome otro zape.

—¡Ya, paren! Es el nombre del doctor que la atendió. Sí es trata de un consultorio particular, seguramente si buscamos al doctor en internet o a su clínica, nos va a salir una forma de contactarnos con él y él podría darnos información sobre la hija del jefe o hasta del jefe —expliqué.

—Esa, niña, es la cosa más coherente e inteligente que has dicho en tu vida —dijo Rambo, arqueando las cejas en un gesto de impresión.

—¡Oye! —grité.

—Ok, ok, pero ¿cómo vamos a sacarle la información? No nos la va a dar así nada más. Supongo que no va por ahí dando datos privados de sus pacientes a quién sea que le pregunte —dijo Diana.

—Vamos, niña, piensa un poco más —exclamó Rambo acercándose a mí y sin previo aviso, comenzó a sacudirme de los hombros.

—Pues tenemos la receta original… podemos mandarla como prueba de que está hablando con uno de sus antiguos pacientes… le inventamos que surgió un problema médico y que necesitamos que nos dé toda la información disponible que tenga… y le decimos que es urgente para que no pueda negarse —dije, a tropezones por el movimiento.

—Eso podría funcionar; como es un consultorio particular, no debería tener muchos filtros de seguridad —exclamó Diana, ahora sorprendida ella también.

—Niña, creo que la forma en la que te funciona el cerebro es moviéndolo manualmente. Te voy a sacudir más de ahora en adelante. —Rambo me soltó de los hombros y corrió a su cuarto.

—Un día le voy a poner laxantes en su comida, lo juro —susurré, mareada.

—¡Ten! —gritó Rambo lanzándome mi teléfono, que de milagro pude alcanzar.

—¡Busca! —me gritó, sonriendo.

—¡No soy un puto perro para que me hables así! ¡Además ya ni batería tiene y supongo que saldo tampoco! y que yo sepa no hay internet… o no lo comparten —le contesté enojada.




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