Al final, fue Gabriel quien fue a la tienda a ponerle datos al teléfono. Sospechosamente, Rambo tuvo que buscar el número; no se lo sabía de memoria, cosa que me confirmó que el teléfono se lo robó por ahí. Pero bueno, eso no importa ahora; lo importante ahora es hacer la llamada al doctor.
— Bueno, papi Gabriel, necesitamos que actúes desesperado —le expliqué.
—Si te ayuda, piensa que si esta llamada no sale bien, me voy a desquitar con tu amado Romeo —le dijo Rambo mientras buscaba qué comerse.
Gabriel suspiró y miró a Rambo con odio, pero sin atreverse a decir nada, seguramente recordando la facilidad con la que le sacaron la mierda la última vez. Ahora que lo veo bien, también esta un poco más delgado, seguramente por todo lo que ha pasado. Su cocina esta casi vacía también, y yo que pensaba robarle algo rico de comer cuando Rambo terminara. Nota: chale.
—Bien, solo díganme qué debo de decir —dijo, sujetando el teléfono como si quemara.
—Bueno, según lo que encontramos la hija del jefe es alérgica a los huevos. Entonces el plan es que finjas ser el jefe y digas que surgió un problema medico… no sé, tal vez una reacción anafiláctica o algo así, y le pidas al doctor que te mande todos los datos que pueda de manera urgente —le dije.
—Se escucha fácil —dijo.
—Sí, pero lo importante es que se escuché creíble —dijo Diana. —Es por eso, que voy a poner sonidos de hospital de fondo —exclamó poniéndole pley a un video que se titulaba “Sonidos de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital” en YouTube.
—Muy apropiado en mi opinión —dije asintiendo con la cabeza. —El sonido del pitido de la maquina le da realismo —
—Ja, ja, ja, cierto. —dijo Hugo. —Amor, recuerda que eres un vejete que seguramente lloró mucho por su hija. Pon voz profunda y ronca —
—Hazla como cuando tienes gripa y flemas atoradas —dije.
—No entiendo cómo —dijo Gabriel, confundido.
—¿Has visto el doblaje que siempre hacen para los personajes sabios? Algo así como “Shifu” de Kunfu Panda, pero con gargajos —le dije.
—Yo creo que no va a saber —dijo Rambo, tomándose un refresco. —Él nunca ha escuchado hablar al jefe, ¿Cómo la va a imitar? Además, es muy probable que el doctor aún recuerde la voz del jefe y no nos crea —
—¿Entonces qué hacemos? —pregunté.
—Mejor finge ser un doctor que habla por el padre. Ponemos la excusa de que el padre está lejos o muy afectado para hablar, y nos olvidamos del problema —propuso Diana.
—Suena bien —dijimos Hugo y yo, volteando en dirección a Rambo en busca de afirmación. Él asintió mientras eructaba.
—Bien. Soy un doctor. ¿Cómo me llamo? —preguntó Gabriel.
—Foreman —dijo Hugo entre risas.
—Mmm…Doctor Gervasio —dije. Rambo se atragantó con una galleta cuando escuchó su nombre, pero no se atrevió a reclamarme nada. Estaba claro que no quería que alguien más supiera su verdadero nombre. —Y te apellidas Galindo —completé, mientras Diana y Hugo me miraban aguantándose la risa.
—¿Por qué Galindo? —preguntó Hugo.
—Por si le preguntan: Dr. Gervasio Galindo ¿qué?, él pueda decir: “Dr. Gervasio Galindo el que caga lindo” —me solté a reir junto con Hugo.
—Malditos marranos —murmuró Rambo. —¡Cállense a la verga! Eres el Doctor Gervasio Galindo y ya dejen sus payasadas —
—Bueno, entonces soy el Doctor Gervasio Galindo, del hospital…¿? —miró inseguro.
—No digas el hospital, solo di que eres de urgencias o algo así —le dije, sin saber qué contestarle.
—Ok. Hola, buenos días. Soy el Doctor Gervasio Galindo, médico de guardia del area de urgencias… —dijo, tratando de profundizar su voz para sonar profesional.
—¿De guardia? —cuestioné.
—Es muy temprano. Supuse que quién la atiende de emergencia es alguien que pasó la noche en el hospital — explicó Gabriel. —¿La voz está bien así? —
—Seh, yo digo que si cuela —dije.
—Le voy un subir poco más al volumen del video —dijo Diana, claramente sin poder confiar del todo.
—Bueno, ¿cuál es el nombre completo de la paciente? —preguntó Gabriel.
—Rambo, pásame las recetas y esas cosas —le ordené. El me las aventó a la cara en un gesto de suma caballerosidad. —Según la receta, ella se llama: “Isabel Montera García”. También deberías leer toda la receta, por si te pregunta algo —dije acercándosela.
Gabriel tomó la receta y comenzó a leer velozmente.
—Ay, no le entiendo al lenguaje médico —se quejó.
—Ni yo, tu solo improvisa y suena profesional pero apurado —le dije.
—Bien. Aquí voy —dijo por fin antes de comenzar a teclear los números con cuidado y con las manos temblando, seguramente armando un guión mental.
Escuchábamos con atención el “piiii…piiiii…” (o como sea que se llame el sonido que se escucha cuando esperas que la otra persona te responda) mezclarse con el pitido del ruido de fondo que puso Diana. Gabriel se estaba poniendo nervioso; se le notaba en su forma de apretar los puños y la mandíbula, pero ahora ya nadie podía ayudarle: todo dependía de él. Rambo nos miraba desde la cocina, terminando de comer unas galletas, ajeno a todo lo que pasaba… o seguramente esperando a que la cagáramos para darnos a todos una putiza.
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Editado: 03.12.2025